Encubierta |Led Zeppelin| | ₊₁₈|

10. down to the rabbit hole

30 de agosto de 1971. 

Orlando, FL.

Definitivamente, debía dejar de beber o no iba a recordar... nada.

La noche anterior había sido borrosa luego de su conversación con Petunia. Nueva Orleans era caótica pero mágica, con gente yendo de un lado al otro, música sonando en cada esquina, parecía una fiesta interminable.

No pudieron ir de bar en bar porque la gente esperaba que la banda hiciera eso, se quedaron en el hotel celebrando, tratando de evitar que la noche terminara. Olivia se sentía feliz, olvidó el dolor en su vientre y sus preocupaciones causadas por Petunia, simplemente se divirtió durante la noche.

A la mañana siguiente, durante el viaje en avión se arrepintió de beber junto a Bonzo, ella no estaba acostumbrada a ese ritmo de vida, comenzaba a pesarle de más. No pudo dormir, así que tomó prestado un libro de Robert, una mierda sobre elfos o algo así.

Era muy interesante, pero Olivia jamás iba a admitirlo. Jimmy la molestó por horas con el tema, cuando intentó leerlo para ella, cayó dormida. En su defensa, la voz del hombre la relajó.

"—Eres igual de geek que yo ahora." Se burló antes de depositar un beso en sus labios.

Una vez que llegaron a Florida, deseó estar muerta.

Florida y Olivia no se llevaban bien.

No ayudaba el calor sofocante ni la presión constante en su vientre, realmente odiaba Florida y por lo visto, Florida la odiaba a ella. Estaba siendo comida por los mosquitos mientras todos disfrutaban de la piscina, le dolía la cabeza y la luz le lastimaba los ojos. Encendió un cigarrillo, dándole una larga calada, segundos después dio un largo trago a su cerveza, John le había dicho:

"—No tendrás resaca si nunca dejas de beber."

Odiaba admitirlo, pero tenía algo de razón.

Apagó el cigarrillo contra el suelo, cerró los ojos y se recostó en el camastro. Deseaba finalmente poder dormir, el sol no estaba en su mayor punto y se había cubierto de bloqueador solar en todo el cuerpo, incluso si no estaba usando un traje de baño, así que las probabilidades de broncearse si descansaba ahí no eran muy altas.

—Y aquí tenemos a Lana. —Llamó una voz, ella abrió los ojos, viendo cómo Bonham la apuntaba con la cámara. —Di hola.

—¿Por qué estás grabando? —Cuestionó cubriéndose la cara.

—Para la posteridad. —Se encogió de hombros. —Solo di hola.

—Hola. —Dijo entre risas sin dejar de cubrir su cara. —Apaga eso Bonzo.

—No estás mostrando tu cara ¿Cómo esperas que recuerde como eras si no muestras tu cara? En veinte años veré esto y diré "Oh, esa era la mano de Lana". —Olivia retiró su mano rodando los ojos. —Di hola.

—Hola Bonzo del futuro. —Movió la mano de un lado al otro. —¿Estás feliz ahora?

—Si ¿Ves que no era tan difícil? —Sin embargo no apagó la cámara. —¿Qué opinas de la vida en la carretera?

—Usan aviones, nunca están en la carretera. —Señaló. —Pero, respondiendo a tu pregunta, es agotadora, voy a morir. Culpo a John Bonham por mi muerte, me ha dado malos consejos, mi organismo no puede tolerar tanto alcohol.

—No te dije que bebieras tanto, solo dije que no dejaras de beber. —Se defendió. —Bien John del futuro, esa fue Lana, está sorpresivamente amargada el día de hoy, pero es graciosa cuando se lo propone. —Olivia negó con diversión. —¡Adiós John!