epílogo.

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Un año después

—¿Qué haces despierto a esta hora, Quinn? — Una somnolienta Lily bajó lentamente las escaleras mientras un bostezo salía de ella.

Joseph yacía preparando el desayuno, apenas llevaba los pantalones de pijama. A la vista se observaba el torso desnudo de este, su abdomen yacía levemente marcado.

Lily ladeó su cabeza bastante confundida, debido al accesorio que llevaba en su cabeza.

El chico llevaba sus lentes de sol favoritos.

Lily soltó una leve risita y abrazó a su chico por la espalda.

Joseph sonrió de lado y cerró sus ojos al sentir el bendito contacto matutino que tanto le gustaba.

—Es tarde, preciosa.

Lily enarcó una ceja.

—Son recién las 9:40 de la mañana, Quinn — Lily dejó un casto beso en su espalda y se alejó de él para así sentarse encima de la mesa.

Joseph giró su cuerpo y sonrió.

—Aún así, es tarde para mí — Joseph se acercó hasta la chica y le robó un casto beso en sus labios.

—¿Se puede saber qué demonios haces con tus lentes de sol encima de la cabeza, Quinn? — Preguntó Lily mientras pasaba una de sus manos por el hombro descubierto de su pareja.

Joseph soltó una leve risita y la observó fijamente.

—Me gustan mis lentes — Joseph miró a Lily de arriba hacia abajo y enarcó una ceja, imitando la acción de su chica — ¿Y tú, qué haces con mi camisa favorita, Ryder?

Lily se sonrojó y mordió su propio labio inferior.

—Me gusta tu camisa, Quinn.

Touché.

Lily llevaba puesta la camisa blanca que solía usar muy a menudo. Aquello le divertía bastante, la situación se había tornado juguetona.

Situación que a Lily le encantaba.

Y por lo visto, a Joseph también.

Joseph sacó su lengua y esbozó una pequeña sonrisa. Se acercó lo suficiente a Lily para que esta pusiera las piernas alrededor de sus caderas.

La distancia se había acortado lo suficiente para que ambas bocas estuvieran a escasos centímetros de ellas.

Lily jaló juguetonamente el labio ínfimo de Joseph y esbozó una leve sonrisa.

Joseph imitó su acción, para así dejar un casto beso en los labios de la chica.

Un juego peligroso estaba llegando.

Que sin duda...

Ambos querían ganar.

—¿A qué juegas, Lily Ryder? — Lily esbozó una sonrisa y tomó los lentes de su chico para así colocárselos.

Lily hizo un leve espacio bajándose así de la mesa que se presentaba en la cocina.

—No juego a nada, Joseph Quinn — El castaño negó. Mordió su labio ínfimo y esbozó una sonrisa ladina que dio espacio a un pequeño hoyuelo que se encontraba escondido en su mejilla derecha.

Estaba jodidamente enamorado de aquella chica castaña.

Y cada una de sus travesuras, le fascinaban.

El castaño se acercó y atrapó a la chica por la espalda, provocando que Lily diera un leve salto.

Una risita escapó por los labios de ambos mientras que Lily negaba suavemente.

7 » joseph quinnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora