Capítulo 29

27 4 0
                                    

Galicia Wayne.

La alegría del día con la que me levanto no tiene un precio, es un poco tarde lo sé, pero mi casa ha estado en un silencio total, mi madre salió con Roma y volverán cerca de la madrugada, mi madre ha tenido que ir a con una antigua amiga.

Mi pijama está holgada, me siento muy bien, aunque he llorado un poco anoche supe contenerme, ordeno un poco mi cuarto esperando su llegada, si él vendrá a visitarme luego irá a su trabajo, tengo planeado hablar de nosotros.

"Pedir que seamos novios"

Mi conciencia está nerviosa, jamás pensé que tendría tantas ganas de decir esas palabras, veo el reloj que estoy un poco adelantada, así que decido tomar un baño, cuando salgo sorpresivamente han pasado las horas necesarias para estar apurada.

Escucho sonidos en la puerta que dibujan una sonrisa en mí, bajo corriendo las escaleras, casi me caigo en la última, abro la puerta viendo su cabello negro despeinado, dejándose llevar por la brisa, sus ojos entrecerrados por el sol, su mandíbula levemente marcada.

—¿Me extrañaste? —pregunta mordiendo su labio inferior. Su vestimenta completamente negra, con esa chaqueta de cuero, lo hacen ver jodidamente bien.

—¡Estás enfrente de mí y aún lo sigo haciendo! —él sonríe orgulloso, peino mi cabello por detrás de mi oreja y lo invitó a pasar, él sede, observando el interior de mi casa.

—¡Es realmente hermosa! —asiento repetidamente, luego su mirada va dirigida a mí—. ¡Tú lo eres más! —me sonrojo intentando ocultar mis mejillas.

—¿Tienes hambre? —intento cambiar la conversación, pero lamentablemente él lo nota dando una pequeña risa—. ¡No te rías! —él se acerca a mí para tomar mi mentón.

—Ojalá pudieras ver tu cara —finjo indignarme dando un paso atrás y hacerme la enojada.

—¿Vas a querer comida o no? —él ríe burlándose de mí.

—Si la preparas tú, ¡Si! —yo niego rápidamente.

—Tenía planeado darte un pedazo de pan y café —arrugo mi rostro, realmente no soy buena cocinera o al menos no una de elogiar, tampoco está en mis planes hacerlo hoy.

—No pensé que estábamos en un restaurante 5 estrellas para que me ofrecieran tan buenos buffets —Ironiza haciéndome enojar.

—¡Ahora solo te daré café! —él ríe a carcajadas.

—Okey princesa, iré contigo —camina detrás de mí haciéndome sentir nerviosa.

Tomo una taza, el café y agua, lo vierto todo en la cafetera y presiono el botón, él me mira con ganas de decir algo mientras yo lo miro con ojos entrecerrados.

—¿Quieres decir algo verdad? —pregunto mientras veo como el café se hace.

—¡Pensé que harías tú el café! —dice con ironía.

—¡Logan no te quejes tanto! —le doy una mirada recelosa—. Además, siempre quise hacerte un café —él ríe abrazándome.

—¡Y será el mejor café de mi vida! —yo me alegro dejando caer mi cabeza en su pecho.

El café se termina de hacer y saco la taza de la cafetera, le extiendo la taza, él la tomó entre sus manos y sin soplarlo toma un sorbo.

—Te vas a quemar —dije alarmada.

El lamé sus labios —¡Es perfecto! —rio emocionada, me alegra que le haya gustado, pero me preocupa que lo tome caliente.

—No lo tomes tan caliente, ¿si?, puedes quemarte —dije mientras él con sus dedos acaricia mis mejillas.

—¡Olvida eso y bésame! —él deja la taza a un lado y me besa, el sabor a café amargo lo siento entre sus labios y su lengua, el sabor enamora mis papilas gustativas haciéndolo adictivo. Me hace atarme en sus labios, lo tomó del cuello para jalarlo hacia ami. Él corresponde a mis besos, me encanta poder disfrutar de él y de su boca.

Él se sostiene de la mesa, yo meto mis manos bajo su camiseta siendo rechazada.

—¡Por favor no! —dice en un tono bajo, dejándome desconcertada.

—¿Estás bien? —me alejo un poco de él sintiendo la tensión que se formó en él.

—¿Recuerdas lo que debía contarte? —asiento un poco preocupada—. Tiene que ver con esto, pero, ¿podemos ir a tu cuarto y sentarnos?.

Yo asiento y tomo su mano, su mirada ha cambiado y me siento tonta al haber hecho algo que tal vez no debía, él tiene la taza de café en la otra mano, entramos a mi cuarto y él la deja a un lado.

—¿Qué pasa? —me siento en la cama con mis piernas cruzadas intentando entender.

Él se quita la camisa dejando ver rayas en su abdomen delgado, pecho y laterales. Rayas de color rosado que resaltan en su piel, unas más pequeñas que otras, mientras me distraje viendo sus ojos se han vuelto rojos, peina su cabello dando lugar a su vergüenza.

—¿Recuerdas el accidente de mi padre? —asiento con mis ojos humedecidos, sé que le duele—. El carro que lo choco me dejo estas cicatrices —aguanta sus lágrimas cómo puede—. Nunca se las mostré a alguien, supongo que contigo me siento seguro, solo me daba miedo el que pensarás —acaricia su cuello. Realmente las cicatrices en su cuerpo se ven muy bien, no son pronunciadas ni impactantes, solo son muchas, pero todas contable.

—Cariño, ¡tú me enseñaste que nuestras cicatrices no deben doler! —él asiente—. No podré hacer constelaciones en tu piel, pero si hacerte sentir seguro —él niega confundiéndome.

—Si te mostré mis cicatrices es porque realmente quise mostrarte cuanto te amo —respiro con tranquilidad, acercándose a mí—. Sé que tú también tienes tus problemas, ¡Déjame ser yo quien acabe con ellos! —elevo mi mentón con su mano para darme un beso.

—Seamos para el otro siendo de nosotros mismos, como si no existiera otro día, sé mío y yo seré tuya Dawson —digo entre respiraciones dejándome caer en la cama.

Beso mi cuello con delicadeza, el calor de mi cuerpo puede sentirse, mi pijama me hace sudar más de lo normal. Elevo un poco mis manos para quitar mi camisa, siento una seguridad que me abarca solo con mirar sus ojos, él se detiene a mirar mi cuerpo llenándome de vergüenza.

—¡Gracias por amarme! —dice con su voz entrecortada, sus mejillas rojas, su mirada clavada en mis ojos, sus ojeras la hacen ver más profunda, delicadamente se acerca a mí nuevamente, poso mis manos en su abdomen dando pequeñas caricias, él también hace lo mismo en el mío causando un cosquilleo repetitivo dentro de mí.

Su suavidad, su respeto, su delicadeza, hace flaquear mi cuerpo entero llevándolo más allá de mis límites, sus besos son un conjunto de notas que le dan armonía a todo mi cuerpo.

Último Lienzo #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora