IV

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LOCO

El teléfono sonó, sin quitar la mirada de la pantalla tomó la bocina y la llevó a su oído.

— Crímenes contra la salud — habló mientras leía un número de expediente para compararlo con otro en el papel que sostenía en su otra mano.

— Nanon — del otro lado habló Yen, la recepcionista — Tu novio está aquí, corazón — Nanon frunció el ceño, miró a su reloj de pulsera sin soltar la hoja que sostenía y se percató de la hora, había quedado de comer con Ohm en su descanso.

— Yen, dile que ya bajo, muchas gracias — colgó la bocina y se levantó de la silla, apagó el monitor y trató de dejar los expedientes sobre su escritorio lo más ordenados posibles antes de dirigirse a los elevadores. Cuando las puertas de acero se abrieron su jefe apareció.

— Nanon, justo venía a buscarlo — el aludido entró al elevador con expresión cuestionante — ¿Terminó de actualizar los expedientes que le di? — Nanon asintió y presionó el botón de la planta baja.

— Justo les estaba dando una revisada, comandante, ya para terminar y empezar con los que siguen — contestó, mirando hacia arriba, muchas veces se sentía intimidado por su jefe, más cuando le veía con su uniforme completo y su periódico en las manos por las mañanas, o cuando hablaba fuerte con su voz grave, pero a ratos, cuando el comandante Poom se quitaba la chaqueta y caminaba por la comisaría hablando con todos los oficiales como si fuesen amigos de años, llegaba a generarle cierta ternura, justo como su hijo Diego.

— Ya no hará falta, hijo, llegaron dos oficiales recién graduados y ellos podrán terminar lo que empezó — le dijo, Nanon sonrió y asintió.

— ¿Y ahora cuál será mi trabajo? — preguntó Nanon justo al momento en el que las puertas del ascensor se abrían, miró hacia enfrente y vio a su novio sentado esperándole con su teléfono en las manos.

— Ohm — llamó su jefe, su novio levantó la cabeza y guardó el aparato en la bolsa de su chaqueta, se levantó y camino hacia ellos, que estaban saliendo del elevador, Ohm extendió su mano y el hombre la tomó para estrecharla — ¿Cómo estás, hijo? — preguntó, Nanon caminó hacia su novio y le sonrió, recibiendo un guiño del contrario.

— Muy bien, comandante, feliz de sacar a mi bonito del horrible trabajo que tiene — se mofó sonriendo y rodeando a Nanon por la cintura con un brazo, pasando su mirada de su novio al hombre, provocándole una sonrisa — ¿Cómo está la señora Beth? — preguntó Ohm, el comandante abrió su sonrisa.

— Hermosa como siempre, Ohm, gracias por preguntar — le dijo en tono amable — Los dejo para que Nanon tome su descanso, cuando regreses te informo de tus nuevas actividades, Nanon — le informó, Ohm asintió y le sonrió — Ohm, un gusto saludarte — le dijo, extendiendo su mano de nuevo, Ohm la tomó con una sonrisa y volvieron a estrecharlas.

— El gusto siempre es mío — aseguró el mencionado, el comandante volvió a los ascensores con una sonrisa en los labios y Ohm guió a Nanon a la salida de la comisaría — ¿Cuáles nuevas actividades, amor? — preguntó Ohm abriendo la puerta y dejando pasar al chico, Nanon le miró confundido y arqueó las cejas cuando tomó el hilo de la conversación pasada.

— El comandante me dijo que ya no iba a estar con lo de los expedientes — explicó mientras caminaban hacia el coche de Ohm — Pero no me dijo qué haré — Ohm quitó el seguro de las puertas y entraron al vehículo.

— Con que no te ponga a trabajar con su hijo — murmuró Ohm con las cejas enarcadas Nanon soltó una carcajada mientras se abrochaba el cinturón de seguridad — Yo sólo digo — dijo, encendiendo el coche.

Carnada || OhmNanonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora