TOMA 12

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<Kuroneko se hinca>

Antes de comenzar con la historia, quisiera disculparme por haberla abandonado por un tiempo largo, pero tenía tantas actividades por realizar que me fue imposible. Con la mano en mi corazón expreso un sincero "lo siento mucho". 

Dicho esto y siendo las 2:40 de la mañana hago la publicación y como compensación a mi grave falta les subiré la TOMA 13 también, la cual acabo de terminar de escribir hace unos minutitos, por lo que si encuentran algunas faltas, perdónenme pero ya traigo mis ojitos de regalito y en cualquier momento azoto.

Gracias a los que comentan, a los que votan y  a quienes comenzaron a seguirme. Por ustedes es que encuentro la fuerza de voluntad para continuar. Espero que no se hayan olvidado de la trama y puedan seguir disfrutando de ella, tanto como yo lo hago al escribirla.

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Arata se sentía eufórico. Pronto, si todo iba bien, el desgraciado de Madarame estaría tras las rejas. Aunque tenía el video que mostraba el engaño y el testimonio de haberle mentido a un detective, carecía de lo más importante: las pruebas del delito. Evidencia que lo ubicara en el mismo lugar que Saijo. Debía seguir el rastro del auto que manejaba el encapuchado, buscar a la persona que le ayudó suplantando su lugar y visitar la bodega de la cual le había hablado Azumaya; pues para llevar a cabo sus fechorías necesitaba de un espacio apartado, silencioso y privado en el cual nadie le molestara.

-A partir de ahora seré tu sombra Madarame Kuroo – rápidamente comenzó a escribir un informe detallado de lo que había descubierto hasta el momento.

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-Chunta se te hará tarde, debes apresurarte – insistió Takato.

-Pero no te has terminado tu desayuno, quiero ver pronto esas preciosas mejillas más llenitas que las de Arenita en tiempo de hibernación – dijo acariciando una de ellas mientras las alas le revoloteaban.

-¿Arenita?... ¿qué es eso? – se preguntó por unos segundo y continuó - es solo que debo masticar despacio, pero sí me lo comeré todo. Así que, ya vete. No seas irresponsable.

-¡Takato! – reclamaba el menor haciendo pucheros.

-Pero que niño más mimado tengo... - dijo el actor dándole palmadas en la cabeza y mostrando una sonrisa radiante.

Junta le miró embelesado, para él no había nada más perfecto que su hombre. Sin perder de vista los labios de este se acercó para depositar un tierno beso en estos. Separándose de inmediato antes de que sus ganas de tomar esa boca sin contemplaciones se apoderasen de él.

- Bueno, quiero que me mandes foto de esta charola y espero no ver ni una migaja en ella.

El beso le había sorprendido, pero esas muestras espontaneas de afecto que el menor tenía con él se habían convertido en su capricho personal, sin las cuales no podía vivir.

-¡Sí señor! – contestó imitando la voz de un militar.

-¿Puedo darte otro besito antes de que me vaya? – lentamente colocó ambos brazos al costado de la cabeza del pelinegro, dejando su rostro a escasos centímetros de este.

-Claro que puedes, cuantos quieras – no importaba el tiempo que llevaran juntos, siempre sentiría mariposas en el estómago, acompañado de cierto grado de vergüenza ante las muestras de afecto de su pareja y la manera en que los hermosos orbes verdes le miraban.

-Gracias, lo tomaré con gusto – dijo refiriéndose a la invitación de "cuantos quieras" dicha por el actor.

De pronto la puerta se abrió estrepitosamente, asustando a ambos. Un jadeo exagerado de sorpresa se escuchó y tras esto una frase larga en español.

EL PAPEL DE MI VIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora