Capítulo 9

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La joven estaba atónita, en apenas unos segundos el rey ya había dictado al árabe de rostro severo y serio para que la escoltara hasta la tienda, y no dio tiempo suficiente para impedirlo.

Adara comprendió un par de cosas acerca del rey.

El susodicho era todo lo que Delia le había comentado con anterioridad, Baldwin era un hombre calmado y sereno, de voz suave pero firme, era bondadoso y agradable de hablar además de mostrarse culto, sin embargo, debajo de toda aquella tranquilidad que emanaba también era alguien con carácter, poseía un temple levemente impetuoso así también una firmeza y rigidez. Aquello lo pudo visualizar en el momento en que ella tuvo que emprender marcha, mostrándose alguien poco afable e incomprensivo respecto a la seguridad de la joven, considerando lo que él creía como correcto sin pensar sobre lo que pensaba ella respecto a lo decidido.

Si ella lo miraba desde otra perspectiva entonces aquellos gestos del rey los encontraría tiernos y divertidos, ya que era un hombre preocupado de manera reacia por la seguridad de la joven dama.

De alguna manera, sí lo pensaba de ese modo, entonces ya no era tan molesto, era un poco estoico y posesivo quizá, pero era un gesto tierno y considerado hacia ella.

La joven entonces notó la mirada del rey sobre ella, captando una leve inquietud en aquellos ojos color cielo, sin embargo, también podían notarse angelicales y sinceros, quizá expectantes.

Adara caminó hasta el rey,

Cuando Baldwin observó cómo la joven caminaba hacia él esperó una última conversación o quizá una rápida despedida, sin embargo, no esperaba en absoluto lo que vendría.

La joven de ojos color jade se detuvo hasta llegar al rey quedando apenas a un paso de espacio entre ambos, notó la mirada expectante en los ojos color cielo del hombre, con dudas mostrándose en ellos he incluso temerosos y ansiosos.

Sin vacilar la joven tomó la mano derecha del hombre sobre la suya acercándola hacia sus labios, mientras bajaba con calma su cabeza hacia la mano del rey ella miró de reojo los ojos del joven, cuya mirada yacía clavada en ella cual flecha en la carne, asombro y pasmo reflejaban sus ojos tras la acción recibida. La joven llevó la mano enguantada del rey hasta sus labios sintiendo la tela aterciopelada en su piel, notando la poca calidez que emanaba su mano tras las telas y lo quieto que estaba el hombre, todo mientras mantenían las miradas conectadas, ella sintiendo el poder en sus acciones y él la vulnerabilidad al recibirlas.

Tras el beso en la mano, ella levanta la mirada aún sosteniendo la mano del rey entre las suyas mientras sonreía, pues acababa de dejarle un cortés saludo noble inglés, por supuesto que a la inversa, pues usualmente quien besa la mano de la persona al saludar es el hombre.

Con coquetería y sin quitar los ojos del rey ella expresó;

— He de decir, su majestad, que he disfrutado como no puede imaginar de esta velada que me ha entregado. - expresó traviesa ella.

La joven pudo apreciar con una sonrisa en sus labios como el rey se quedaba sin palabras, claramente no esperaba aquello y eso le encantó a ella.

— Parece ser que lo he dejado sin palabras, su majestad. - agregó ella con risa.

Aquello hizo que él espabilara.

— Lo lamento, yo...- fue interrumpido por la joven.

— Espero con fervor volver a encontrarnos en el futuro con la dicha de otra velada, su majestad, pues he de decir que su compañía ha generado en mí sentimientos afecto dignos de una posible amistad, si usted así lo desea. - agregó ella. — Pues anhelo escuchar de sus peripecias y hazañas como rey, así además de descubrirlo y comprenderlo pues la intriga mueve en mí la osadía de pedirle lo recién expresado.

Agápi mouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora