10. I wanna Be yours

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En este capítulo contiene canciones, si quieres puedes ponerlas para meterte más en la historia, si no, no te preocupes ahí pongo la letra traducida para que se entienda.

La mañana apenas me desperté temprano, cuando termine de bañarme y cambiarme lista para despedirme de mis padres y partir a mi tortura diaria adolescente reprimida llamada: Estudios.

Vi que me había llegado un correo. Anónima, me respondió.

Deje de respirar cuando lo abrí y empecé a leer:

Querida señorita Donelly.

Me temo que fe a estado algo fuera de lugar, pero entonces, la fe general lo está de todos modos. No puedo responder tus preguntas, no al menos escribiendo, porque para responder esas preguntas seria una secuela de fugitivos en el tiempo, la cual si te motivas a escribir seria increíble dado a los simios con cerebro de tu generación. Esta el teléfono, pero entonces grabaría mi voz y no sería "Anónima". No es que no confié en usted, por supuesto, pero no confió en usted.

Desgraciadamente, mi querida Ashley, no podía contestar esas preguntar a menos que estuviera en persona con usted. Desde luego me siento maravillada que esta cosa a la que llamo libro sea útil para usted, incluso si el libro no es mucho de mi delectación porque nada creado por uno mismo lo es, me alegra que sea de la suya.

Aquí le mando una foto de mis listas de compras si es de su interés.

Sinceramente.

Con cariño, Anónima.

—¡AAAAAAAAAH!

Mamá entro rapidamente.

—¿Qué sucede? —me agarro de la cabeza para obligarme a verla—. ¿Te duele? ¿Llamo al doctor?

—No. Nada, estoy bien—le asegure. Le conté todo lo del email hasta donde llegamos y que de eso vino mi grito.

Claro que me dejo ir luego de tremendo drama y cuando llegue a la estación de trenes apenas vi a Kai sentado esperando el tren hice lo que toda adulta responsable haría: gritar.

Grite y corrí contra él. No le dio tiempo ni de levantarse cuando me abalance a sus brazos que quedaron suspendidos en el aire con clara confusión en su rostro, sentir la calidez de su cuerpo era una sensación que no olvidaría sin duda.

—¡Me respondió! —le dije una vez estábamos dentro del tren.

—Guau—dijo él, parecía verdaderamente feliz—. ¿Y que harás ahora? Digo...¿te conformaras con ello?

—No es como si pudiera extorsionarla para que me diga donde está.

—Tus papas lo harían—dijo bastante seguro—. Digo, diles que es para un deseo. Los padres tienen la obligación de cumplirnos al menos un deseo en esta vida.

—Ya use mi "Deseo"

—¿Qué les pediste?

Suspire ruidosamente.

—Tenia trece—dije.

—No.

—Sí.

—No tú.

—¿Por qué yo no?

—Porque te esperaba más original.

—Soy. ¿Qué crees que escogí?

—No Disney—dijo el.

No dije nada.

—Tú no fuiste a Disney World.

La última paradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora