ℂ𝕒𝕡𝕚́𝕥𝕦𝕝𝕠 𝟙𝟟: ℂ𝕠𝕟𝕥𝕣𝕒 𝕥𝕦𝕤 𝕡𝕒𝕝𝕒𝕓𝕣𝕒𝕤

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Adelaide

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Adelaide.

Matare a ese idiota a penas tenga la oportunidad, pienso al ver como pequeños hilos de sangre resbalan de mi zona íntima mientras me ducho.

Me apresuro en ducharme para que nadie note las marcas en mi piel.

-¡Maldito salvaje, animal!

-¡Lo odio!-chilló enfada por las punzadas de dolor.

Aprieto los puños para contenerme mientras me visto e ingreso en la cocina, pido la comida de ese idiota y ellas me miran extrañadas, dudo si es por la ropa que llevo o por la petición.

-¿No sientes calor con eso?-me pregunta una de ellas con el ceño fruncido, señalando la forma en que llevo mi cabello.

Si pero me las aguanto para que no vean las marcas del incompetente de su líder.

-No, solo estoy resfriada-contesto con las mejillas sonrojadas.

Ellas me miran como si fuera rara, puede que lo sea.

-Toma, vete rápido y cuidado contagias al líder.

Enseguida tomo la charola con la comida de él para tratar de irme rápido antes de que me hagan más preguntas.

-¿Porque caminas así, te duele algo?.

¿Tan notoria estoy siendo?

-Simplemente me lastime los pies, tengan un buen día-respondo para huir de ahí.

Miro el desayuno que por mala suerte no tiene veneno, trato de que nadie me vea caminado por el pasillo que conduce a la habitación de él, por suerte está despejado, empujo la puerta ingresando, él está con un libro en las manos.

-Toca la puerta, mal educada.

-Si como sea, aquí tienes-trato de marcharme pero él me detiene.

-Acércate.

Lo miro dudosa pero aún así me acerco pero dejando distancia.

-¿En serio?.

Suspiro acercándose más, él hace una mala cara así que termino acercándome completamente para que luego esté me jale poniéndome sobre horcajadas de el.

-Ahí quédate o no respondo-dice con una evidente amenaza en sus ojos.

Me extiende un poco de la porción de avena, el agita la mano al ver que no reaccionó aún extendiéndome la cuchara en mi dirección

-Que lo pruebes incompetente, quien sabe y le habrás puesto veneno o hasta escupido.

-Ganas no me faltaron-le digo poniendo los ojos en blanco para probar-¿contento?, si te quisiera envenenar lo haría directamente para ahorrarme lo de tener que cocinar.

Alessandro me rodea la cintura alzando  una ceja.

-¿Y sabrás cocinar tú?.

Siento como las mejillas se me calientan.

𝐄̀ 𝐮𝐧 𝐩𝐢𝐚𝐜𝐞𝐫𝐞, 𝐛𝐚𝐦𝐛𝐢𝐧𝐚. (𝐈𝐧𝐞𝐬𝐭𝐚𝐛𝐥𝐞𝐬 𝐈𝐈)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora