10 | Visitas que enamoran

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10 | Visitas que enamoran


Hubiese querido que Sprite diga algo más comprometedor, que me dejara sin aliento y que me paralizara el corazón. O quizás abrazarme repentinamente al terminar de leerlo, diciéndome que le han llegado muy en el fondo mis palabras... Pero no pasó.

Nada de eso pasó, pero no quiero ser inconformista, entiendo que esto es nuevo para él y que es entendible como lo ha tomado.

Aún estoy sorprendida de lo valiente que fui al ser capaz de mostrarle ese poema personalmente, verlo leyéndolo y sobre todo ver su cara al terminarlo.

En serio que tuve muchas agallas.


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Me encuentro hablando por llamada con mi amiga Britney, dice que vendrá a mi casa esta noche y que hará todo lo posible por hacer que Sprite venga con ella también. No sé cuáles son sus intenciones en hacer que Sprite venga, pero me agrada la idea.

¿Una visita de Sprite? ¿Un sábado en la noche? ¡Nada mejor que eso!

—De acuerdo, Britney, no me dejes plantada—, digo detrás de la línea, con una sonrisa de oreja a oreja en mi rostro.

—No, loca, iré así sea a las diez de la noche— responde, decidida.

Asiento, alegre, pero en el fondo espero que no sea a esa hora precisamente o que haya sido un sarcasmito de su parte, porque ciertamente, es muy tarde para hacerle una visita a alguien. Pero que venga, así me gano una visita de Sprite.

No digo más y cuelgo la llamada.

Pasan las horas y he estado buscando qué ponerme para esta noche, quiero lucir lo más bella posible.

Después de tanto buscar en mi clóset, me decido por un vestido negro que entalla a la perfección en mi cuerpo delgado. Cierto que no tengo montones de ropas para elegir, pero al menos dentro de las pocas que tengo, algunas me sacan a flote.

En mi cabeza siempre tengo el querer buscar un empleo y poder cubrir mis gastos, tener mi clóset lleno de ropas para elegir, que ya mamá pueda estar libre de tantos compromisos conmigo, los gastos de la casa, las deudas y demás.

Pero como ella dice, debo ocuparme únicamente de mis estudios y seguir con la fe intacta de que algún día, me convertiré en una escritora reconocida.

Pongo mi teléfono celular a recargarse ya que me ha pedido batería, le he dado un uso increíble hoy y me sorprende lo mucho que ha durado para descargarse. Lucho con el cargador para que pueda proporcionarle carga, ya que no sirve y tengo que darle mil vueltas para que pueda funcionar. Lo dejo despacio en la mesita de noche y voy a ver qué está haciendo mamá.

—Mamá.

—Aquí estoy —dice desde el mueble.

Me acerco a ella.

Está con su celular viendo videos de YouTube. Literalmente.

—Vendrán a visitarme unos compañeros de la escuela, sé amable.

—Me hablas como si he tratado mal a tus visitas algún día— se pone a la defensiva.

Me acerco al mueble y me siento con ella.

—Sabes que estoy bromeando.

—Ya lo sé.

Le doy un puñetazo suave.

Si algo tiene mi mamá, es que es muy agradable y humorista, siempre nos llevamos muy bien. Creo que, en esa parte, me parezco mucho a ella.

Me voy a mi habitación a ducharme, ya que las horas pasan y no quiero hacerme esperar dadas las circunstancias de que lleguen y no esté lista aún.

A través de un reto ©  #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora