Capítulo 15, Ejecución

912 102 24
                                    

El juicio había terminado y la sentencia fue dictaminada, toda la multitud había sido trasladada hacia la plaza central en las entradas del palacio, un lugar al que el todo público podía acceder solo en fechas festivas u ocasiones extraordinarias, tal parecía ser que ésta era una de esas ocasiones.

La multitud no comprendía del todo la situación, las palabras del rey no dieron paso al cuestionamiento, lo que llevó a que la gente solo quisiera observar, ser espectadores de lo que estaría por ocurrir.

Adara fue apartada de la multitud siendo escoltada por un grupo de guardias de camino hacia la plaza central, lugar donde se llevará a cabo la sentencia de Bolton. La joven no esperaba tal acontecimiento, no esperaba la muerte del hombre, quería un castigo severo, quizás unos latigazos, pero no la muerte.

Durante el trayecto hacia las afueras del gran salón perdió de vista a Constance y Delia, también perdió de vista al rey, de momentos la joven notaba a Tiberias a lo lejos observandola, cerciorándose de que ella estuviera bien.

La plaza era grande, lo suficientemente grande como para albergar a cientos, sino unos miles, de personas sin problemas, ambientada con un par de palmeras y una enorme fuente de agua donde la gente desesperadamente se refrescaba. Los guardias rápidamente montaron un escenario y dividieron a la multitud de la nobleza, irónicamente, Adara se mantuvo junto con los nobles. Era probable que Constance, Delia, Talal y los demás estuvieran en alguna parte de la plaza, mientras ella se mantenía escoltada cerca del escenario improvisado.

Sin saber cuando tiempo pasó, la joven notó como al centro de la plataforma de madera fue arrastrado aquel viejo médico árabe quien había envenenado al heredero de las tierras de Mirabel, ella observó como entre dos hombres obligaron al árabe a arrodillarse, mientras que otros dos guardias mantenían encadenado de manos y pies a Bolton.

Luego, igual que cuando entraron a la sala del juicio, los mismos nobles subieron a la plataforma junto al rey, quien mantenía a su lado a Tiberias, la joven notaba el semblante serio del conde.

La multitud al ver personas en el escenario comenzaron a vociferar, a exigir una cabeza sin saber el porqué realmente lo están exigiendo. El furor del momento era tanto que podía sentir la vibración en las voces de la gente, podía sentir el sentimiento, la sed de sangre y la necesidad de ver una vida acabar.

Esa misma gente en un comienzo venía por la cabeza de ella, y, sin embargo, ahora claman por la cabeza de alguien más. Estas personas no estaban interesadas realmente en quién era el culpable, solo querían algo con lo que salir del cotidiano, algo que los uniera como pueblo y que les diera de qué hablar.

Entre las voces exigentes de la multitud, se escuchaban los gritos de Bolton quien clamaba misericordia, la joven podía ver como tiraba de sus cadenas y pedía por el perdón de su majestad, quien se mantenía imperturbable entre la gente sobre la plataforma.

No pasó mucho tiempo cuando llegó el verdugo, con una espada grande entre sus manos no demoró en cortar la cabeza del médico árabe. Fue limpio y rápido.

Los gritos de Bolton eran aún más fuertes.

Dirigiéndose al centro de la plataforma Bolton fue arrastrado por dos guardias quienes lo obligaron a arrodillarse, el hombre clamaba misericordia y perdón, su llanto era mayor a medida que el verdugo se acercaba con la espada.

Cuando parecía que llegaría el momento, todo se detuvo, la joven podía ver como Baldwin era detenido por Tiberias, notó lo que parecía ser una discusión entre ellos.

— Mi rey, le ruego que no haga lo que pretende hacer.

— Fuera de mi camino, Tiberias.

El de la máscara plateada era sujetado por el brazo, sin fuerza pero con firmeza, por Tiberias, quien se negaba a dejar que el rey fuera hacia el centro del escenario.

Agápi mouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora