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Se acercó a pasos agigantados buscando arruinar nuestra velada, Madison en tanto solo concentraba su mirada en el océano, pero no para siempre podía ser ocultado, vi cómo se acercaba con su aliado y el que dijo llamarse mi amigo, mientras más se acercaban, más nervioso me ponía ¿cómo supo que estaba aquí?, fruncí ligeramente el ceño, maldita perra, jamás me dejaría en paz a no ser que definitivamente me quedará con ella, con algún tipo de compromiso, ¿para qué me quería?, era algo realmente tonto, ella tenía la mayoría de las cosas, y entonces lo comprendí definitivamente, a Hannah no le interesaba yo, ni siquiera mi amor, solo le importaba ganar a toda costa, me sonrío maliciosamente, cuando estuvo frente a mí, apreté la mano de Mad y recién ahí ella reacciono, la vio y su rostro cambio completamente, ya no era sonriente, era serio y desafiante, me levanté de la arena y luego la ayude para que quedará a la altura, pero no solo estaba Hannah y Augusto, sino también sus secuaces, buscando la manera de ayudar a vengar su honor.

-¿feliz de verme? -preguntó la colorina con una sonrisa torcida mirando a Madison.

-sí fíjate, estábamos aquí esperándote con los brazos abiertos, esperando que llegaras con armas blancas y acabaras con nuestras vidas para siempre, y no solo eso, anhelábamos con fervor ver tu hermoso rostro -respondió Mad con sarcasmos e ironía en sus palabras.

-¿se puede saber qué diablos haces aquí? -pregunté, interfiriendo entre la presunta pelea que parecía enfrentarse entre ambas chicas.

-no es obvio, vengo a buscarte, me perteneces -aseguró.

-¿perdón? -pregunté alzando una de mi cejas, me había quedado marcando ocupada ante las palabras "me perteneces"- primero que nada, yo no te pertenezco, y segundo tienes a este traidor, vete con él y a mi déjame en paz -gruñí mirándola fijamente.

-¿me cambiarás por esta? -preguntó mirándola y a la vez riéndose a carcajadas.

-sí -me atreví a contestar finalmente, pero su risa solo aumento, no paraba de dejar sacar su risa asquerosa aún más a flote.

-que bajo caíste Tyler, ni siquiera la conoces bien, no sabes quién es

-la conozco mejor que lo que te conocí a ti en cuatro malditos años -gruñí nuevamente.

-dile la verdad, sé mujer y cuéntale sobre Derek y sobre todo lo que paso desde aquella velada en adelante, confiesa en que te convertiste por más de seis meses  -dijo desafiante, la miro fijamente y las lágrimas se hicieron presente en sus mejillas-te das cuenta es demasiado cobarde y tú la tienes en un pedestal -aseguró con una sonrisa malvada.

-tú sabes Mad, que el día que quieras me lo puedes contar o simplemente callar si lo deseas es tu elección -ella asintió con la cabeza gacha, levanté tu barbilla y la miré a los ojos, se veía tan vulnerable, tan pequeña, seque sus lágrimas con la palma de mis manos y luego con ternura deposite un beso sobre su frente.

-pobrecita -dijo Hannah cerca de su cara, quería asesinarla- y para darle más drama a la situación, te presento a Derek -Mad levantó la mirada y el terror lo pude ver reflejado en sus ojos, tomo de mi mano con fuerza, para que no la soltará más.

-Ty..ler -balbuceo- por favor, vayámonos, te lo im..ploro -dijo balbuceando nuevamente.

-pero cariño, ¿ya me olvidaste? -pregunto Derek con una sonrisa en sus labios, se acercó a ella, intento acariciar su mejilla, pero ella evito su contacto de inmediato, beso su mejilla, y ella con su mano limpio su rostro, se posiciono frente a él con asco escupió sobre su cara- antes te encantaba que -interrumpió Madison.

-cállate cerdo, no sé en qué momento creí toda tu mierda, ya no más, aléjate de mí y busca a otra a la cual engañar -grito con lágrimas resbalando por sus mejillas- lo peor es que mi mamá tenía toda la razón con respecto a ti, y yo creyendo en tus promesas vacías y en tu falso amor -chillo nuevamente, pero esta vez no lloró, solo seco sus lágrimas, volvió la mirada hacía mi- por favor Tyler, vayámonos, llévame a casa -suplicó tirando de mi mano, asentí en silencio y me fui tras ella, mientras podía escuchar las risas y las burlas a mis espaldas de ella, la rabia me dominaba ¿qué le hicieron?, me pregunté, pero era incapaz incluso de preguntar al respecto.

Inevitable desastreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora