005.

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-Señor...

-No.

Decía mientras levantaba la mano, en señal que callase, no abría lugar alguno para excusas; el occidental miraba de los pies a la cabeza al latino junto al muchacho en el suelo. Enojó, decepción, no sentir nada, no hacer nada, todo era sumamente confuso para él; había presenciado diversos pleitos y también había sido protagonista de estos años atrás, ¿Qué era lo diferente? ¿Cuál debería ser su actuar en esta situación?.

-Vayan a la enfermería, ayúdenlo, luego vengan a mi oficina, hablaré con ustedes.

Los murmullos empezaron, no era normal que Third Reich fuera tan "flexible" con ese tipo de temas, él no pondría castigo alguno, simplemente nadie volvería a ver a esos dos, más, esta vez no fue así.

Perú tan solo bajó la cabeza, no tanto por la persona, sino que por la vergüenza que sentía, él no era de meterse en líos y mucho menos en peleas; frente a todas esas personas, era vergonzoso.

-Por supuesto, señor ¿podría ir a vestirme primero?

Estaba semidesnudo, aún con la toalla sujeta a su cintura.

-Hazlo rápido

Volteó a ver a los demás, totalmente serio.

-Y no quiero más peleas.

Con esto, la mayoría salió de allí, y él no fue la excepción; salió del lugar, de sobremanera esto le enojaba, dos buenos soldados, debía hacer algo, o castigarlos o desaparecerlos; la segunda opción no era grata, en esos momentos, buenos soldados era lo que hacía falta, y no podrá darse la libertad de deshacerse de dos buenos soldados como lo eran los protagonistas de la pelea anterior.

-Todo estará bien, todo, todo, cuando él llegué, todo ira bien-... Todo, sí.

Su dignidad corría un gran riesgo si su "padre" hubiera presenciado eso, él hubiera estado en un gran lío, se supone que era perfecto, se supone que él era un buen líder-...

[. . . ]

Perú estaba dentro de los vestidores, colocándose la ropa que era correspondida, sentía un leve dolor en la parte de la espalda, al parecer si le habían llegado a golpear. Se tocó el labio inferior, notando una herida, mediana, no tan grave, pero demoraría en sanar.

-Señor todo, todo fue un gran malentendido, no, él vio que me pelee. Señor, él empezó... ¡No! Parecerá niño culpando a otro, ¡Agh!

Su cabeza daba vueltas, tratando de encontrar una buena excusa, una excusa que sea convincente para que el nazi pueda al menos, darle un castigo poco tedioso.

Había pasado más de media hora, hablando solo en aquel vestidor, cualquiera que lo viera diría que era un loco, más afortunadamente nadie lo había visto. Soltó un leve suspiro, acomodando por última vez su ropa; salió del lugar, dirigiéndose a la carpa del alemán.

-Señor.

Avisó, al ser tan solo telas, no habría donde poder tocar, o avisar su llegada.

-Adelante

[. . . ]

Mientras el alemán redacta una carta, no levantó la mirada en ningún momento, tan solo escuchó que el peruano ya había llegado, ya tenía a ambos pleitistas enfrente suyo, uno más lastimado que otro.

-Toma asiento, me explicarán qué fue lo que pasó.

-señor juró que no fue mi intención, él lo ocasionó.

-"¡Eso no es cierto! El se me fue a los golpes"

Una pelea de argumentos se dio en aquel lugar. El de menor estatura se levantó con fuerza, dando un golpe sólido en la mesa.

-Deben actuar con la mente fría.

Tomó con firmeza la carta que había escrito, mostrándola a los presentes, dentro había una petición de renuncia.

-Ustedes son los que deciden, pueden renunciar ahora o atenerse a las consecuencias y tengan por seguro que eso no será para nada lindo, ¿¡cómo pasaron el periodo de aspirantes!? Denme una buena razón por la cual debería darles una oportunidad más.

Hubo un gran silencio, ambos soldados miraban al rojizo, ambos estaban en cierta forma asustados, el extraño quizás por su futuro, y el peruano, el peruano tenía una gran razón, prefería recibir treinta castigos a lo que le esperaba si se retiraba de allí.

-Si me voy, muero.

No hubo respuesta por parte del alemán, tan solo mantuvo silencio por algunos segundos; estaba extrañado por la respuesta que había obtenido. Mostró una sonrisa afilada, no era de felicidad, era de advertencia y para demostrar superioridad.

-¡¿Uhm?! ¿Y acaso crees que estando dentro será diferente? De todas formas morirás.

Avanzó, hasta colocarse detrás de los dos soldados, acariciando las cabezas de los mismos, sus ojos se ensombrecieron, manteniendo su sonrisa afilada.

-Pobres y descarriadas criaturas-... ¡Bien! Les daré otra oportunidad, que opinan ¿sobre el campo de minas?

-"¿minas señor?"

-Si minas, de las que explotan cuando tienes contacto con ellas. Tal vez usemos una "atajó", pasando por un campo de minas, es peligroso y tenía pensado enviar a alguien experimentado, pero en vista de que están ansioso por ayudar

Third Reich tomó asiento en su escritorio, cruzándose de brazos, para proseguir.

-Les daré el honor, a menos que-...

El peruano dejó de escuchar al alemán, simplemente estaba metido entre sus pensamientos, el hecho de tener una misión tan arriesgada de por medio le resultaba tedioso, más una "idea" se le formuló gracias a esos momentos de sumo pensamiento; si tendría cuidado, sumo cuidado, la misión no sería peligrosa ¿verdad?, podía negar la misión, claro, pero resultaría cobarde no hacerse cargo de sus actos.

-¡Yo!, ujm-... Yo me ofrezco, no tengo problemas alguno.

-ahm... Vaya, cada vez me sorprendes más, niño.

Cada palabra era genuina, aunque dentro de sí, Third tenía un lío total en su cabeza, una parte de sí le gritaba que tuviera cuidado con aquel chico, pero su otra parte, le decía que estaba bien si confiaba. Soltó un suspiro.

-Bien... Veamos.

El de mayor rango sacó un mapa del cajón derecho del escritorio, pasando su dedo por encima, conocía a la perfección cada detalle del mapa en su poder.

-Considerando lo que dijo el señor Hitler, lo más probable es que en un futuro avancemos a Dinamarca, solo es de suponer, aun así, asegurar ciertas áreas sería grandioso, aunque el verdadero problema es Francia.

Por cada indicación que daba el alemán, el latino daba un sonido, para dar a entender que lo escuchaba a la perfección. El nazi se quedó recapitulando todo lo que dijo, guardando silencio unos segundos, aunque solo era un soldado, podría poner en una gran desventaja a todo el batallón, tal vez se estaba precipitando demasiado.

-Tsk! Bueno, su castigo, de ambos; se ejecutará apenas y el señor Hitler llegué, por ahora, vuelvan y no causen más problemas.

Ambos soldados tan solo asintieron, en señal de que estaban de acuerdo.

-Sobre lo de hoy, no se lo mencionen a nadie, pueden retirarse.

Con la orden dicha, ambos soldados salieron del lugar.


[. . .]

-Actualizada:

 01/08/2022 - 20:20pm hora peruana

18/08/2022 - 20:53pm hora peruana

Yuanfen (countryhumans)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora