Monstruos.

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Existe la creencia generalizada de que los monstruos no existen. Que son sólo cosas de cuentos. Hasta se mofarán de tí si empiezas a hablar de ellos.

Ignorantes. No, inconscientes. Los monstruos son reales. Muy reales. Viven entre nosotros. Cada día los vemos pasar delante nuestro y ni nos percatamos de ello. Y esque si bien los monstruos existen, no tienen cuernos, ni pezuñas, ni muchos ojos, ni dientes afilados. Un monstruo tiene apariencia antropomórfica. Es una persona como tú y como yo.

Entes malvados, descorazonados, sin escrúpulos. Nadie está a salvo de ellos. Ahora mismo estarán pasando por tú cabeza infinidad de ejemplos de estas criaturas pérfidas.

Quizás lo más triste es que, aunque un monstruo puede originarse mediante un trágico suceso, sin la intervención de nadie más, la mayoría de monstruos son lo que son por culpa de otros monstruos.

Me explico: tras el ataque de un monstruo, la víctima puede o bien consumirse y quedar completamente vacía; o peor aún, llenarse de odio y convertirse en el mismo monstruo que una vez le atormentó.

Y se puede evitar la conversión de simples seres humanos en monstruos. Incluso el monstruo propio en el fondo también desea experimentar eso, aunque sea demasiado tarde para su cura. Resulta que el remedio es algo tan sencillo como el amor.

Humanos y monstruos por igual anhelan amor. En unos sí que surtirá efecto. En otros no.

Relatos y pensamientos de un mortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora