7- ¿Renata escribe +18?

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AITANA MCLAREN

─Te dije que la vi mover sus manos. ─susurra alguien cuya voz me cuesta reconocer hasta que mi cerebro hace su trabajo y establece que es Julieta.

─Y yo te dije que ella estaba sedada.

Esa es Miriam.

Siento a alguien poner una luz molesta en mis ojos, así que suelto un fuerte suspiro y creo que gruño de la molestia.

Siento que mi cabeza está martillando y me va a explotar en cualquier momento.

Dios, soy yo de nuevo.

─Ves Miriam, te dije que estaba moviéndose.

─Pero... bueno, Aitana siempre está demostrando que nunca sigue las reglas generales. Aitana ¿Me escuchas? ¿Estás despierta?

Si, las escucho y ambas son demasiado molestas en este momento.

¿Dónde estoy?

Trato de moverme y mi cabeza duele, así que me quedo quieta tratando de recordar qué pasó. Poco a poco, voy abriendo mis ojos y acoplándome a la claridad de la habitación hasta que logro enfocar y miro a Miriam y a Julieta quienes me sonríen de forma tenebrosa.

Cierro un ojo con molestia.

No quiero ver a ninguna de las dos.

No quiero ver a nadie...

¿Y Renata?

Mi garganta arde cuando abro la boca para hablar y la siento seca, así que como si Miriam lo supiera, me extiende un vaso de agua del cual tomo y cuando pasa por mi garganta me siento en el paraíso.

Me levanto poco a poco hasta lograr sentarme y logro hablar.

─¿Qué... pasó?

Miriam evalua mis ojos y mis oídos siendo un poco molesta en el proceso de intentar confirmar que estoy bien cuando es obvio que estoy bien.

─Han pasado dos años. ─susurra Julieta y abro mis ojos con sorpresa haciendo que la doctora me pique el ojo derecho con la linternita.

¿Cómo dices qué dijiste?

─Auch... ¿Qué dices? ¿Qué pasó cuanto?

Entonces mi follamiga se ríe en mi cara y yo siento ganas de ahogarla con la almohada.

─Eres una tonta. ─me quejo. ─¿Cuánto ha pasado?

─Dos días. ─responde Miriam. ─Tu cuerpo estaba devastado después de ese día de expedición. Estabas deshidratada ¿Se puede saber qué pasó? Había sangre en tus oídos y en tu nariz.

Llevo una mano a mi cabeza que duele un poco y suspiro recordando. ─Había una horda gigante, eran demasiados y él carro no encendía así que Renata estaba cuidándome mientras lo arreglaba. Al final íbamos a morir y le dije que usara el plan B.

Cuando los zombies nos separen [1] -SIN EDITAR-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora