VII

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RECUERDOS

Nanon no quiso leer más, registró el código de la bolsa de evidencia y cerró el expediente, continuó con su trabajo concentrando su mente para no pensar en la foto de la víctima, para no pensar en los cabellos despeinados del chico ni en sus labios azules ni en las marcas de su cuello roto, para no pensar en la imagen de su cuerpo sin vida.

Cuando logró dejar de pensar en él y en la narración policíaca de su muerte, su jornada laboral había terminado, y agradeció que el día siguiente fuese domingo y que tuviera el privilegio de que fuera su día de descanso.

Nanon llegó al departamento cansado, cuando abrió la puerta todas las luces estaban apagadas, revisó su reloj y se dio cuenta de que aún no pasaba de la media noche, Ohm no solía dormir tan temprano. Se quitó los zapatos y caminó con ellos en una mano hacia la habitación mientras se deshacía la corbata y el fajado de su uniforme, entró a la recamara que compartía con su novio, soltó sus zapatos sin fijarse dónde caían y evitó encender la luz para no despertarle, se sentó en la cama y entonces notó que estaba vacía.

Encendió la lámpara que estaba sobre la mesita de noche y miró a su alrededor, Ohm no estaba, sacó su teléfono del bolsillo de su pantalón y con dos movimientos rápidos sobre la pantalla marcó el numero de su novio, sonó dos veces y se escuchó la voz de Ohm.

— Hola amor — contestó, Nanon notó que su voz sonaba entrecortada — ¿Pasa algo? — preguntó.

— Nada, llegué a casa y no estabas ¿todo bien? — preguntó, frunciendo el ceño.

— Vine al estudio, bonito — explicó — Tenían problemas con la canción pero ya los resolvimos — le dijo, Nanon soltó un suspiro — Pero ya voy en camino — dijo, se escuchó la puerta del coche cerrarse y Ohm soltó el aire, Nanon cambió el teléfono de mano.

— Te espero, entonces — dijo Nanon, dejándose caer en el acolchado, sintiendo los huesos de su espina dorsal acomodarse — ¿Me traes la cena? — preguntó, Ohm soltó una risa del otro lado de la línea que le hizo a Nanon sonreír.

— Claro, cariño, te llevo la cena — y Ohm colgó, Nanon frunció el ceño y se alejó el teléfono de la oreja para ver la pantalla, Ohm le había colgado, inmediatamente después el teléfono sonó, Nanon sonrió de lado cuando vio el contacto de Ohm, deslizó el dedo para contestar y se llevó el aparato al oído — Te amo — y volvió a colgar.




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Era domingo, Nanon despertó gracias a las cosquillas que los labios de Ohm le hacían en la piel de su cuello y su clavícula, sin abrir los ojos sonrió hasta que los besos del pelinegro se abrieron camino hasta su boca, disfrutando de una sesión matutina de besos flojos y adormilados.

— ¿Tienes hambre? — le preguntó, Nanon negó con la cabeza y se permitió abrir los ojos, Ohm le sonrió, sus cabellos estaban húmedos indicando que recién se había bañado — ¿No quieres desayunar? — volvió a preguntar, Nanon negó de nuevo, Ohm entrecerró los ojos y se incorporó en la cama, notó que solo llevaba puesta la ropa interior y sonrió ante la vista de su espalda y los músculos de sus brazos — ¿Quieres ir a ver a papá? — preguntó en un murmuro, Nanon le miró el rostro, Ohm no le miraba, Nanon asintió con un sonido y se incorporó en la cama para desperezarse, antes de levantarse para ir hacia el baño y ducharse le dio a Ohm un beso en el hombro y una caricia dulce en el cabello, recibiendo una sonrisa del contrario.

Carnada || OhmNanonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora