Cap. 28

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-Ya eran las 18:03 cuando salí de la casa del Magnate multimillonario... no entiendo como gente con tanto dinero pueden tener tal deuda que el señor Gobbi mande matarlos...

Cogí mi moto y fui a la siguiente dirección, debería haber llegado en 15 minutos, pero al tener que estar esquivando las calles pobladas... llegué en 20 minutos...

La casa era un poco más pequeña que la de Carlos, pero igual de impresionante... busqué una entrada segura para evitar, las cámaras y posibles guardas, la observé en la distancia, esperando una posibilidad para poder entrar.

Ya llevaba 20 minutos esperando, mi paciencia se agota, no puedo perder más tiempo, me dirigí con cautela a la parte trasera por la casa, si había alguien... entraré por la fuerza, mi tercera víctima me espera.

Al llegar vi unos camiones descargando cajas metálicas y un par de empleados supervisando el trabajo, sin que se dieran cuenta me escondí tras el camión. Un empleado se acercó a mi paradero y ahí vi mi momento, dejé mi mochila en el suelo, cogiendo mi fiel hacha; me posicioné y cuando estaba lo suficientemente cerca y distraido con una carpeta etre las manos, levanté el mango y de un golpe seco lo dejé inconciente.

Me cambié su ropa por la mía y de un último golpe lo decapité, dejando todo rastro de aquel cuerpo bajo el camión, comprobé que la ropa no esté manchada; cogí mi mochila y la escondí en unas cajas que cargué con la cabeza gacha me adentré en la casa.

Ya dentro dejé la caja junto con las demás y sin que nadie se percate me escabullí junto con mi mochila, a una de las puertas que daban a unas escaleras, que subían al piso superior.

Acomodé la mochila en la espalda, para que no hiciera ningún sonido, al llegar al primer piso abrí la puerta lo posible para poder asomarme, la sala estaba desolada, extraño ya que esperaba que estuviera llena, por el alboroto que tenían en la última planta, me introduje en la sala tranquilamente, aún con la ropa de uno de los trabajadores, la sala era enorme con una impresionante escalera en el centro que se dividían en dos pasillos que supuse que daban a las demás instalaciones de la casa, las paredes de un blanco puro le daba mucha iluminación a la casa que no tenía aspecto de antigua en lo más mínimo ya que lujosos cuadros, muebles y demás adornaban la estancia.

Me disponía a subir las escaleras cuando unos murmullos me alertaron, rápidamente me escondí tras un estante que portaba libros y demás adornos, los murmullos incoherentes se aproximaban cada vez más causando así que la adrenalina recorra cada punto de mi cuerpo, esa increíble sensación de comenzaba a aflorar... los murmullos comenzaron a ser voces.

-cuéntame Margaret que has oido...-

-la salud de Don Sebastian está empeorando cada vez más...-

-pobre hombre, sin hijos ni mujer... que desperdicio de vida, para acabar así...- las voces de las mujeres se disiparon en los pasillos.

Salí de mi escondite para seguir con mi propósito, mientras pensaba detenidamente sobre la conversación de aquellas dos mujeres, Sebastian seguramente sea el anciano que debo aniquilar pero... no tiene sentido acabar con la vida de una persona con una enfermedad que acabará con su vida tal que pronto, ¿qué se propondrá el señor Gobbi con esto?

Subí las escaleras alerta de que no me vean, aún llevando la ropa del trabajador, pero es sospechoso ya que debería estar abajo y no aquí arriba.Me decidí ir por los pasillos de la derecha para buscar su habitación, cosa que no pensé antes (no es muy común de mí). Anduve por esos largos pasillos un buen rato que tenían una moqueta gis que sobresaltaba por las bancas paredes, esperaba dar con la habitación lo antes posible, pero lo único que conseguí fue dar de cara con el final del pasillo... y nada de la habitación de Sebastia, cuando estaba a punto de volver por mis propios pasos escuché una voz grave y sonora...

"Sin compasión"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora