Cap. 27

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-Anteriornente:

-señorito Tómas...- su voz sonaba mas ronca de lo normal, otro inevitable escalofrio recorió todo mi cuerpo, haciendome estremecer, no quiero demostrar debilidad pero como no hacerlo cuando estas a punto de morir...

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La espera se me estaba haciendo eterna, la impaciencia se ceñia a mi, cual mancha de sangre en una prenda blanca...

-podrá quedarse en mi casa, ya que mi hijo practicamente me suplicó que no te matara con mis propias manos...- aquel miedo se esfumó junto con el insesante temblor, estaba salvado y es gracias a Matteo... Matteo me a salvado la vida... bueno mas o menos si alguien me toca um pelo sin permiso los castro y descuartizo, pero al fin de cuentes es comida y alojamiento, el que tengo aquí y no voy a ser tan tonto de dejarlo pasar...

-mis más sinseras disculpas, en ocasiones no puedo controlarme- con cabeza gacha y jugueteando con las manos, debo parecer pequeño para que la conciencia le conmueva, o eso intento espero que funcuone.

-claro... pero voy a hablar con el doctor que te atendió para que te pase algun medicamento para mantenerte a raya, si vuelve a ocurir- funcionó, sus facciones se suavisaron, y su voz tambien aun que aún suena amenazadora.

-sim problemas, disculpe señor Gobbi si no hay nada más que decir debo retirarme-

-claro ya conoce el camino-

Sin más que decir me retiré directamente a la cocina, mi estómago me estaba dando guerra, mientras mis pensamientos estaba en Matteo, que hago con este chico... pff por lo menos voy a agradecer que evitara que su padre me matara, literalmente.

Hiba caminando tranquilamente hacia la cocina, admirando los pasillos de mi alrededor, sus cuadros, los adornos, las paredes y suelos impolutos, empleados haciendo su trabajo por aquí y por allá, al llegar a lo que me parecía recordar la cocina, con sus grandes puertas de madera decoradas a mano, y una entrada de castillo, abrí una de las puertas, y me adentré en ella que para mi suerte estaba vacía, y podía evitar las miradas incómodas, me dirigí al gran frigorífico a coger algo que hacer y "capturé" unos huevos y salchichas para hacerme un buen bocado, pero de pronto apareció unos de los cocineros, o eso me parecía a mí por su vestimenta, y me miró con cara de espanto ya que me pilló comiendome una salchicha cruda y con los demas ingredientes en las manos, me los arebató concluyendo con...

-disculpe señorito Tómas pero no puedo permitir que nadie mas haga la comida aparte del servicio, ya que ese es nuestro trabajo-

-si tu lo dices... pero hazme un favor y no vuelvas a quitarme las cosas de encima con tal brusquedad- lo miré con el ceño fruncido y una mueca que dejaría de piedra a la propia Medusa.

-Hazle caso, puede partirte una pierna con solo mirarla...- dijo una voz a la puerta de la cocina, el cocinero me miró con espanto y se giró, siguió con su trabajo sin hacer ni un casto ruido, pero más bien es por que el inquietante silencio y el sonido de la entrecortada respiración de Matteo no me dejaba un rumbo más allá de aquel espacio.

-ha, hola Matteo-

-hola ¿te encuentras mejor?-

-eso debería preguntartelo yo- tenia un aspecto bastante lamentable, con escasas ojeras, que apenas se notaban ya que sus ojos moratonados estaban bastantes inchados, una débil sonrisa intentaba aparecer por la inchazón de la barbilla...

-sin ánimos de ofender estás horrible-

-gracias... - una sonrisa salió de los dos pero un fugitivo suspiro que se me escapó interumpió aquel tranquilo momento.

"Sin compasión"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora