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Piso el acelerador y mis nervios disminuyeron, todo era adrenalina, nunca me había sentido tan liberal, era tal y como un ave volando, era una de las mejores sensaciones experimentadas en mi vida hasta ahora, y como esperaba, comencé a ver las imágenes de mi padre, mientras avanzábamos en la carrera, cualquier otra persona hubiese querido detenerse, pero yo no, no quería que lo hiciera, era la única manera de volver a verlo, sentía mis mejillas mojadas, pero no quería que se detuviera, vi a Tyler de reojo y él lo estaba disfrutando tanto como yo, voltee a ver y el otro hombro musculoso y de mayor edad había quedado atrás, volví la vista hacia adelante y las imágenes de mi padre volvieron, pero antes de que pudiera recobrarlas, Tyler había llegado a la meta, había ganado la carrera, me observo y sonreí, él tomo mi mano, lo miré confundido, no era lo que esperaba, bajamos del auto y camino hasta donde estaba Louis, él tendió su mano y un fajo de billetes fue depositado sobre sus manos, nunca había visto que alguien recibiera tanto dinero, por una simple carrera y en solo una noche.

— sabía que contigo no fallaría -afirmo abrazando a Tyler.

— dicen por ahí, que soy el mejor -rió junto a él, yo lo miré de reojo, jamás pensé que fuera algo "egocéntrico", aunque se que lo dijo en forma de broma, pero de igual manera me molesto un poco.

— así dicen, y al parecer es cierto -golpeo su hombro y ambos rieron, Louis por su parte, recibió la otra mitad del dinero, así era este tipo de negocios, el hombre con quién corría Tyler, llego segundos más tarde, lo miró mal, pero el solo se encogió de hombres.

— creo que es hora de irnos a dar ese paseo que te debo -dijo sonriendo. Volvimos a subir al auto, ahora con más tranquilidad que antes.

— esa fue la mejor descarga de adrenalina de toda la historia -aseguré riendo.

Él me observo y sonrió también, tomamos la carretera minutos más tarde, todo ya estaba más tranquilo, decidí poner la radio y comenzar a escuchar música, me puse a cantar, hace tanto que no me sentía tan tranquila, tan feliz, y sobre todo como una chica de mi edad, podía sentir lo joven que era y que debía disfrutar la vida a pesar de las dificultades, Tyler se unió a mi segundos más tarde, mi voz era de pito, pero no importaba solo cantaba, quería divertirme como siempre me había dicho papá, y eso es lo que haría, me calle unos segundos y escuche a Tyler cantar, tenía una voz dulce y era muy afinado, lo quedé contemplando en silencio.

Sentí que estaciono el auto, era un mirador que daba a toda la ciudad de Nueva York, me sentí en la cima de todo, la estatua de la libertad estaba iluminada y podía distinguir todo, las estrellas nos acompañaban y unas bancas se encontraban a nuestro alrededor junto con unos faroles y unos arboles, nos sentamos y quedé mirando el lugar, era precioso, un lugar perfecto para contemplar la maravillosa noche que se nos presentaba.

— es un lugar precioso -dije mirando a mi alrededor.

— siempre que necesito pensar, o estar solo vengo a este lugar, es tan tranquilo, en ningún otro lugar me siento mejor que aquí -aseguró, mirando el cielo- no comparto este lugar con nadie, es la primera vez que traigo a alguien aquí -afirmo.

— siempre ahí una primera vez para todo -aseguré, y me lance a reír, él me miro confundido, había tardado en entender mi doble sentido y luego estallo en carcajadas.

— eso dicen por ahí, quise traerte aquí, para que pudieras pensar y distraerte un poco, de vez en cuando tenemos que aprender a ser felices a pesar de la adversidad, el tiempo se encarga de que el dolor vaya disminuyendo, y en algunos caso hasta sea olvidado, en tú caso, solo podrá ser disminuido, pero jamás sanado, porque era tu padre, y debe de haber sido alguien muy importante para ti -me miró fijamente, mientras yo miraba las estrellas.

Inevitable desastreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora