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Los días pasaban rápido y pronto se cumplió una semana desde que entró a trabajar a la cafetería

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Los días pasaban rápido y pronto se cumplió una semana desde que entró a trabajar a la cafetería.

Su jornada terminó y volvió a casa esperando no encontrarse a su madre porque sólo quería llegar a dormir.

Pero la suerte no iba con el.

Porque su madre estaba en el sofá, mirando televisión.

—Hey tú necesito que hagas la cena, ahora mismo.

Sólo miró las escaleras y luego a su madre.

—¡Rápido!

Corrió a la cocina y miró la alacena y después el refrigerador, no había nada para preparar, la cocina estaba vacía.

Fue a la sala y rascó su nuca sin saber como decirle.

—¿Ahora qué quieres?

—Es que no hay nada para preparar.—le dice evitando su mirada y retrocede cuando la mayor se levantó, se acercó a él y jaló fuertemente su oreja.—Lo siento, lo siento.—se disculpaba antes de que le golpeara.

—¡¿Cómo que no hay nada para preparar, idiota?!

No contestó nada sólo se dejó jalar hacia la cocina hasta que soltó su orejita.

Miró a su madre revisando la alacena y el refrigerador, se veía demasiado enojada y temía a lo que le haría.

—¡¿Por qué carajo no hay nada?!

—No lo sé, mami...yo-yo no he...yo-yo no, yo no...—no podía hablar de lo nervioso que estaba y sólo calló cuando su madre jaló su cabello haciéndolo mirar hacia arriba.

—¡¿Has estado tragando de mi comida?!

—No, no mami, s-se lo prometo.

Y lo soltó empujándolo contra la barra, su estómago pegó contra el concreto y le dolió horrible pero no hizo ningún ruido sólo se reincorporó.

—Ve a comprar algo para comer. ¡Rápido!

El menor sólo recogió el dinero del suelo y salió de casa hecho un mar de lágrimas, apenas y podía caminar, pero debía cumplir lo que le ordenó.

Llegó a la tienda más cercana limpiando su carita.

Caminó por el pasillo hasta llegar a donde había comida enlatada y de preparar rápidamente.

Miró el dinero y después al ramen en su mano.

Decidió llevar sólo uno y una bebida. Llegó a la caja donde el cajero le sonrió y le dijo el precio.

Miró las monedas y después miró al chico, estaba tan avergonzado porque no le alcanzaba ni para el ramen. 

—Uhm... lo siento.—dice haciendo una reverencia y tomando en mano el ramen y la bebida para devolverlos a su lugar, salió de la tienda y suspiró sin saber que podía decirle. No quería que lo golpeara por llegar sin nada.

❝¿𝗧𝗼𝗱𝗼 𝗯𝗶𝗲𝗻, 𝗞𝗶𝗺?❞ ˒•🖤 ݈݇⎼ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora