Cuando el doctor Justin apareció en la mañana siguiente, se movió a mí alrededor por un minuto, y me dijo que estaba lista para irme no sin antes decirme que no vaya a parrandas.
Así que mamá abrió su bolso de tamaño excesivo para revelar que había tenido mi ropa para ir a casa con ella todo el tiempo. Me sentí libre de ataduras aunque todavía tenía que llevar paroxetina conmigo. Fui al baño, tomé mi primera ducha en una semana, me vestí, y cuando salí, estaba tan cansada que tuve que recostarme y recuperar el aliento.
Mamá preguntó:
—¿Quieres ver a Kai?
—Supongo —dije, después de un minuto. Me puse de pie y arrastré mis pies hasta la camilla, me senté en el borde y lo triste de mi condición física es pensar que eso me agotó. Mire mi ropa—. ¿Porque no me trajiste nada bonito?
Ella resopla.
—Correcto. ¿Porque usualmente empacas para un romance caliente en el hospital?
—Somos amigos—respondí haciendo una mueca—. Además mamá no puedes decirle a tu hija que tenga un romance caliente, no es normal.
—Castigada por decirle a tu madre anormal.
—Eso es abuso de poder.
—¿Para qué tener poder si no lo uso?— mirándome antes de que las dos nos echemos a reír.
Agarra una servilleta, limpiándose las lágrimas.
—No sé qué haría sin ti.
Mis entrañas se congelan. No sé qué haría sin ti.
Trago saliva y le doy un apretón reconfortante a su mano, pero mi mente instantáneamente viaja hacia la aquella habitación. Hasta entonces, soy la única que puede mantenerme viva. Y tengo que hacerla Tengo que seguir viva.
Porque estoy bastante segura de que mantener viva es lo único que mantiene a mis padres de pie.
Papá regresó con Kai un par de minutos más tarde. Su cabello estaba desordenado, derramándose sobre su frente, sus audífonos decorando su cuello. Se iluminó con una verdadera sonrisa tonta de Kai cuando me vio, y no pude evitar sonreírle en respuesta. Se sentó en la silla reclinable de cuero de imitación azul junto a mi silla. Se inclinó hacia mí, pareciendo incapaz de reprimir la sonrisa.
Mamá y papá nos dejaron solos, lo que se sintió incómodo. Me esforcé por mirarlo a los ojos, aunque eran la clase de ojos bonitos que son difíciles de mirar.
—Te extrañé —dijo Kai.
Mi voz salió más baja de lo que quería.
—Nos vimos ayer.
—Ah, ¿Hablas de cuando dijiste que me vaya al diablo?
—No te dije que te fueras al diablo.
El sonrió, divertido.
—Gracias por no intentar verme cuando me veía como el infierno—aclaro.
—Para ser justo, todavía te ves bastante mal.
Me reí.
—Te extrañé, también. Simplemente no quería que vieras... todo esto. Solo quiero que, al igual que... no importa. No siempre obtienes lo que quieres.
—¿Es así? —preguntó—. Siempre pensé que el mundo era una fábrica que concede deseos.
—Resulta que ese no es el caso —dije. Era tan hermoso. Intentó tomar mi mano pero sacudí mi cabeza—. No —dije en voz baja—. Si vamos a pasar tiempo juntos, tiene que ser, como, no de esa forma.
ESTÁS LEYENDO
La última parada
RastgeleAshley Donelly es una chica que siempre ha pasado desapercibida, pero no para Kai. Conocer a un chico en un tren puede ser pura suerte, volverlo a ver una y otra vez es algo más que solo suerte. Más cuando aquel chico es la persona que cautivo a Ash...