XX

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En el tiempo en el que Jack acababa con sus juguetes, Clef se acercaba a sus presas. De entre la oscuridad de los árboles se acercó, revelando su presencia. Debido a la poca luz que la luna les daba, los invasores no podían distinguir quién estaba frente a ellos.

—¡Identifícate, monstruo!

—Me parece una falta de respeto el exigir un nombre, cuando ustedes no ofrecen uno. – Los humanos se vieron entre ellos, dudando un poco.

—Somos un grupo de guerreros de elite enviados por su majestad. Es lo único que necesitas saber.

—Entonces supongo que tendrán lápidas sin nombre.

—¡La única vida que se apagará será la tuya, bestia del infierno!

—¡Acabaremos contigo y reclamaremos este territorio para su majestad!

—Pfff... ¡HAHAHAHAHAHAHAHA! – Por más que había querido evitarlo, Clef dejo escapar una carcajada que solo podía ser descrita cómo "terrorífica. —Osado de su parte querer robar está tierra, teniendome a mi al frente. – En ese momento, los ojos de Clef parecieron brillar, asustando a todos.

—¿Qui-quien eres tu?

—¿Yo? Yo soy el general de los ejércitos oscuros, amo de los no-muertos y la oscuridad en persona. – Se escuchó alguna clase de tintineo, que venía de las armaduras de los humanos, los cuales temblaban de miedo. —Yo soy Alto Clef.

Después de esa presentación, la masacre comenzó.

No fue necesario para Alto el usar su espada, pues sin problemas podía evitar los ataques enemigos y con sus propias manos fue capaz de acabar con la vida de todos aquellos invasores. También aprovechó para darse un festín y reponer las pocas energías que había gastado.

Limpió lo más que pudo sus ropas, pues ahora estaban manchadas de sangre, y una vez sintiendo estaba lo suficientemente presentable se dirigió al punto dónde Bright estaría jugando. Su plan había Sido llegar y molestarlo, pero al ver que estaba haciendo, y lo feliz que se vía con eso, sus planes prefirió desecharlos.

Así, por varias horas se dedicó a observar solamente los desvaríos de Bright, el como anotaba sus descubrimientos y se burlaba del destino de sus experimentos. Después de unas horas, cuando pareció acabar con todo, descendió lentamente para por fin molestarlo un poco, pero no dijo nada al ver que volvía a la acción.

Solo observó cómo creaba la última mezcla de magia, el como la activaba y aquel pobre bastardo sufría un horrible destino. Se quedó en silencio cuando el sujeto dejo de quemarse, hasta que sintió un escalofrío y al mismo tiempo aquella criatura recién creada rugía.

—Santa mierda. – Soltó sin querer el vampiro, alertando de su presencia.

—¿Desde cuándo estás ahí?

—Unos minutos... ¡Cuidado! – Gritó mientras apartaba al brujo, pues aquella creación suya estaba dispuesta a atacar a todos.

—Gracias... – Lo ayudó para que sacará su escoba y pudiera mantenerse lejos de aquel monstruo.

—Estoy seguro que todos sintieron eso y que Iceberg ya viene, dejemos que él se encargue.

—No voy a argumentar eso. – Clef estaba dispuesto a alejarse, pero el Omega volvió un poco hacia abajo para tomar a uno de los hombres.

—¿Que haces?

—Preparo mi carta de presentación. – Sin ninguna dificultad amarró a aquel que había salvado al árbol más alto y con un hechizo sencillo le lavó el cerebro. Ahora solo podía repetir una cosa.

Noche de Halloween Donde viven las historias. Descúbrelo ahora