Yuanfen (countryhumans)

007.

-Hace unos días, descubrí algo muy interesante...-

Pasó la mirada por todos los soldados en el lugar, traición, esa palabra resonaba en su cabeza. A paso lento, se dirigió a un soldado, sacándolo al frente; con un movimiento rápido, hizo que el ajeno se arrodillara, Third tiró de los cabellos del soldado, haciendo que todos lo miren.

-Tenemos... A nuestro primer infiltrado, señores.

Mostró una sonrisa afilada, por lo general, descubrir infiltrados era sumamente difícil, solo se descubrían si se cometía un error, lo que sucedió en esta situación, un soldado de mayor rango le pasó una herramienta, sumamente esencial.

-Será interrogado, y si coopera, puede que su estadía aquí sea... Agradable.

Con la herramienta en mano, le arranco una de sus uñas, un castigo menor, claramente, pero quería demostrar el porqué todos los países querían deshacerse de él. Su sonrisa se hizo aún más grande al escuchar los quejidos del joven, la pregunta aquí era... ¿Por qué sentía angustia al ver al peruano? Sabía perfectamente que lo estaba viendo, podía sentir su mirada, aunque, la sensación no le gustaba, era normal para el ser observado, pero... No en la forma en que lo estaba haciendo ahora.

[. . . ]

Estaba de más decir que la mayoría miraba la escena aterrados, algunos asqueados, otros, incómodos, aunque una mirada resaltaba del resto, la del peruano, su mirada simplemente era, ¿aterrada?, si, eso era, había escuchado tantos rumores y advertencias del alemán, no les había tomado importancia, nunca creyó que existiera una persona tan cruel en ese mundo, aunque al ver aquella escena, su opinión había cambiado.

"Diablos"

Perú dijo a sus internas, el nerviosismo se estaba apoderando de él, y no era para menos, él era un infiltrado, tan solo... Imaginarse en el lugar del chico, le revolvía el estómago; no había escapatoria para él, quería irse, más no podía, por un lado el alemán y por el otro... Estaba dispuesto a morir, morir por la paz, morir para dejar todas esas muertes.

[. . . ]

-Pueden tomarse la tarde libre, diviértanse, beban, lloren, duerman, hagan lo que se les plazca, mañana será un gran día.

Third dejó al chico, dándose la vuelta, comenzando a caminar lejos del lugar, esa tarde sería muy atareada...

Minutos después

Ingresó a aquel lugar, teniendo una sonrisa en su rostro. Atado en una silla, con la mirada baja, aquel joven, no tenía ya esperanzas.

-Veamos que tenemos aquí.

Third Reich se acercó al joven, levantando la cabeza del ajeno, encontrándose con un rostro sin expresión alguna, no era de extrañarse.

-voluntad de hierra ¿eh? lástima, sé lidiar con gente como tú.

Horas pasaron, tortura tras tortura pasaban por el pobre joven, aunque eran torturas leves- según Third Reich- algunos golpes, algunas uñas arrancadas, y una que otra ahogada, aunque nada funcionaba, era de esperarse, después de todo, los infiltrados eran más fuertes mentalmente. Soltó un suspiro y salió del lugar, decidió ser generoso y darle aunque sea un pequeño descanso.

Third llegó a su tienda, quitándose la ropa, estaba manchado con sangre, no era tan grave, pero si detestaba el hecho de estar sucio.

Se limpió el rostro con un trapo húmedo, quitando las manchas de sangre.

-El infiltrado era francés... Me sorprende que pueda hablar un alemán fluido, hasta el acento es perfecto, lástima.

No era de las personas que hablan solas, y de hecho no lo estaba haciendo.

"Führer estará satisfecho por tu eficiencia, ¿Cuál es tu plan a seguir?"

Una persona salió de entre las sombras; Reich solo se quedó en silencio, colocándose la ropa superior, si, la mano derecha de Hitler estaba ahí desde siempre -una molestia su sola presencia- aunque no tenía por qué alarmarse, ambos eran hombres, no tendría por qué incomodarse y mucho menos avergonzarse.

-Me gustaría reclutarlo, aunque dudo que traicione su patria. Lo obligaré a hablar y luego...

Su sonrisa afilada volvió a aparecer, el contrario entendió a la perfección, saliendo del lugar.

[. . . ]

Era ya de noche, un peruano estaba tirado en su cama, con los brazos cruzados detrás de su cabeza -sirviendo de apoyo-. Un dilema era su cabeza, y apenas pasaron unos días, y ya habían descubierto a un de los suyos, claro está, no era el único infiltrado en territorio alemán, la guerra había puesto en alerta a todos, cualquiera era solicitado ahora, desde señores de 50-60 años, hasta los más jóvenes, el soldado más joven que había conocido, tenía tan solo 16 años.

En varios aspectos, Perú era considerado "débil". Débil por el hecho a negarse a matar, débil por pensar que la guerra era innecesaria, débil por tener compasión por los demás, por sus enemigos y aliados, Perú era débil en todos los sentidos, menos el físico, y en la guerra, necesita del físico y mentalidad; esa era una de las razones, una de las razones del porqué fingir, fingir desprecio a sus enemigos, tener la "ideología" que no hay perdón, fingir ser otra persona. Lo único que quería, era irse de allí, dejar de lado al ruso, dejar de lado la guerra, todo ese sufrimiento, dejar todo de lado, simplemente, irse a otro lugar... Cualquiera, pero no podía, temía que el ruso arremetiera en contra suyo... No podía, no podía irse, tenía que quedarse, podría ser descubierto, torturado, morir, pero no podía irse, tendría que quedarse en ese lugar.

Soltó un suspiro pesado, dándose la vuelta, quedando de espaldas a los demás, dormir era bueno, quizás, ¿comer, correr, jugar.. ¿Llorar? No lo sabía, pero creía que dormir le sería más tranquilo, en esos tiempos, el dormir era lo que todos querían, dormir, y despertar, sabiendo que todo eso era un simple sueño, una pesadilla; y para él, el dormir era lo mejor, y eso estaba dispuesto a hacer, dormir y dejar eso de lado, aunque sea unos momentos breves, aunque sea que es una total mentira, dormiría, dormiría sabiendo que al despertar, volvería a ser la misma pesadilla.

[...]

-Actualizada: 

06/08/2022 - 19:54pm hora peruana

18/08/2022 - 21:17pm hora peruana