VIII

312 59 13
                                    

INCERTIDUMBRE

Nanon se subió al coche sin decir palabra, con el pecho lleno de sentimientos agridulces y una sensación de cansancio emocional.

Ohm entró al lugar del copiloto y una vez abrochado el cinturón de seguridad, Nanon encendió el coche y comenzó a conducir.

Pasaron minutos de silencio cómodo, Ohm miraba a su novio concentrado en el camino y veía como las manos de Nanon apretaban el volante, nervioso.

— Amor — rompió el silencio, Nanon hizo un ruido para asentir — Te quiero ofrecer una disculpa — murmuró, Nanon aprovechó haber parado en un semáforo para mirar a su novio con el ceño fruncido.

— ¿De qué hablas, Ohm? — preguntó, regresando su vista a la calle para continuar su trayectoria.

— Lo que dijo mi papá — murmuró — Sé que es delicado y en verdad siento mucho que lo haya mencionado de esa forma — le dijo

Nanon, que se había aguantado las ganas de interrumpir a su novio, debido a que a Ohm no le gustaba ser interrumpido, soltó un gran suspiro.

— Mi vida — le dijo, dando vuelta al volante con destreza para entrar a una avenida menos concurrida — No tienes nada por qué disculparte — aseguró, Ohm le miraba con semblante serio — Mi suegro está enfermo — mencionó con cautela — Y son cosas que hace sin intención — dijo, Ohm no dejaba de mirarle profundo, Nanon desvió la mirada del camino por un segundo para observar los ojos achocolatados de su novio, tiempo que bastó para que sintiera los vellos de su cuerpo erizarse y la piel de sus mejillas calentarse.

— No actúes como si no te hubiera molestado — pidió el contrario, regresando su vista al frente — Vi como te pusiste y en serio lo siento– le dijo.

— No me molesté — negó Nanon, Ohm giró los ojos.

— Te afectó — aseguró.

— Ohm, tenemos muchos años juntos — le dijo — No es la primera vez que tu padre menciona a mi mamá, y estoy seguro de que no será la última — aseguró, Ohm soltó un suspiro — No tienes que pedirme disculpas cada que tú padre hace algo como eso — le dijo, frenando en un semáforo de nuevo, volteo a ver al contrario y tomó con cuidado una de sus manos, que descansaba sobre su rodilla, Ohm le miró — Confía en mi, amor, no pasa nada — pidió, el pelinegro asintió y apretó el agarre de sus manos, Nanon continúo conduciendo mientras Ohm sostenía su mano, como siempre lo había hecho desde hacía ya mucho tiempo.



•                 •                •



— ¿Qué es eso? — preguntó Ohm mirando a Nanon sacar del asiento trasero una bolsa pequeña de color café.

— Un regalo — contestó, Ohm le miró confundido, Nanon cerró la puerta del coche y se acercó a él y tomó su mano con la mano libre — Es un cumpleaños, Ohm, a los cumpleaños se lleva regalo — le informó, Ohm alzó las cejas con falsa incredulidad y una sonrisa.

— Lo sé, no soy tonto, me refiero a qué le compraste — se explicó — ¿Cuál es el regalo? — preguntó curioso mientras caminaban juntos hacia la entrada de la casa y tocaban el timbre.

— Una corbata — contestó Nanon serio justo antes de que alguien abriera la puerta, Ohm se rió y Nanon sonrió ante su risa — Hola Vaaz — saludó, la mujer frente a ellos era la esposa del oficial que les había invitado, la mujer les sonrió y con amabilidad les invitó a pasar, los chicos entraron a la casa y Ohm curioseó con la mirada mientras Vaaz recibía el regalo de la mano de Nanon y les indicaba la entrada al jardín, Nanon volteó hacia Ohm, quien miraba la casa con atención — Deja de mirar, es de mala educación — le regaño con tono juguetón, Ohm le encaró con una sonrisa y se acercó a él para darle un beso en la mejilla — Vamos — indicó Nanon, los dos salieron al jardín aún de la mano.

Carnada || OhmNanonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora