5. La llamada

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A la mañana siguiente estaba viendo una película con mis padres. Una película medio decente que si que podía ver con mis padres, netflix se había vuelto el habitad de porno juvenil soft. Excepto por algunas, he visto una muy buena sobre dos chicos de escuela súper cutes, me hicieron pensar que quizás no toda la humanidad hace cosas malas. Sin embargo, ver películas no es lo mío, y con mis padres mucho menos últimamente hago de todo por complacer a todos menos a mí.

—¿Esperaste en afuera de la universidad?—le pregunté mientras papá me miraba de rabillo.

—No.

—Mamá tiene razón, papá, mientes fatal.

—No es así, en serio, estuve en el trabajo y fui a la oficina de correos.

—¿Y luego?

—Tenía un libro para leer —dijo el algo avergonzado. Cuando desvía la mirada es cuando sabes que está mintiendo.

—Y yo soy la que necesita una vida —sonreí.

La película era algo graciosa, de hecho. Es de esas películas que es tan buen que es mala. En medio de la película recibo cuatro mensajes de Kai.

[¡Dime qué a mí copia barata de amazonas le faltan páginas o algo!]

[Ashley, dime qué no ha llegado al final de este libro]

[NO PUEDO CREER QUE NO ME DI CUENTA DE LA PROFUNDIDAD DE ESTE LIBRO]

[Supongo que Lana muere al final y parece mensaje doble. Uno: el cáncer es despiadado, a pesar de que ella tenía dinero no la felicidad suficiente. Dos: mantenerte en una relación toxica no lleva nada bueno. Llámame cuando puedas necesito dar mi crítica]

—Ma—digo viéndolos—. Estoy algo cansada, ¿Puedo ir a mi cuarto?

Mamá me miró como si le hubiera dicho que iría a Marte.

—Tú nunca te vas a mitad de una película.

—Cielo—mi papá le dio una llamada de atención.

El ambiente se puso tenso porque no me había confundido otra vez. Apreté mi labio inferior y forcé una buena sonrisa antes de decir:

—Es que tengo trabajos atrasados, pero ya para la próxima será.

Me levanté antes de que pudiera decir algo más. Apenas entre a mi cuarto vi en la ventana que el clima era nublado, un clima digno de Indiana: el tipo de clima que te encierra.

Kai respondió al cuarto tono.

—Ashley.

—Bienvenido a la dulce tortura de un buen libro....—me detuvo al oír un fuerte sollozo—. ¿Estás bien?

—Estoy magnífico—respondió Kai—. Sin embargo, estoy con un amigo el cual esta...algo sensible.

Más gemidos. Como el lloriqueo de un animal herido. Kai dirigió su atención a su amigo.

—Amigo. Amigo, tranquilo. No vale la pena—después de un minuto, Kai me dice—. ¿Puedes darme un minuto?

—Claro —digo, sin embargo el no colgó. Es más, hizo video llamada.

Creo que dude un segundo antes de contestar para ver a Kai a con su brazo alrededor de un chico cuyas lágrimas corrían por sus enrojecidas mejillas en un flujo continuo, su rostro una tensa máscara de dolor. Aquel chico miraba otro lado, sin siquiera mirarme, y aulló, todo el momento machacando su control.

—¿Cómo estas, Ash? —preguntó Kai.

—Estoy bien —dije—. ¿Y tú amigo...? —No respondió. Ni siquiera el más mínimo indicio de que fuera consciente de mi existencia. Sólo las lágrimas cayendo por su rostro hacia su remera negra.

Kai apartó la vista de la pantalla muy brevemente. Miró a su amigo y regreso la mirada a la pantalla.

La última paradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora