XVIII

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La noche era tranquila y sin incidentes, al menos eso en la zona oeste donde se encontraba Kondraki. Habían pasado el día reconociendo el terreno y descansando para el momento en que se encontrarán con la cruzada. La razón por la que atacarían de noche era por la ventaja estratégica que tenían, pues sabiendo que un Bright estaría entre los invasores, tendrían que moverse con cuidado.

Fue cuando las pequeñas llamas del camino, pasaron a ser fogatas grandes para mantener a todos a salvo y calientes que decidieron moverse. Rodearon a todas las personas ahí y comenzaron a contar. Había varios caballeros junto con monjas y un par de clerigos. Aún así, quien más destacaba era quien suponía era un alfa, con armadura brillante, grande y posiblemente pesada. Si las notas que Bright le había dado eran ciertas, aquel era Mikell Bright.

—Genial... – Se quejó el líder de la manada. Se habían encontrado con uno de los Bright más fuertes, así que el asunto no sería fácil.

Cosa que emocionaba a Benjamin.

El lobo solo dió su orden y se preparó para encargarse de ese problema. Los aullidos se escucharon alrededor del campamento enemigo, cosa que pudo alerta a todos ahí. Los caballeros tomaron sus armas, temerosos de lo que se estuviera escondiendo en las sombras.

—Parece que ya nos han encontrado. – Comentó Mikell Bright mientras se levantaba de su lugar y tomaba una espada tan grande que cualquiera estaría seguro que sería imposible de levantar, aún así, el alfa lo hacía sin problema. —Yo me encargaré de eso.

Aún con su confianza, sintió un escalofrío tras él. Dió media vuelta, logrando divisar en las sombras un par de ojos y la silueta de un lobo de dimensiones gigantescas que se iba acercando , pero cuando la luz del fuego lo iluminó, pasó a ser un hombre que llevaba consigo una simple espada..

—Asi que, te atreves a aparecer tu primero. – No hubo respuesta. —¿Quien eres, bestia?

—Un hombre muerto no necesita recibir una respuesta. – Kondraki se puso en guardia. Aún si era un lobo, no iba a perder la oportunidad de enfrentarse a alguien considerado un maestro en combate como lo era el primogénito de Adam Bright. —Sin contar que ya sabes quién soy, así como yo sé tu nombre.

—Entonces que así sea. – Hubo silencio y una tensión enorme, con ambos alfas mirándose a los ojos sin moverse.

El primero en moverse fue Kondraki, lanzandose a toda velocidad hacia Mikell, apuntando directo a las zonas donde la armadura se conectaba. Aquello fue sorpresivo pero no por eso difícil de evitar para Mikell. Su arma le servía tanto para atacar como para defenderse, y así lo hizo. Cuando el metal de ambas armas choco, chispas salieron mostrando que tanta fuerza había en ese ataque.

—Eres fuerte, lobo. – Comentó Mikell aún deteniendo el avance del mencionado.

—Vaya falta de respeto hacia alguien mayor que tu.

—En años de bestia, estamos igualados. – Benjamin retrocedió de un salto cuando noto que el humano planeaba atacar de nuevo.

Gruñó molesto, no solo por la aparente defensa que tenía su contrincante, si no porque al parecer el brujo tenía toda la razón. "Mikel es grande y fuerte, pero eso lo hace más lento. Si logras moverte con agilidad y rapidez, lo sacarás de combate en cuestión de minutos"

—Ese idiota... No le diré que tiene razón. – Desde sus lugares, los humanos estaban confundidos por esas palabras.

Kondraki tomó su espada y la clavó en el suelo. Su postura cambio y ahora se veía más salvaje, su cola y orejas aparecieron, así como sus colmillos aumentaron de tamaño. Todos supieron que ahora se pondría todo más serio.

—No te daré oportunidad de acabar con mi territorio también. – Fue la unica advertencia.

Después de tomar aire y valor, el lobo se lanzó con aún más velocidad que antes al cuello de Mikell, el cual apenas y pudo cubrirse para que las garras del contrario no desgarran su carne. Maldijo por lo bajo antes de lanzarlo a un lado, pero aquello no afectaba a Kondraki.

En la brillante armadura ahora quedaban unas marcas profundas de garras, cosa que nunca antes había pasado con alguna otra criatura. Los caballeros temblaron al ver eso, pero seguían confiando que saldrían bien de ahí.

—No crean que me olvidé de ustedes. – Un chasquido y los lobos comenzaron a surgir, los cuales tomaron entre sus hocicos a cualquiera que tuvieran cerca, ya fuera monja o caballero, y los arrastraron al bosque. En la oscuridad dieron rienda suelta a su imaginación, y solo los alaridos de dolor se escucharon.

Era obvio lo que quería Benjamin Kondraki; atormentarlos.

—Eres un... – Mikell, que había desviado su mirada del lobo, volvió a centrarse en su enemigo, pero ya había cometido un error.

El haberlo dejado sin vigilancia le había dado la oportunidad de acercarse. Si no hubiera retrocedido, el Bright presente habría perdido la cabeza, pero en vez de eso solo terminó con una herida sobre su ojo, que iba desde la mitad de su frente y llegaba casi hasta sus labios.

—Dices que somos equivalentes, pero te equivocas. Llevo siglos viviendo y peleando, mi experiencia es infinitamente mayor que la tuya. Si ni siquiera un general oscuro como Clef puede someterme ¿Que te hace creer que tienes oportunidad? – La bestia se acercó más conforme daba su discurso, y cuando estuvo lo suficientemente cerca el caballero trató de partirlo a la mitad con su espada.

Kondraki retrocedió sin problemas y estaba listo para seguir con aquello, pero los demás no.

—¡Va-vamonos! – Exigió un clerigo de alto rango que los había acompañado, el cual empujaba a cada compañero suyo que se interponia en su camino para huir de los lobos. —¡Sácame de aquí! ¡Te exijo que me salves!

—¿Que...?

—Ya oíste niño, salva a la escoria que estabas escoltando. – Otro chasquido y los lobos dejaron de atacar. —Por mera cortesía te dejare vivir, pero esa herida que tienes será el recuerdo constante de tu humillación. – La manada por fin salió por completo a la luz, rodeando a su líder. —Quiza está vez, quien sea la decepción familiar será otro. – Con una sonrisa de burla y un aullido, se adentraron de nuevo al bosque.

Mikell sabía que no se habían alejado, de seguro estaban acechando en las sombras. Su elección fue sacar a todos los que seguían vivos de ese territorio, hasta un lugar seguro, y de ahí volvería el solo por venganza. Fue humillante cuando llegaron al pueblo humano más cercano, pues iban con menos de la mitad de su gente.

Una vez todos estuvieron a salvó en una posada, el Bright que iba con ellos estaba dispuesto a volver, pero fue detenido por una monja.

—Por favor no le caballero, no vuelva solo a ese infernal lugar.

—Tengo que, no dejaré que una bestia salvaje me humille de esa forma.

—Por favor, piénselo mejor. Su vida tiene mucho valor como para ir así, mal herido.

—Es necesario.

—¿Habrá algo que pueda hacer yo para persuadirlo?

Y si que lo hubo.

Después de curarlo, aquella mujer de fe y Mikell pasaron una noche muy apasionada. Aquello bajó el malestar del alfa, el cual aún así no podía estar del todo calmado. Pensando que haría, y viendo por la ventana de la habitación que estaba ocupando, logro divisar una luz que a toda velocidad cruzaba por valles y montañas, directo a la zona este del enemigo.

—¿Habrá pasado algo con ese ángel? – Se cuestionó, y después se echó a dormir.

Noche de Halloween Donde viven las historias. Descúbrelo ahora