TOMA 18

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UNA SEMANA ATRÁS

El último mes había sido un infierno para el actor, debido al escándalo que se había generado con el video y las fotos, el internet estaba lleno de comentarios de todo tipo, sus contratos habían sido cancelados, convirtiéndose así en el apestado del medio. Poner un solo pie fuera de casa era todo un reto y los únicos que le buscaban eran los programas de chismes. La opinión pública había sido tan severa que hasta su agencia, para evitar problemas futuros, le había hecho llegar su "renuncia voluntaria" lavándose las manos y dándole la espalda. El director que en su momento le había defendido, decidió que había sido suficiente.

Desempleado, con su carrera arruinada, quebrado debido a las multas que tuvo que pagar por incumplimiento de contrato y confinado a permanecer en casa era una visión que jamás en la vida le había pasado por la cabeza. Era irreal y la rabia dentro suyo crecía al no saber quién le había hundido. Lo único que tenía ahora era su odio y el departamento que habitaba.

-Definitivamente, tiene que ser él. Desde el primer momento su mirada hacia mí fue de desprecio... Takuya me lo advirtió – pensó Kuroo dando otro trago a su bebida. – Sí, solo él habría podido encontrar a Kagura e ingresar a mi casa como si nada. ¡Maldito hijo de perra! – gritó lanzando el vaso estrellándolo en la pared.

El actor estaba seguro de que quien estaba detrás de la desgracia que había caído sobre él, era Arata, por lo cual le haría pagar, haría que se arrepintiera por mandarle a la mierda y disfrutaría inmensamente de ello.

Estaba harto del encierro y este solo le ponía peor, necesitaba una distracción con prontitud o se volvería loco. Caminó hacia su armario y se vistió con la ropa más sencilla que encontró; un cubre bocas y un sombrero que ocultaba su cabello, complementaban su atuendo.

Pasaba de la una de la mañana. Mirando hacia todos lados pudo notar que por primera vez la prensa o paparazzis no estaban al acecho, suponía la hora ayudaba a esto. Caminó por las calles cercanas hasta que pudo abordar un taxi para dirigirse a la zona céntrica. Cualquier bar sería bueno para olvidarse de todo por un momento. El flujo de personas haría que fácilmente pasara desapercibido y lo agradecía.

Finalmente su corto viaje terminó, bajó y caminó hacia el primer bar que encontró. Cuando estaba a punto de ingresar la voz del gerente le detuvo.

-Lo siento señor estamos cerrando. Pero si gusta...

Ni siquiera se molestó en terminar de escucharle, así como había entrado salió, giró la esquina y como si del destino se tratara encontró a quien menos se esperaba.

A unos cuantos metros, en la oscuridad y avanzando con una bolsa de basura en cada mano, se encontraba quien hacía tiempo había sido un peón para ejecutar su plan. El chico se veía más saludable y el cabello antes largo ahora llegaba a sus hombros, enmarcando su rostro y dejando ver sus facciones aún juveniles. "Así que ahora trabajas aquí", pensó. Hacía tiempo le había buscado, obviamente sin éxito alguno.

Le siguió con la vista todo su trayecto de ida y vuelta, observó cómo entraba al local y se perdía por unos minutos. Fue entonces que decidió que esperaría pacientemente hasta que volviera a salir. La oscuridad era su aliada, aparte, nadie pondría atención de un sujeto en un callejón, pensarían que era un borracho más y listo.

El tiempo se fue volando y en menos de lo que pensaba, observó a Yoshi alzando su mano y despidiéndose de sus compañeros, siendo esta la señal perfecta para abordarlo; sin embargo, sus intenciones se fueron al caño cuando la figura conocida de cierto detective se aproximó hacia su objetivo. Un "no puede ser", fue lo primero que acudió a su cabeza.

-Maldito hijo de puta, ¡me vendiste! - Recriminó en su mente el actor, apretando con fuerza los puños y mandíbula.

En cuanto los vio juntos y al menor sonriendo, la sangre comenzó a hervirle. Para él no había ya dudas, el prostituto se había aliado con Shirakawa para joderle y todo lo que le había pasado era por su causa. Fue entonces que, al ver tal unión entre esos dos, su cabeza comenzó a maquinar más allá; de pronto, la imagen de Takato pareció materializarse frente a él. Si sus sospechas no fallaban, Yoshi tarde o temprano hablaría sobre cómo le pidió hacerse pasar por él, así como deshacerse del auto que había manejado aquella noche para transportar al actor, y de ser así, no solo podía irse despidiendo permanente del mundo de la actuación sino también de la vida en el exterior.

EL PAPEL DE MI VIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora