ℂ𝕒𝕡𝕚́𝕥𝕦𝕝𝕠 𝟚: ¡ℂ𝕠𝕣𝕣𝕖❕

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Adelaide

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Adelaide

Mis manos por alguna extraña razón sudaban, giro al volante para volverme a la mansión.

No debí reaccionar de esa forma, aún menos con mi madre.

Mis pálpitos se congelan al ver camionetas negras bloquearme el camino, y se que no pertenecen a las de mi familia;   Trago saliva, a la vez que giro rápidamente el volante, acelero lo más que puedo, las camionetas me siguen, tanteo mi celular, de lo nerviosa que estoy se me cae, trato de agarrarlo mientras conduzco, cuando lo tengo en mis manos noto que está apagado, trato de encenderlo pero es imposible ya que está descargado.

-¡Joder!-golpeo el volante.

Saco mi arma de la guantera recargándola, trato con una mano conducir y con lo otra disparales, ellos también empiezan a dispararme, logro darle a una de las camionetas logrando así tomar ventaja, iba tan inmersa que no me doy cuenta cuando chocó contra un árbol hasta que siento el golpe, aturdida trato de bajarme de inmediato, la cabeza me palpita del miedo.

-¡Vamos, abre, porfavor!-la puerta no cede hasta que doy un golpe logrando que abra.

Bajo enseguida cayendo en el asfalto por tener las piernas temblorosas, me levanto corriendo al bosque, la adrenalina va en aumento al escuchar disparos detrás de mi, el vestido blanco se me desgarra con las ramas qué paso, corro tratando de perderme entre los árboles pero la nieve y mis tacones me ponen mas lenta, me saco los tacones para llevarlos en las manos para seguir escapando, el aullar de los lobos hace que el miedo valla igual en aumento,  deslumbro a unos hombres vestidos de negro cerca mío, trato de esconderme en medio de los frondosos árboles, me tapo la boca silenciando mis sollozos.

Esto me pasa por desobedecer, cuanto anhelo tener a mi padre aquí para que me defienda y me lleve a la mansión mientras me regaña y me da uno de sus sin sentidos castigos pero la realidad es otra.

Me paralizo al ver a uno de esos hombres percatarse de mi presencia dándole el aviso al resto, todos se me vienen donde estoy, corro como si mi vida dependiera de ello, sin importarme los rasguños de las ramas en mis brazos ni las hincadas en mis pies junto al frío de la nieve, trato de evadir los disparos de los desgraciados.

Me detengo al ver qué ya no hay camino, debajo de mi se encuentra un río, volteo viendo a esos hombres sonreírme con malicia.

-Non hai più scampo, peste russa-me hablan pero no les entiendo, sé que no es nada bonito a lo que se refieren.

<<Ya no tienes escapatoria, peste rusa>>

-Hoy no será, caballeros-exclamo, tirándome al parecer ellos no me creían capaz, ni yo con semejante altura.

Emerjo cuando me hundo nadando fuera del rió, ellos tratan de bajar por otro camino, el vestido se me pega al cuerpo, mal momento para no llevar brasier, y solo estar en tanga, mi correr es más lento por el cansancio, grito cuando veo uno de ellos enfrente mío, volteo corriendo en otra dirección, pero resbalo cayendo en el piso, este me agarra pero con los tacones que tengo en la mano le incrusto las punta en la cabeza a la vez que le pateo la entrepierna.

𝐄̀ 𝐮𝐧 𝐩𝐢𝐚𝐜𝐞𝐫𝐞, 𝐛𝐚𝐦𝐛𝐢𝐧𝐚. (𝐈𝐧𝐞𝐬𝐭𝐚𝐛𝐥𝐞𝐬 𝐈𝐈)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora