32 | Regreso y confesiones

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32 | Regreso y confesiones

Luxmart

Me preparo para irme a la preparatoria y la felicidad y el nerviosismo me corroe, me siento muy ansiosa y no lo puedo evitar. Este mes de vacaciones ha sido como un año para mí y ya por fin retomamos a las clases.

Me coloco mi uniforme y me concentro en mi cabello, me quito el gorro de satín y me les doy un pequeño retoque. Ayer por la noche me definí los risos para no hacer mucho tener que hacerlo hoy. Me pongo de mi lápiz labial favorito y me pongo rímel en las pestañas.

Una vez lista, salgo de casa y tomo un taxi hacia la preparatoria, la emoción que tengo me hace caer en cuenta que estoy sonriendo sola, me controlo y espero con impaciencia llegar.

No pasa mucho tiempo cuando llego y entro inmediatamente, el ambiente se siente reconfortante y esboso una pequeña sonrisa.

Ubico a mis amigos pero no veo a ninguno, deduzco que tienen que estar en el salón y me dirijo hacia allá. Una vez allí, el lugar está vacío y solo logro ver a dos de mis compañeros, de los cuales uno de ellos es Dominic.

Inconscientemente siento una chispa correr por mi espina dorsal y lo detallo perfectamente; está más lindo, se dejó crecer un poco el cabello y su boca sigue estando rica.

Coloco mis pertenencias en su lugar y es en ese momento cuando él se percata de mi presencia.

Nuestras miradas se cruzan inesperadamente y siento la tensión que eso provoca.

Es la primera vez que llego temprano a clases, soy de las que siempre llega tarde y al parecer él es uno de los pocos puntuales aquí.

Estoy sorprendida de mí misma por haber llegado temprano.

—Hola, Dominic— lo saludo con timidez, dedicándole una sonrisa.

El se incorpora de su asiento y se aproxima a mí para saludarme.

Su abrazo me deja pasmada en el lugar, no esperaba a que lo hiciera y tan pronto reacciono le devuelvo el abrazo. Su aroma impacta en mis sentidos y me alegra de que me haya abrazado, porque su aroma quedará impregnado en mi ropa todo el día.

—Hola, Lux, ¿qué tal tus vacaciones? —pregunta, separándose de mí.

Quisiera decirle que en su mayoría, fue faltal, que me la pasé pensando en él y que no hubo un día en que no lo echara de menos. Que muchas veces tuve ganas de escribirle y saber de él, más no lo hice.

—No tan bien, la verdad.

—¿Y eso por qué? —arruga el ceño.

Vasilo antes de responder a su pregunta y su mirada me hace perder el razonamiento.

—Estuve echando de menos a todos.

«¡A ti! A ti te estuve echando mucho de menos».

Suelta una risa y sus hoyuelos se le marcan de una manera provocadora.

—Supongo que soy parte de ese "todos" —espeta con picardía.

Me sonrojo.

A través de un reto ©  #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora