ℂ𝕒𝕡𝕚́𝕥𝕦𝕝𝕠 𝟚𝟞: 𝔽𝕠𝕣𝕖𝕝𝕤𝕜𝕖𝕥

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Adelaide

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Adelaide.

Canturreo una canción mientras espero a Alessandro el cual hablaba con unos hombres en un puerto al cual habíamos llegado hace unos minutos, se veía molesto.

Se veía tan guapo debajo del sol, sus músculos se contraía contra la camisa de mangas larga negra, su cadena de oro está al descubierto debido a que tenía los tres primeros botones desabrochados dejando a la vista parte de su pecho tonificado.

Me gusta el italiano, no hay más que decir.

-Ni los bebés babean tanto como tú.

Pongo los ojos en blanco.

-Ya me canse, ¿que tienes aquí?, pesa mucho-me quejo de la maleta que me dio a cargo, admito que varias veces me gano la curiosidad pero el italiano siempre me atrapaba antes de que pudiera saciar mi curiosidad.

-Una bomba que explotará si te sigues quejando, bambina-se la pasa amenazando siempre.

-Que rabia que no te hallan detenido, cuando escape de ti seré uno de las primeras en delatarte con todas esas organizaciones y le dire todo hasta lo que no te gusta comer-suelto de mal genio, siguiéndolo por el puerto hasta el auto.

Los hombres de él me miran mal en especial Carlo sin que Alessandro se dé cuenta le hago muecas, el me mira ofendido.

-¡Tú....-me señala.

-¿Yo que?-me le burlo al ver cómo se traba.

-Líder esa niña es una grosera-me acusa Carlo indignado, me oculto detrás del gran cuerpo del italiano, no soy cobarde pero es mejor prevenir.

-Yo no le hice nada, Carlo debería considerar el ya jubilarse, Ale no seas tan miserable con el pobre anciano y dale unas vacaciones por Hawái-digo haciéndome la víctima.

-Miente líder, nosotros la vimos cuando le hacía muecas a Carlo, y todavía se atreve a decirle anciano a Carlo cuando él apenas tiene 50 años-me acusan los demás.

¡Uy, si eso es ser joven, entonces la reina Isabel es una bebe en pañales!.

-¡Basta!, todavía se ponen a pelear con una adolescente que apenas y sabe comportarse-les doy una sonrisa de victoria cuando empieza hablar el italiano-y tú, deja de ser inmadura antes que te tire al mar a que te devoren los tiburones.

Carlo se me burla, lo miro mal.

-Ya cambie de idea, le dire a mi padre todo lo de tus negocios y que te torture por ser malo conmigo, compartirás celdas con mis hermanos-digo en voz baja solo para el.

Me siento en el lado de copiloto ya que él manejará, cuando el auto arranca una fila de camionetas nos siguen, Alessandro tiene casi el mismo poder que mi padre, por lo que me dado cuenta, lo único que le falta es, alguien tan bella como yo en su vida.

-Tú padre no se equivoca al decirte accidente, me hubiera llevado a tú madre en vez de a ti, así no tendría que soportar tanto parloteo y lloriqueos, ya me convenciste de no tener nunca una hija, capaz y me sale igual que tú de insoportable-tiro lo que me dio a la parte de atrás del coche, me da una mala mirada, le tiro un beso.

𝐄̀ 𝐮𝐧 𝐩𝐢𝐚𝐜𝐞𝐫𝐞, 𝐛𝐚𝐦𝐛𝐢𝐧𝐚. (𝐈𝐧𝐞𝐬𝐭𝐚𝐛𝐥𝐞𝐬 𝐈𝐈)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora