Yuanfen (countryhumans)

012.

Perú levantó la cabeza, mirando fijamente al nazi, sonrió bajito, volviendo a acercarse a él, más se detuvo a una distancia prudente. Comenzó a dar besitos leves en las manos del ajeno, tomó una de las manos ajenas, comenzando a besarla con cuidado.

Third sentía leves corrientes recorrer su cuerpo por aquellas acciones, no podía estar más rojo, se le quedó mirando por varios segundos, hipnotizado por aquella sensación y vista, pero recordó en donde estaba y que aún era de día, si aquel supervisor tan molesto llegaba ahí por su falta de presencia en el campo de entrenamiento todo estaría perdido, a pesar de sus intentos por decir algo no lograba procesar las palabras, no quería terminar con aquel contacto, y en realidad estaba por caer en aquella atmósfera, pero en un último esfuerzo se alejó lo suficiente para romperlo –Es- es peligroso– dijo soltando un jadeo, aún sentía su rostro arder.

El latino negó fuertemente, ya se había perdido en esa hermosa escena. Tomó las dos manos, dando besos y caricias en las mismas, eran suaves, no parecían gastadas, ni maltratadas, eran... Suaves, frágiles, delicadas, dulces, perfectas, no había palabra que describiera lo deliciosas que eran, no quería alejarse, ni un minuto -no importa- Estaba totalmente inundado por la sensación de exquisitez; besaba las manos del ajeno, si tan solo con el tacto de las manos juntas ya estaba perdido, estando así por unos minutos, en completo silencio.

Reich se sentía sofocarse por tantas sensaciones, se removió un poco, no podían continuar así, soltó algunos jadeos por aquellos besos, apretó el agarre en sus manos de manera inconsciente, sentía que se perdería a sí mismo.

Perú luego de unos minutos se separó. Simplemente lo abrazó, acurrucándose con él -debe dormir.

El alemán agradeció internamente que lo dejará, y se acercó al contrario para ocultar su rostro en el mismo -Eres cruel...- y estaba mal que él lo dijera, pero el contrario lo había hecho entrar en una vergüenza demasiado grande, tenía la necesidad de reclamarle.

-Y usted es muy suave...- Soltó una risa baja, abrazando al nazi con más fuerza volviendo a levantar el rostro para mirarlo, acercándose de nuevo, teniendo la total idea de darle más caricias. Comenzó a darle besos por toda la cara, mientras lo arrullaba -Waylluyki- Se acercó, dando a entender que deseaba un beso pequeño.

Para el europeo, escuchar la voz del contrario era muy agradable, las caricias le hacían sentir cosquillas en su estómago, tal vez aún estaba enfermo o quizá no quería asumir que estaba simplemente enamorado. No había comprendido lo que dijo el peruano, pero por alguna razón su corazón dio un brinco de emoción, al final terminó por rendirse y olvidar toda razón –Nos pueden descubrir– dijo en un susurro antes de juntar sus labios con los del contrario.

Correspondió al beso del nazi, ya técnicamente no era él, Perú ni siquiera tenía conciencia de lo que hacía, simplemente era un impulso, como si necesitara los labios de ajeno con desesperación. Lo tomó de las mejillas, a pegándose más a él, siguiendo el beso.

Nazi cerró los ojos por la sensación, era dulce y tierno, pero de un momento a otro se intensificó lo que lo mareó un poco, aquella sensación era diferente, le ponía muy nervioso, logró separarlo y empezó a jadear en busca de aire.

-Que... ¿Qué fue eso?– pregunto algo atontado, mientras se alejaba un poco nervioso

Al ser alejado, Perú volvió a sus casillas, levantándose de la cama lo más rápido posible, estaba más que avergonzado. -Perdóneme, no volverá a pasar, disculpe- Sumamente nervioso se colocó los zapatos, mirándolo fijamente, era un verdadero idiota.

El nazi aún seguía algo lento y no podía procesar muy bien lo que acababa de suceder –No, está bien... solo fue muy... ehm– tocó sus labios algo extrañado, fue una sensación completamente nueva y extraña, le dio miedo, pero también le gustó, no sabe cómo sentirse -Nuevo... yo- no sé qué decirte– cubrió su rostro avergonzado, sus propios pensamientos eran incoherentes -¿Estás bien?.