16. Picnic

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Terminé solo acostada en mi cama recordando aquellas sensaciones. Apreté mis rodillas con fuerza cuando sentí escalofríos. No podía dejar de pensar en muchas cosas.

Como el picnic con Kai. No podía dejar de pensar en el me tense cuando me tocó. De alguna manera, la suave familiaridad se sintió mal.

Pensé que quizás era por el cómo estuvo orquestado todo el asunto: Kai fue sorprendente, pero había exagerado todo en el picnic, hasta los sándwiches que eran metafóricamente resonantes pero sabían terrible y el discurso memorizado que impidió la conversación. Todo se sintió romántico, pero no romántico.

Pero la verdad es que nunca había querido que me besara, no de la manera en que se supone que quieres esas cosas. Quiero decir, es hermoso. Me sentía atraía por él. Pensé en él de esa manera, tomando una frase de la lengua vernácula de la escuela media. Pero el toque real, el toque que sucedió... fue todo mal.

Entonces me encontré preocupándome de si tendría que besarme con él para conseguir el libro firmado, que no es la clase de cosa en la que quieres estar pensando, porque:

a) No debería siquiera haber sido una pregunta el si quería besarlo, y b) Besar a alguien para que así puedas conseguir un Libro gratis está peligrosamente cerca a aceptar un enrolle completo, y tengo que confesar que, aunque no me considero una persona particularmente buena, nunca pensé que mi primera acción sexual real sería de prostitución.

Pero entonces de nuevo, no había intentado besarme; sólo tocó mi cara, y ....eso. Ya saben.

Nos dejamos llevar un poco por las hormonas eso es todo.

En algún punto, me di cuenta que estaba analizando el encuentro como Diana, así que decidí enviarle un mensaje de texto y pedirle algún consejo.

Llamó inmediatamente.

—Tengo un problema con un chico —dije.

—DELICIOSO —respondió Diana. Le dije todo sobre ello, completo, con el toque de cara incómodo, dejando fuera sólo lo del libro y el nombre de Kai—. ¿Estás segura de que es atractivo? —preguntó cuando terminé.

—Bastante segura —dije.

—¿Atlético?

—Sí, solía jugar baloncesto.

—Vaya. ¿Cómo lo conociste?

—En el horrible trayecto al reclusorio de torturas adolescente.

—Huh ―dijo Diana—. Por curiosidad, ¿Es Kai?

—Um, ¿quizás?

—Oh, Dios mío. Lo he visto en fiestas. Las cosas que le haría a ese chico. Quiero decir, no ahora que sé que estás interesada en él. Pero, oh, dulce y santo Señor, montaría a ese pony de una sola pierna todo el camino alrededor del corral.

—Diana —dije.

—Lo siento. ¿Crees que tendrías que estar arriba?

—Diana ―dije.

—De qué estábamos hablando. Bien, tú y Kai. Quizás... ¿eres
lesbiana?

—¿No lo creo? Quiero decir, definitivamente me gusta.

—¿Tiene manos feas? Algunas personas lindas tienen manos feas.

—No, más o menos tiene manos sorprendentes.

—Hmmm —dijo.

—Hmmm —dije.

Después de un segundo, Diana dijo:

La última paradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora