Capítulo 1: Ella

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-Ya no me divierte. Nada. En absoluto.
-Me encuentro como si todo se hubiera ido al demonio en mi alma.

El fin de algo
🥀Ernest Hemingway🥀







Lo supo en ese instante.

No fue gracias a los latigazos de su espalda tatuados en fuego, o el dedo roto de su mano izquierda ni los moretones, el hambre o el frío que tiene en este momento.

Fue ella.

Ella no es su amiga.

Nunca antes la había visto.

En realidad hadrian nunca tuvo un amigo desde que comenzó la primaria, su tía petunia dejó muy claro con una bofetada lo inaceptable que otros puedan mirarlo, eso por supuesto fue la señal para Dudley y su pandilla de conseguir un juguete menos rompible.

O al menos eso pensaron.

La primera vez que sucedió fue hoy, sangraba tanto que la nariz chorreaba entre sus pequeñas manos que la sostenían. Era tanta la sangre que el árbol al cual lo estrellaron múltiples veces se tiñe de una gran mancha oscura.

Hadrian huyó tan rápido como pudo directo al baño de servicio, sabía que nadie iba a ese. Tenía que quitar la mancha de el trapo viejo que heredó de su primo, no podía permitir hacer enojar a su tía, la contribución de Vernon sería una visita a su armario en medio de la noche donde tenía que contribuir a la felicidad del jefe de la casa.

Se estremeció.

Restregó con más fuerza su playera.

Hadrian desde que tuvo uso de razón él entendía que nadie en esa casa lo amaría.

Lo entendió cuando su tía lo miró como si fuera una puta. Cuando encontró a vernon jugando, como si él lo provocó en primer lugar, esa atención especial de ese cerdo.

Fue la primera vez que lloro, no importaba cuántas palizas recibía de los dos, que el hambre o frío lo estuviera matando.

Dolia, aun lo hace, pero no había ira ni odio.

Vive en una neblina caminando por la vida rebosando de cansancio.

Vernon no podría odiarlo más que eso.

Vernon quería que él se enfureciera.

Hasta que decidió que ser solo su sirviente no era suficiente.

Cuando terminó de más o menos arreglar la desastrosa playera alzó la cabeza y se observó directamente al espejo.

Sus profundos ojos verdes, grandes y redondos decorados con abundantes pestañas negras siguiendo la fina nariz, labios carnosos ligeramente rosados su cabello parecía suave aunque desordenado, con ligeros rizos a pesar del horrible corte no perdían su forma, tan negro como las alas de un cuervo, Su piel a pesar de las marcas coloridas que la llenaban era blanca y suave.

Parecía inocente, casi como un santo.

Suspiro él quería usarlo, así la ropa estaría seca por completo, pero era riesgoso hacerlo. No le quedó de otra dejarla empapada, con desgana salió y se dirige a la biblioteca en su camino debe pasar por el salón del maestro Jason, el único en su opinión que de verdad le agradaba, él sabía que algo malo pasaba en casa y no ayudó, pero no fingió intentarlo, directo y claro. Eso le gusto. El mundo falso que los adultos se inventan así mismos de lo que era la realidad de hadrian él no participaba, pero le dio herramientas útiles que podrían salvarle la vida nunca olvidará esa conversación.



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