Capitulo 13, Miedo.

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Cuando levantó la mirada esperaba ver a aquel señor de las tierras de Nablús de nombre Bolton, esperaba ver a aquel viejo hombre árabe de tez morena y mejillas hundidas, en cambio, lo que vio frente a ella fue un hombre de piel apenas bronceada por el sol del desierto, ojos claros y barba espesa en su tosco rostro, su mirada no era como la de aquel hombre viejo en la tienda quien se mostraba cansado, la mirada de aquel hombre era de apatía y desagrado.

Definitivamente el hombre frente a ella no era el mismo al de la tienda, este hombre de tez clara no poseía sangre árabe por sus venas.

¿Quién era ese árabe con el emblema de dicha casa entonces?, se preguntó la joven.

Saliendo de su consternación notó como aquel Lord de mirada apática ladraba a sus caballeros para que la arrestaran, vio cómo uno de ellos se acercaba a la joven y con una soga vieja amarró las manos de la joven con lo que parecía ser casi delicadeza en las toscas manos del caballero. Bolton notó esto y con pasos fuertes caminó hasta llegar a la joven, empujó con su cuerpo al caballero y agarrando la soga apretó en un fuerte tirón las manos de la joven.

— No he puesto resistencia para recibir estos tratos - exclamó en quejas la joven.

— Lo único que mereces recibir son las llamas del infierno bruja. - bramó con ira él.

Adara fue arrastrada fuera del campamento y observó como en el oscuro desierto había al menos unos 20 caballeros quienes rodeaban el lugar.

— Revisen si hay más personas, maten a los que encuentren, si son mujeres decentes me las traes, de lo contrario solo corten sus cabezas. - fue lo que ordenó Bolton a sus caballeros quienes no dudaron en moverse.

Tal como Adara había pensado, el lord ordenaría matar a todo quien se relacionara con una supuesta bruja.

Fue guiada por un caballero hasta el único caballo que había en el lugar, era un semental grande y podía apostar que aquel caballo bien cepillado no era árabe, aún sin saber de caballos podía afirmar eso. Tras de sí observó cómo Bolton a pasos pesados volvía enojado hacia ella.

— ¿Dónde están los demás? - exigió él.

— ¿Quienes? - preguntó ella, y él se acercó con rabia, Adara retrocedió un poco ante la ira del hombre.

— No te hagas la desentendida bruja. - susurro con fuerza él. — O cortaré tu cabeza aquí mismo.

— Merezco un juicio. - respondió ella con apenas firmeza ante la rabia del hombre.

— Una bruja no merece ni la piedad de Dios. - bramó él.

— No soy una bruja, ya se lo había dicho.

Él con rabia giró hacia los caballeros que inspeccionaban aún el campamento y exclamó:

— ¡Quemen el lugar!

Adara observó las antorchas de los caballeros demasiado cerca de las telas que cubrían el refugio, con tristeza vio cómo las llamas consumían todo el campamento, recordó los meses que dedicó tiempo y paciencia a tratar enfermos y los lazos que formó con las personas. Aquella vista de las llamas y cenizas le hizo apretar el pecho.

Bolton toscamente tomó las manos amarradas de la joven y las amarró en otra cuerda mucho más larga, luego él agarró el otro extremo de la cuerda y se subió a su caballo.

Este infeliz no lo hará en serio, se dijo con consternación ella.

— No soy una esclava. - Bolton la miró de reojo. — No hay necesidad de tratarme como una. - hablo casi con suavidad ella.

Agápi mouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora