Capítulo 22

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—Noche Dos en el hospital—

Los humanos no entendemos el concepto de la paz hasta poder sentirla por nuestra propia cuenta, lo que no vemos, es que la paz viene en forma de lugares, del clima, animales, palabras... Pero en mi caso tiene una sonrisa hermosa, ojos brillosos como un par de galaxias infinitas que me hacen creer que nunca dejaran de brillar, un perfil decaído, pero sin embargo, parece levantarse gracias a sus sueños, un cabello negro y suave actualmente un poco más corto... Podría estar toda la noche hablando sobre cada detalle que lo conforma.

—Aagh —suelta un quejido sacando la cuchara que estaba en su boca, su mueca de asco me hace reír, recibo una mirada recelosa de su parte y me hace reír aún más.

—¿Qué pasó? —preguntó riendo mientras acomodo mi cabello, que está un poco raro porque ayer no me bañé, y estar acostada en la camilla hace que sude.

—¡Recordé porque no me gusta el pudin! —le da un vistazo al envase del pudin leyéndolo. Luego toma una porción más en la cuchara y lo acerca a mi boca—. Toma prueba un poco —abro mi boca, la cuchara está a punto de entrar cuando es devuelta por el mismo llevándolo a su boca.

Su mueca de asco se vuelve a repetir, —Pero... —digo y frunzo el ceño sin entender su acción.

—Joder olvidé por un segundo que no me gusta —me rio con carcajadas—. En mi mente se veía romántico —niego lentamente y recibo una pequeña risa de parte de él.

—En lo personal no me gusta la comida del hospital, sabe rara, sin sabores y con ingredientes extraños —el asiento estirando su espalda en la silla, no me gusta que esté incómodo nada más por estar conmigo. La primera noche estuvo conmigo durmió con su cabeza en la camilla mientras yo hacía caricias en su cabello, hoy él quiere volver a quedarse, pero me duele que lo haga.

El azabache clava su mirada en la mía, mi respiración comienza a acelerarse, él lo nota dejando salir una pequeña risa que hace colorar mis mejillas, —¿Puedo hacerte una pregunta? —yo asiento con nerviosismo—. ¿Que pasara mañana cuando salgas de este lugar? —me miro fijamente esperando una respuesta automática que verdaderamente no tengo.

No sé qué responder, solo atino a bajar mi cabeza y comenzar a jugar con mis dedos. Devuelvo la mirada al azabache, muerdo mis labios, he intento responder, —No lo sé, creo que tal vez ordenar las cosas, no es fácil dejar todo en claro —él asiente lentamente. Sé que todo parece confuso que esté dando otra oportunidad al rubio mientras no entiendo bien qué ha pasado con Logan... Sé que Logan me atrae, pero aún dudo si siento algo realmente fuerte, no puedo decirlo porque sería un problema para ambos y la verdad es todo lo que quiero evitar ahora.

—¿Ordenar todo? —preguntó metiendo sus manos en sus bolsillos. Asiento lentamente como si estuviera pasando por un sermón—. ¿Soy parte de aquello que quieres ordenar? —sus preguntas me ponían nerviosa, sé que tiene el derecho de escuchar las respuestas, pero me siento un poco presionada.

—Logan... Perdóname —él lame sus labios sin entender lo que dije, juego una vez más con mis dedos—. Solo dame un poco de tiempo para asimilar todo, ¿si? —él no ha quedado muy contento con la respuesta, pero aun así lo acepta.

—Pensé que... Ya sabes, estabas sintiendo lo mismo, pero entiendo no se puede olvidar a alguien de la noche a la mañana, solo espero que esta vez sí pueda cuidar tu corazón. No creo poder estar ahí cada vez que él lo rompa —sus palabras duelen, pero él tiene toda la razón, de todas formas yo he llevado esto acá. Solo me gustaría salir de esta confusión.

—No tienes que estarlo —bajo la mirada, lo que ha dicho hace que me sienta mal como una indecisa y a decir verdad lo estoy siendo—. Perdón por esto —él niega y se acerca de nuevo a mí haciendo que mi cuerpo sienta unos escalofríos.

—¡No pidas perdón porque me gusta la forma en la que duele! —lo dice acercándose a mí, levantando mi mentón, el tacto de sus manos me impide negar, haciendo que odie todo de mí por ser débil ante él, se acerca a mi boca dispuesto a hacerlo una vez más.

—Logan esto no es bueno para t... —no pude terminar cuando sus labios ya están danzando con los míos, mis labios le dicen a mi cerebro que no pararemos hasta que acabe, a diferenciar de nuestro primer beso este lleva más sentimiento de parte de ambos, sus dedos pasando por mi mentón y la sensación hacen flaquear mi cuello como si no pudiera sostenerlo. Ambos seguimos el beso sin detenernos, odio que no puedo negar la satisfacción que se siente, él sonríe lentamente sin despegar nuestros labios notando lo que siento. El nerviosismo se hace parte de mí, siento mis mejillas rojas, él se aleja lentamente quedando a poca distancia de mi rostro, mira mis ojos fijamente y con una sonrisa dice.

Husky, lo siento, pero no te estoy pidiendo que me cuides, yo elijo con que sufrir, al final del día ambos estamos haciendo lo mismo —niego lentamente agachando la cabeza, no se a donde ha quedado esa chica tan decidida, fría y firme con lo que dice, se ha vuelto una débil, frágil y sin cordura cada vez que se trata de él.

No entiendo mi actitud entregada o tal vez si, en el fondo me siento más suya que de mi misma. No tengo forma de negar que sus besos me llevan más allá de lo que yo nunca pensé imaginar, los nervios, las ganas, el cosquilleo... Son inexplicables.

—¿Eso nos convierte en dos masoquistas cie.. —vuelve a llevarme a él tomando de mi espalda con delicadeza, yo tomo la parte trasera para acercarlo a mí y seguir el beso. A diferencia de los otros dos, este es un poco más corto—. Ya deja de interrumpirme con un beso cada vez que quiero decirte algo —dije con una sonrisa que me quitó la seriedad con la que planeaba decirlo.

Él suelta una risa acompañada con la mía, —No sé qué me hiciste, pero quiero que sepas, que aunque no sepa como amar, te amaré de todas las formas que descubra, incluso si tú nunca llegas a amarme —sus palabras me duelen al punto de hacer que una lágrima salga, me hace preguntarme si esta es la parte del amor que nunca conocí.

—Idiota no ves que estoy sensible y me dices estas cosas —suelto quejándome como una niña haciendo que él suelte una risa iluminada, me encantaría poder verla y escucharla todos los días, pero solo el hecho de pensar que puedo dañarla me baja los ánimos de sentir mía esa sonrisa.

Sin pensar muy bien en mí, sin pensar muy bien en él, mis palabras se hacen dueña de mis decisiones.

—Logan... —sus ojos me miran ami, como si yo fuera quien causara ese gran brillo, tal vez sí, tal vez no, pero mis ilusiones quieren creer que sí.

—¿Qué pasa Gali? —su voz ronca y relajada confundió mis latidos y a mi cerebro, no sé si mi corazón está latiendo más rápido o más lento.

—Déjame ser dueña de tu sonrisa... Solo esta noche, aunque no sea el escenario perfecto, aunque parezca que nada está en orden... Solo dame el placer de sentir que tu sonrisa es mía, solo una de ellas —él sonrió una vez más, me encanta ver su rostro.

—Es irónico que lo pidas cuando es por ti que sonrío —lamió su cicatriz, me hace soltar una risa nerviosa, el calor por mi cuerpo aumenta.

Ambos nos quedamos mirando nuestros rostros por unos minutos sin decir nada, sonriendo como tontos, la noche es nuestra, el escenario no es perfecto, pero parece no importarle a los latidos del corazón. Él toma mis manos jugando con mis dedos como un niño pequeño, me río por su acción, él suelta un bostezo que involuntariamente me hace ver el reloj.

"2:24 am"

La hora pasó sin darnos cuenta, sus ojos estaban un poco caídos y con un color rojizo que me gritaban, "déjame dormir por favor", el poso su cabeza en la camilla, muerdo mis labios para analizar lo que estoy a punto de decir.

—Logan... Ven hay espacio para ambos —mis mejillas se sonrojaron.

—No quiero ser una incomodidad para ti —dijo avergonzado, lo miró con mi cabeza ladeada, estire mis manos cerrando y abriendo mis puños para llamarlo.

—¡Ven aquí Moony! —él rueda sus ojos por el apodo y sonríe haciéndome sonreír también, me pongo más a la izquierda dándole espacio, él se acercó a mí quedando a mi lado, pasó su brazo por detrás de mi cabeza para yo usarlo como almohada, ambos nos miramos el espacio es corto, nuestras respiraciones se complementan, nuestros nervios también son fuerte, pero la paz que habita en nuestras almas está llenando la habitación por completo.

Mi cabeza está perdida como nunca antes, y es la primera vez que amo la forma en la que no se controla, miles de preguntas comienzan a surgir justo como si nunca en mi vida hubiera preguntado, todas ellas tienen planes de ser contestadas.

Sé que el tiempo que hemos compartido ha sido para conocerme a mí, para poder saber más de mí, pero qué hay de él, que va más allá en su pasado y su futuro. Siento que es un buen momento para preguntarlo.

—¿Puedo hacerte una pregunta Moony? —él asiente y procedo—. ¿Qué hay sobre tus sueños?, pero los reales —él duda y hace una mueca con sus labios—. ¡No tienes que responder! —a quien engaño claro que quiero que responda.

—Lo haré... —el suspiro mirando un punto fijo—. ¿Quieres saber los más estúpidos o los más interesantes?.

—¿Están clasificados? —ambos reímos.

—¡vale, empezaré con los más tontos! —me reí dejando un espacio entre la respuesta— Quiero ir a una fiesta de disfraces disfrazado de un león —sus ojos se iluminan mientras lo imagina.

—¡Eso suena muy cool! —él sonríe con emoción.

—¿Verdad que si? —asiento varias veces viendo su emoción—. Este lo es mucho más, Me gustaría estar en la torre Eiffel y al llegar a la parte más alta gritar, "Lo Logre, pude ser feliz" —sus ojos por un momento se apagaron como si lo viera como un sueño que no podrá cumplir.

—¿Puedo saber los demás? —él asiente.

—Quiero ser el jefe de una cafetería donde venden café amargo sin prejuicios —suelto una carcajada y recibo un pequeño jalón en mi cabello—. Es mi sueño no te rías —se queja como un niño pequeño que de la ternura ya no pude reír más—. También quiero montar caballos y poder correr en él, justo en medio de la noche —su emoción se transmite a mí.

—¿Caballos? —él asiente varias veces—. ¿Que no les tienes miedo?, yo no podría acercarme a uno, tampoco los he visto de cerca —él sonríe.

—Los caballos son animales muy nobles, ellos podrían hacerte sentir una experiencia distinta, incluso como si fuera algo más allá que una simple experiencia, y todo estuviera conectado con tus emociones —acaricia mis manos con sus dedos—. Solo tienes que entenderlos y ver más allá de su naturaleza.

—Puedo notar que son tus animales favoritos, ¿pero qué hay del disfraz de león? —él sonríe con vergüenza. Sonreí también y acaricio su mano.

—Si los caballos me encantan, pero los leones tienen que ver con mi madre, su sueño es acariciar uno —Sonrió.

—¿Entonces tú quieres ser ese león para ella? —despegué mis labios curiosos por la respuesta.

—¡Algo así! —ambos sonreímos, él termina su sonrisa con un bostezo.

—¡Creo que es mejor que duermas! —susurro con vergüenza.

—¡Creo que es mejor si ambos lo hacemos! —susurra acercándose a mí para jugar con mis nervios.

—Tie... Tienes razón, Creo que nunca podré agradecer todo lo que me das —él sonríe y niega, pasa un mechón de mi cabello por la parte trasera de mi oreja.

—¿Te han dicho que para ser amargada eres muy cálida? —sonreí avergonzada.

—No realmente, quiero decir que los que me rodean me conocen por ser amargada, intentó ocultar este lado con todos y no sé porque no puedo ocultarlo cuando se trata de ti —él se avergüenza, sus mejillas son de ese color rojizo que simulan el eclipse de luna roja.

No tengo idea de que tan grande es mi suerte, pero sé lo pequeña que no es —su respiración se acelera causando un pequeño agite en la mía.

—¿Eso quiere decir que te sientes afortunado? —preguntó con la voz entrecortada.

Me siento igual cada vez que te miro, aun cuando tus ojos no tienen idea de que estoy al frente —sus palabras parecen ser ese cielo rosa que solemos admirar, pero no entendemos de donde provienen sus tonalidades, pues me encanta escuchar sus palabras aunque no las entienda por completo.

Aunque él llegue a pensar que no lo miro a él, es gracias a el que la confusión más grande de mi vida me está atacando sin tener piedad, y fue ahí cuando en medio de este enredo llegó la petición propia más dolorosa de la vida.

No quiero perderlo, no quiero que se vaya, quiero ser yo la chica por la que él enloquezca, aquella que recibirá sus miradas enamoradas y llena de ilusión, sus palabras multi cromáticas, sus sonrojos de eclipse, aquellos besos cálidos en los cuales puedo sentir sus labios rotos y a la vez completos simulando la perfección justo al momento en el que me besa.

Se acerca a mí dejando un beso cálido en mi frente, para terminar alejándose con una sonrisa, esa sonrisa que por esta noche es mía, solo para mí. Haciendo crecer el egoísmo de quererla en mí todos los días, cuando pensé que todo acabaría ahí, acerca su dedo índice a mi mejilla dibujando dos puntitos y una especie de curvatura debajo de ellos.

—Que acabas de hacer —preguntó mientras río intentando desaparecer la sensación de nervios.

—¡Una carita feliz! —me dio una risa sin despegar sus labios, sus párpados ya no podían sostenerse mucho.

—¿Una carita feliz? —preguntó con ganas de enterarme sobre el significado de tal rareza.

—¡Es mi forma de decir que te quiero! —cierra sus ojos para intentar dormir, gracias a que lo hace, no ve mi rostro de nervios y ganas de escucharlo una vez. Pero el silencio se vuelve erróneo.

—Raios, si dices que me quieres eso quiere decir que... yo... Yo también puedo decir que te quiero —se ríe lentamente de mi balbuceo. Me hace reír de una forma pequeña sin mucho ruido.

Él queda dormido primero, yo por mi parte estoy unos minutos observando su rostro, su respiración lenta, sin hacer ni un solo ruido, y ahí es cuando le pido a la vida que me de el corazón para ver cada bendito día ese precioso rostro.

Ya me encuentro perdida en él, sin darme cuenta, ya soy yo quien pide estar para admirarlo, si los sueños nacen en lugares hostiles, pero uno de los míos nace en la escena más perfecta de la novela que puedo llamar vida.

Me escondo en su cuello y abrazo su abdomen, puedo sentir su pecho bajar y subir, su mano rodeó mi cuerpo apretando más hacia él, la tranquilidad inmensa que siento, es como ir al mar y nadar en aquellas aguas tranquila en las que siente que todo saldrá bien, esa sensación hace que el sueño llegue inmediatamente ami, causando que me quede dormida.

...

— Mañana siguiente —

Mis ojos pesan, pero aun así intento abrirlos con dificultad sintiendo la iluminación de la habitación, observo mis alrededores mirando al pelinegro aun dormido. Doy una pequeña sonrisa, su imagen es perfecta, acerco mis manos a su rostro acariciando su mejilla. Simplemente no pude evitarlo, hago pequeños círculos con mis manos en sus mejillas.

Jamás pensé interesarme por alguien menor, pero así es este juego, no existen las reglas y a veces no sale todo como lo planeamos.

Mi tacto cada vez más constante causa que lo despierte sin querer, sus ojos negros se abren con dificultad, el azabache da una pequeña sonrisa tierna al verme, quito mi mano lentamente volviendo mi acción errónea porque es él quien sujeta mi mano para con su acción decirme que continúe con mis caricias.

El tiempo pasa más lento, su mirada es cada vez más placentera, nuestra tranquilidad nos hace débiles y fuertes a la escena, cierro mis ojos nuevamente sin intención de dormir, solo para sentir esa paz.

Pasaron unos minutos cuando nuestro acto es interrumpido, la doctora entra con una sonrisa de ternura dirigida al pelinegro y ami, me avergüenzo porque se supone que él no debería estar acá, pero al contrario él se levanta y hace una mini reverencia saludando y sonriendo.

—Señora Park —el chico sonrió muy lindo, la mujer responde con una sonrisa.

Miro a la doctora confundida, ella parece notar el porqué de mi confusión, —No se preocupen, su secreto estará guardado conmigo —sonrió negando, me parece irónico que apoye la acción del peligro, pero a decir verdad siento esa sensación de alivio—. Lamento tener que decirles que debes irte ahora, porque las visitas vendrán y si te ven acá tendré problemas, y ella también —el azabache sonrió ladeando su cabeza.

—Hasta luego, "mi café amargo" —se acerca a mí tomando mi rostro con sus dos manos, ¿Qué está a punto de hacer?, el nerviosismo se hace más grande, me quedo sin saber qué hacer, mientras su cara delicada se acerca ami. Da un pequeño beso en mi frente, me obliga a cerrar mis ojos y a disfrutarlo, se aleja dándome una sonrisa. Se acerca a la doctora, —Señora Park, ¿puedo pedirle algo? —la doctora sonríe y asiente.

—Dime señorito...

—Dawson... —sonríe y dice—. ¿Podría prometerme que ella estará bien? —ahogó una pequeña risa avergonzada, la doctora sonríe.

—Señorito Dawson, no puedo prometer algo que yo no decido, pero intentaré todo lo posible —el azabache niega.

—No es la respuesta que quiero —la doctora sonríe.

—¡Prometo hacer lo posible para su bien! —la doctora sonríe mostrando una dentadura lineal y perfecta.

—Señorita Park acaba de alegrar mi vida entera —se aleja caminando hacia la puerta con una sonrisa, tomó la manilla de la puerta y salió por ella con una última sonrisa, devuelvo mi sonrisa para luego observar a la doctora que me ve con risas.

La doctora se asegura de cerrar la puerta, y con una sonrisa se acerca a mí. Se sienta al lado quedando de frente a mí, su rostro luce tranquilo y relajado.

—Tus padres aceptaron que lleve tu enfermedad controlada —su sonrisa se va borrando poco a poco, la mía también, no me gusta tener que venir al hospital—. ¡Quiero hablarte de algo! —sacó un sobre que contiene los exámenes que me hicieron.

—Sí, dígame, no creo poder salir corriendo a ningún lado —la señora ríe por mi mal chiste y yo también lo hago.

—Pero primero quiero preguntar algo —la señora sonríe y yo asiento—. ¿Qué tan feliz puedes ser con ese chico? —me sonrojo y sonrío mirando hacia otro lado para evitar la pregunta—. Antes de que respondas, quiero decirte que no cualquier chico te acompañaría al hospital —luego la doctora sacude su cabeza—. Perdón no debería preguntar esto —sonríe dándome la espalda para tomar unas cosas.

—Si lo soy, de hecho siento que... La sensación más bonita que he sentido estos días es pensar en un futuro, y no me refiero a cualquier futuro —suelto un suspiro largo—. Siento que mientras pasen los días, más feliz puedo ser si es él quien está a mi lado.

La doctora se da la vuelta y me sonríe, yo también sonreí con un poco de vergüenza, ella me ha generado paz y confianza, me parece lindo la forma en la que es llamada por el azabache, en otra ocasión pediré llamarla así, es la persona en la que estoy confiando para tratar mi enfermedad.

...

La señorita Park se acerca con la hoja estirada para decir aquello que debe decir...

Último Lienzo #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora