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UN CAPÍTULO NUEVO

Día soleado, clima caluroso característico del verano y cientos de personas caminando de arriba abajo con maletas en mano era lo que el paisaje del gran aeropuerto de Narita mostraba.

Tanto extranjeros como locales no dejaban de desfilar y los reencuentros familiares, de parejas o amigos estaban a la orden.

No muy lejos de ahí una niña pequeña de no más de 6 años de edad, miraba alrededor por la enorme ventana de la sala VIP en la que había ingresado hacía quince minutos. Donde acompañada de Corimori – Akito (el perro peluche más popular del momento) comía un trozo de pastel de naranja mientras su padre revisaba sus redes sociales para contestar, a petición de su manager, algunos mensajes de sus fans.

La pequeña movía de vez en cuando la cabeza haciendo revolotear sus colitas amarradas con ligas de corazón que caían ondulantes a cada lado de su cabeza. Su piel trigueña dorada, ojos verdes brillantes coronados por largas y tupidas pestañas, facciones delicadas y excelentes modales para alguien de su edad, la hacían parecer toda una muñequita, que aparte de destacar por su hermosa apariencia, su ropa terminaba por completar el cuadro, pues de pies a cabeza vestía de la diseñadora Española Agatha Ruiz de la Prada. Que si bien no era una marca tan costosa como las que en otras ocasiones usaba, sí era su favorita. Amaba los colores y diseños divertidos de las prendas, así que desde la primera vez que vio las piezas, la amó con todo su corazón.

Su mono blanco con estampado de aguacates kawaii cuyos tirantes se abotonaban con un corazón, así como sus sandalias blancas con las letras "LOVE", resaltaban bastante entre los monocromáticos colores de alrededor.

Tras pasar un trozo del rico pastel, dio otra mirada expectante hacia afuera. Soltando un suspiro cuando no vió a quien esperaba.

—¿Papá, ya casi llega papi?

—Mmm déjame revisar, princesa. ¿Ya te aburriste? – preguntó el atractivo hombre que acomodando sus lentes de sol miró hacia la pantalla donde informaban el estado de los vuelos.

—No, solo ya quiero ver a papi. Lo extraño – el pequeño pucherito no mentía, realmente sentía lo que decía.

El hombre esbozó una sonrisa de medio lado —Yo también lo extraño mucho, mucho, pero mira. – Indicó señalando la pantalla.

Pronto el letrero de viajes internacionales marcó el arribo "Los Angeles – Tokyo".

—¡Papi ya llegó!, solo espera 15 minutos más y podremos verlo.

La emoción en su voz era la misma que la de su niña quien saltó de felicidad abrazando a su peluche.

Chunta cargó a la nena que de inmediato se colgó como un koala con la sonrisa más radiante del mundo. Caminó hacia la caja y pagó su cuenta, no quería perder ni un solo minuto.

Mientras salía de la sala pudo notar que algunas personas lo habían reconocido y apuntaban sus celulares hacia él, por lo que acomodó a su hija de tal manera que su rostro no fuera expuesto, para lo que el peluche resultaba muy útil; ya que no solamente servía como juguete sino para cubrirla, por lo que estos nunca faltaban a la hora de salir de casa.

Tanto él como Takato habían cuidado con fiereza que la identidad de su bebé no fuera expuesta, pues si bien era un delito mostrar a menores de edad en publicaciones, a algunos medios y personas no les importaba pagar la exorbitante multa si con ello obtenían popularidad y gran cantidad de ventas.

Hace unos años, cuando ambos llegaron de España con la bebé en brazos, los medios de comunicación se les fueron como buitres encima. Ambos eran famosos, también eran la primera pareja gay del medio que mostró sin pena su relación por todo lo alto y la primera en formalizar su relación por medio del matrimonio igualitario. Así que estaba de más decir que el que ambos hubieran llegado de una tercera "luna de miel" con un bebé, era una primicia que ninguno se quería perder. Aunque Japón se caracterizaba por ser respetuoso, la nota era la nota y todos la querían primero.

EL PAPEL DE MI VIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora