Capítulo treinta: Aquí vamos de nuevo

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Nicole Molina
Esa noche el sábado, luego de que la pareja se despidiera de nosotros, tomaron un coche hacía un hotel y nos quedamos bailando y comiendo.
Zayn, Liam, Harry y yo terminamos algo borrachos por lo que continuamos la fiesta en otro lugar más divertido.
A un bar.
O al menos, en ese momento parecía una buena y divertídisima decisión.
Asi que, ya puestos, solo bebimos e hicimos un gran show dentro del pequeño y silencioso bar, que merecía que nos sacaran a patadas, pero aun así seguíamos allí.
En un momento, entre toda la locura que nos poseía, me subí a la barra y comencé a bailar moviendo mis caderas mientras Harry me miraba atento.
-Nicole, por favor...- me decía, arrastrando la voz.
-¿Qué?- me acuerdo que le grite- ¿Acaso no disfrutas con esto?
-Es por eso que debes parar- dijo tomándome en sus brazos y bajándome de la barra- ¡Malik! ¡Nosotros nos vamos!
Zayn le hizo una señal de que estará bien con Payne y lo único que recuerdo luego de eso, fue una pequeña discusión en el taxi a casa, sobre donde quedarme a dormir.
-Te vienes conmigo- gritó- ¿Crees que voy a dejarte ir en ese estado? Esta vez te excediste.
-¿Y a quién le importa? Puedo caminar hasta mi hotel sin ningún problema- le dije- ¿No es así, choooofer del taxxxxi?
-Al Westbury en la calle Drafton, por favor- dijo. ¿El no está borracho como yo?- No, no tanto como tú. Y sí, lo dijiste en voz alta.
Luego comencé a reír como una desquiciada y no recuerdo nada más...

Cuando despierto con la cabeza pesada y latiendo, me encuentro en una habitación de hotel que no conozco. Cuando miro a mi al rededor, veo una ventana iluminada por la luz del día, dos sillones color frambuesa en un extremo de la habitación, una televisión y un cuadro azul gigante que me hace dar vueltas.
Al darme cuenta de la mesita de noche que tengo al lado, veo que hay un vaso con jugo y un pequeño plato con una aspirina descansando encima. Papeles con la letra de Harry indican: bébeme y cómeme.
Trago la pastilla y le doy un sorbo al jugo justo al tiempo que entra Harry con una bandeja de desayuno.
-Buenos días, Nicole- dice con una sonrisa.
-Hola.
-¿Cómo te sientes?- pregunta mientras se sienta en uno de los sillones color frambuesa y prepara un sandwich.
-Mejor de lo que merezco- admito.
Luego, inspecciono mi escasa vestimenta y siento cómo mis ojos se salen de mis órbitas.
-Mandé tu vestido salpicado en vomito a la lavandería- me dice-. He llamado a Zayn para que vaya a comprarte ropa.
Me muestra una bolsa de la tienda Macy's y sonrío.
-Gracias- le digo pero en seguida me pongo nerviosa- ¿Tu me metiste a la cama?- tartamudeo.
-No, tu ayudaste mucho desnudándote-comenta y me atoro con mi propia lengua.
-¿Qué?
-Sí, diste mucho que hacer anoche.
-Cuéntamelo- le pido.
-No creo que quieras saber- me dice, entregándome una tostada con mantequilla. La muerdo, y no me había dado cuenta del hambre que tenía hasta que el sabor de la tostada llegó a mis papilas gustativas.
-Solo dime- le exijo-. Será mejor así.
-Te emborrachaste hasta la muerte, llegamos aquí, te pusiste juguetona, me hiciste un oral, te toqué y luego te vestiste, nos acostamos en la cama y caímos dormidos al instante.
¿LE DI UNA MAMADA? ¿QUÉEEEE?
-¿Por qué permitiste que pasara eso, Harry?- digo luego de atorarme con un trozo de pan y toser por un largo rato. Sin embargo, él me mira sin interés, hasta divertido.
-Yo también estaba borracho y juguetón. La pasamos bien, creéme. Disfrutamos tanto como lo hacíamos antes.
-No lo puedo creer- le digo.
Se acerca a mi y me besa en los labios sin aviso previo.
-Ya basta, Harry- lo reprendo e intento correrlo pero no se mueve.
-Esa boca al rededor de mi polla... fue lo mejor de toda la noche- me susurra a pocos centímetros de mi cara y sin quererlo, se me sale un jadeo de los labios.
-¿Dónde me tocaste?
-¿Dónde crees?- me dice, coqueto, besando mi cuello mientras yo intento recordar la noche de ayer. Pero no sale nada, ¡Esto es frustrante!
-Ya basta, Harry. En serio detente- digo pero no quiero que se detenga, mi cuerpo dice otra cosa, mis manos atrapan sus brazos y mi cuello se ha estirado para darle más acceso- No quiero hacerte esto.
-Pero ya me lo hiciste- me dice-. Vamos al baño, tengo que mostrarte algo.
Me tira del brazo y vestida solamente con una camiseta negra y mis bragas azules, caminamos hasta el baño privado.
Se coloca detrás de mi y frente al espejo.
-No tengas verguenza y levanta los brazos, por favor- me pide al oído.
Alzo los brazos como me pide, y tira el borde de mi camiseta- en realidad suya- para arriba, hasta quitármela.
Tapo en seguida mis pechos pero al ver mis moratones, mis manos caen a los lados.
Siento como cambia la respiración de Harry y lo miro a través del espejo.
-Tu me pediste que te lo hiciera- me explica pasando apenas las yemas de los dedos por los chupones de las elevaciones de mi pecho, por mi clavícula, cuello, hombros y brazos-. Fue algo salvaje, Nicki. Algo ansiado.
Me giro para verle la cara y siento que mis piernas flaquean por el placer que siento al estar solo en bragas frente a él.
Mira mi cuerpo con atención y recorre su mirada por toda mi humanidad, solo con algo que no puedo identificar en su mirada.
-Realmente no sé qué pensar acerca de esto- jadea-. Anoche fue increíble.
-¿Te dejé marcado?
¿Qué debo pensar acerca de esto? Mi mente me grita que debería abofetearlo por dejar que pasase, pero también sabe tanto ella como mi cuerpo que no es su culpa. Y que yo también estoy feliz de que haya pasado, aun cuando no lo recuerde.
-En muchos sentidos- murmura y sube los brazos. Solo me doy cuenta de lo que estoy haciendo hasta que su camiseta roja está en el suelo-. Mírame.
-No lo entiendo...-murmuro mientras intento convercerme de que las manchas moradas y rojas que veo en el cuerpo de Harry fueron provocadas por mi boca desesperada.
-No hay nada que entender- me dice.
-¿Me penetras...
-No- se apresura a responder- no podía hacerlo. No mientras estuvieras en ese estado. No me lo perdonaría jamás.
Miro hacia otro lado y de alguna forma lo agradezco, y de otra... no. En frente de mis ojos, veo una ducha común muy bonita, de azulejos coloridos.
-Quiero tomar un baño- le digo, tapándome de nuevo, sintiendo como esa sensación debajo de vientre se escapa con mi respiración profunda.
-De acuerdo- dice y baja su pantalón, quedando en bóxer.
-¿Te bañarás conmigo?- pregunto viendo como prende el agua de la ducha y revisa su temperatura.
-Sí.
-Ah.
Entramos a la ducha, una vez desnudos y nos ponemos bajo el agua caliente. Me quejo al principio, por el choque de las gotas calientes sobre mi piel sensible, pero Harry me acerca a él y escondo mi cara en su cuello.
-Me siento tan bien cuando estoy contigo- me dice, entre la lluvia artificial.
Respiro profundamente y por primera vez no siento que la capacidad de mis pulmones llega hasta cierto punto, si no que da todo lo que tiene que dar.
Me siento bien, me siento inesperada y me siento capaz de decidir por lo que quiera hacer, no por lo que los demas piensen que debo.
Junto a Harry siento que vivo y siento en sangre y piel, nada es falso, no hay que tratar de explicar nada. Estoy viva y soy libre.
-¿Cómo es que siempre llegamos hasta este punto, Harry? A hacernos el amor luego de tantas cosas que nos decimos o cómo nos tratamos.
-Supongo que no podemos dejar de hacerlo- me responde y asiento, sacando mi cara de su cuello y besando su hombro. Acaricio su espalda mojada con ambas manos y lo acerco a mi, sintiéndo su cuerpo contra el mío. Él me toca el pelo y me besa la oreja, susurrándome- Nunca hacemos nada de lo que tengamos que arrepentirnos.
Me retiro y lo miro a través de las gotas que caen sobre mi cara.
-No llores- me dice, frunciéndome el ceño.
-No lo estoy haciendo- le respondo. Lo miro a los ojos y luego a los labios, y muerdo los míos, tragando el agua que los humedecía-. No lo hago. Ya no más.
Vuelvo a mirarlo a los ojos y su pelo humedo, pegándose a su frente, y sus cejas ligeramente fruncidas. Esos ojos verdes brillando por la leve luz detrás de la cortina de baño.
Me mira y me toma del cuello, pero en seguida atrapo su mano y beso sus dedos.
-Harry, yo...
-No lo digas. No quiero que lo digas hasta que estés segura.
-Tócame, Harry- le pido.
La manera en que junta sus cejas y me mira con dolor en los ojos, me da una idea clara de cual será su respuesta.
-¿Por qué ahora que puedo recordarlo te niegas?- digo y mis hombros caen.
-Te esperaré afuera. Dúchate.
De pronto ya solo está el frío de su vacío y el agua caliente cayendo sobre mis hombros. Es como una metáfora. Harry es calor cuando yo soy frío, y él es frío cuando mi cuerpo solo es calor.
-Maldita sea- murmuro y tomo el jabón para intentar borrar esas marcas de mi cuerpo, como si fueran solo pintura, pero no desaparecen por más que pase el jabón encima de mi piel amoratada.
Miro mi piel desnuda y de repente la hallo demasiado blanca, demasiado limpia.
La idea de hacerme un tatuaje me pone los pelos de punta, pero realmente me agrada. Grabarme algo en la piel.
Harry tiene toda su piel marcada por una aguja y sin importar que no tengan significados coherentes, igual se los hizo. ¿Por qué habría yo de arrepentirme?
Pero claro, yo no soy igual que Harry.
Luego de aclarar mi cuerpo y mi cabello, salgo de la ducha, cojo una toalla y me envuelvo en ella; me miro al espejo y mis mejillas brillan por su enrojecimiento. Sonrío, extrañaba verme así gracias a él.
Cuando salgo del baño, con mi cuerpo aun humedecido por minúsculas gotas en mis hombros y piernas, respiro profundo cuando veo a Harry ya vestido.
Esperaba que al menos estuviera con una toalla blanca enrrollada a su cadera, o quizás un poco más abajo, y me esperara viendo hacia la ventana o acostado en la cama, pensando en mi. Así yo hubiese podido despojarme de mi toalla y convencerlo de que nos encantaría volver a hacer lo de ayer, solo que esta vez, estando conscientes.
Pero, ¿cómo podría obligarlo? De todas maneras tiene razón. Necesito cerrar una puerta para abrir otra. Tampoco puedo usarlo. Sé lo que siente por mi, y yo ayer estaba impactada por lo de Alex, lo que da cuenta por lo demás de mis sentimientos por él; sería injusto pedirle que hagamos el amor cuando mi mente aun está en parte allá, en Nueva York.
-Asi que vomito- le digo cuando veo la bolsa de Macy's.
-Debo estar loco para seguir estando aquí luego de ese espectáculo en el baño.
Se da vuelta a mirarme y en seguida desvía la mirada.
-O sea, ¿limpiaste mi vomito?
Asiente.
-Renté un auto. Te espero en el lobby.
Sin más, se va y me deja en la habitación. Suelto la respiración que estaba conteniendo y comienzo a vestirme.
Zayn ha elegido con todo su gusto por la moda un increíble y precioso suéter color crema, un enterito color blanco y unos botines cafés y todo de mi talla.
Cuando ya estoy vestida, rebusco en la bolsa, convencida de que había algo más y encuentro un collar plateado y un sombrero parecido a los de Harry.
Alcanzo mi teléfono, que descanzaba al lado de la televisión y le marco a Zayn. Luego del tercer pitído me contesta con una voz grave y somnolienta.
-Quería agradecerte por ir a comprar ropa para mí. Sé a cienca cierta que Harry debió haberte jodido mucho temprano por la mañana- le digo con la voz más dulce que puedo poner.
-Entonces lo conoces bien- siento que sonríe por la línea y luego escucho un bostezo-. ¿Qué tal anoche? ¿Pasó algo? -No me acuerdo- le digo. ¿Harry no le ha dicho nada? Me alegra, verdaderamente, pero siendo sincera, pensé que les contaba todo a ellos. Me alegro de que nuestra intimidad sea eso, intimidad.
-Caray- ríe- qué mal. Pero no creo que a Harry le gusta la necrofilia.
-No estaba así de mal, estuve despierta toda la noche, o la mayoría al menos, eso me contó- admito y evito la verdadera realidad.
-Liam estuvo cantándole a Sophia por audios hasta que cayó rendido- me cuenta.
Luego de algunos minutos riéndonos acerca de anoche, o pregúntandonos en qué lugar de Irlanda estarán los novios, cuelgo y bajo al lobby.
Mientras voy bajando por el ascensor repaso la última hora. Hemos pasado de estar acostados en la cama, con él besándome el cuello, a su rechazo en la ducha y luego en la habitación. ¡Qué raro eres, Harry!
Las puertas se abren en el lobby y miro a mi al rededor antes de bajar. No sé donde estoy, por supuesto, porque ayer seguramente, Harry me tuvo que subir a la habitación a rastras.
El lobby es todo un lujo y me impresiono cuando un señor me ofrece algo para beber a estas horas del día.
-Busco a alguien, gracias- le respondo y sigo buscando a Harry con la mirada. Avanzo algunos pasos hasta llegar a la entrada de una pequeña cafetería del hotel, pero no lo veo por ningún lado.
Me apoyo en el umbral de la puerta de la cafetería para esperarlo y doy un largo suspiro.
Me dijo que me estaría esperando, pero no lo veo por ningún lado.
De pronto, unos brazos tatuados se cruzan por mi estómago y sonrío. Son los brazos de Harry. Me besa la oreja y luego el hombro.
-Estaba llamando por el auto, perdón si me tardé- me dice. Giro mi mentón para mirarlo de reojo y me sonríe.
-Está bien. ¿Dónde iremos?
-Castle Island House. Lo que te comenté ayer en la boda- murmura y me acaricia el vientre con sus largos dedos por encima de la tela del enterito.
-Y bien, ¿qué estamos esperando para irnos?
Me sonríe, me abraza fuerte y luego me suelta para ir y nos vamos caminando.
Al tiempo que buscamos el auto rentado, no nos tomamos de las manos porque ambos sabemos que eso podría traer problemas a todo el caos que tengo por vida. Las sombras de la ciudad no son suficientes para escondernos.
-Es este.
Me muestra un Ford fusion estacionado a los pies del hotel. Harry adora gastar en autos, al parecer.
-Es precioso.
-Súbete.
Nos montamos en el auto y en seguida notamos la comodidad que nos brinda. ¡Qué auto!
Harry emprende el rumbo hacia donde sea que esté ese castillo y yo me acomodo en el asiento y canto al son de la radio, convencida de que no será un viaje corto.

MIENTRAS SEAMOS JÓVENES: Un verano memorable  |Harry Styles|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora