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Mis ojos recorrían todo emocionada, las vistas eran hermosas desde el balcón y sin dejar de lado el hermoso canto de los pájaros que no paraban nunca.

Era un sueño todo.

Cómo si no fuera real.

Era nuevo y encantador, no podía de la emoción por finalmente conocer todo el lugar.

Hice una mueca y sin pensarlo demasiado bajé con rapidez empezando a caminar por el lugar. La persona que supuestamente me enseñaría el lugar no llegaba y yo tampoco lo iba a esperar para siempre.

— Hola.

— Hola.

Salude de vuelta a una chica que pasaba casualmente a mi lado con una sonrisa, era linda y muy rubia. La miré de reojo nuevamente cuando ya estaba lejos de mi y la vi mirándome fijamente.

Sonreí y desvié la mirada volviendo a mi camino de recorrer el lugar.

Ya no era raro para mi que personas desconocidas se me acercaran, durante las vacaciones de me acercó demasiada personas con preguntas sobre mi madre, todos querían saber algo de la hija de Selena Hall y la ex heredera de los Simons, la noticia de expandió por todo el país. ¿Quien me mando a meterme allí? Yo, por mi salud, pero no me arrepiento, pude salir adelante de un trasplante de riñón y estoy de alta de leucemia, fue una buena decisión por una parte.

Suspiré y levanté mi mirada que instintivamente había bajado. Y entonces mis ojos finalmente se encontraron con un par de perlas azules que hace ya tiempo no veía.

Nos mirábamos fijamente sin reaccionar completamente.

Todo se detuvo y mis sonrisa eufórica creció en menos de un segundo en mis labios cuando el chico hizo una mueca graciosa.

— ¿Esa persona que veo frente a mi es la inmortal Samantha Brown?

— No, idiota, soy su fantasma — solté sarcástica ladeando la cabeza.

— Entonces bienvenida, gasparin.

Solté una carcajada y corrí en su encuentro, sus brazos se abrieron y por inercia salté sobre él en un gritito que hizo que el chico riera mientras me sujetaba sin mucho problemas las piernas mientras me hacía girar en sus brazos. Me aferré con fuerza de su cuello mientras reía jovial.

Me sentía feliz de verlo, realmente lo había extrañado y la comodidad que siempre me daba seguía allí.

Me sentía segura porque sabía, estaba confiada de que él no pensó mal de mi al irme sin despedir, sabía las razones y las comprendía, siempre lo hizo.

— Mierda, estás más pesada de lo que recordaba, ¿Has comido bien? — EJ empezó a bajarme colocando mis pies cuidadosamente en el piso.

— Si, todo ha ido bien para mi.

— Se nota — EJ sonrió y yo le sonreí devuelta colocándome de puntitas para quedar mejor a su altura.

— Este estilo a lo Troy Bolton te queda bien, Caswell — alce la mano y le sacudí el cabello dejándolo más despeinado de lo que se vía antes.

— Viva y odiosa, ¿Que más puedo pedir? Mi pesadilla regresó.

— Me amas, idiota.

— ¿Quien te dijo eso? — EJ hizo una mueca y me empujó por el hombro — Okey, Sam, te enseñaré el lugar.

— ¿Eres el elegido? — le pregunté sarcástica y el solo asintió con la cabeza y una sonrisa tonta.

— Lo soy.

CONTINUE, Ricky BowenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora