US (HIM 2)

Capítulo 13

JUNGKOOK

Jimin consigue dos entradas para cada partido local, y yo soy el único que las usa.

Son asientos increíbles, en el pasillo, un par de filas detrás del banco del equipo local. De hecho, estoy rodeado de las familias de otros jugadores. Los veteranos deben conseguir más asientos o algo así porque hay toda una sección de gente que grita cada vez que Lukoczik toca el disco. Y, de hecho, la pareja que se sienta a mi lado en cada juego son los padres de Kim Taehyung. Y el Taehyung gigante es la viva imagen de su... madre. Ella es de huesos grandes y boca grande con el pelo ondeado y canoso.

¿Su padre, por otro lado? Un flacucho del tipo profesional. Genética. Están locos. Y si el Equipo Riley piensa que es raro que venga solo a cada juego, nunca lo han dicho.

Me he perdido el precalentamiento y llego a mis asientos justo al final del Himno Nacional. Ya soy un experto en lo de "O Canadá" estos días. He tenido que aprender la letra por mi equipo junior. El entrenador no puede simplemente estar allí cantar "sandía, sandía, sandía" como un idiota.

Esta noche me duele la cabeza, lo que es inusual. Así que meto el sorbete en un refresco muy caro que compré en el camino y tomo un buen trago, esperando que una inyección de azúcar y cafeína me ayude. Necesito sentirme mejor, porque Jimin quiere salir después del partido.

Yo también, ya que en los tres días que ha estado en casa, he estado flojo en mi misión de "comunícate con tu pareja" Le dije a Jin que hablaría con Jimin, y casi lo hago la noche que nos follamos por Skype. Pero ese momento de conexión, al ver su hermoso rostro mirándome, tan lleno de lujuria y deseo... no había querido arruinarlo por traer a nuestros problemas a colación. Y luego volvió a casa, y todo el sexo real fue incluso mejor que masturbarse frente a la pantalla de la computadora. No quería arruinar eso tampoco.

Tal vez soy un cagón. Mi hermano sin duda estaría de acuerdo. Pero, joder, las cosas han estado muy bien. Jimin y yo hemos estado en sincronización desde que volvió y tengo demasiado miedo de que nos alejemos de nuevo.

Y no puedo mentir: una noche con Jimin suena como el cielo. Cuando le había preguntado a dónde quería ir, me había respondido:

—No importa. Salir. Tú y yo. Nos sentaremos en un bar o lanzaremos dardos o jugaremos al pool.

—Al pool no —le había contestado—. Mi ego frágil no puede soportar ese tipo de derrota.

Se había reído como un delfín.

—Bien. Lo que quieras. De todos modos, el juego no es lo que importa. Tú eres lo que importa.

Me gustaba eso.

El entrenador Hal ha cambiado las líneas esta noche. Suele hacerlo a veces. Puso a Jimin en la segunda línea con Taehyung y Lukoczik. Los entrantes salen esta noche balanceándose, Eriksson prácticamente aniquila el otro centro después del enfrentamiento. A medida que el disco comienza a ir a toda velocidad por la pista, ya no pienso en nada más que en el juego frente a mí. Mi mundo entero se reduce a estos doce hombres compitiendo por un poco de ventaja y por el pequeño disco de goma pesado que significa el mundo para las dieciocho mil personas aquí esta noche.

Jimin salta sobre la pared cuando es su turno, y no puedo dejar de inclinarme hacia adelante en mi asiento. Ottawa vuelve a tener el disco y está jugando a lo seguro, mimando el disco como ancianas llevando de paseo a su preciado caniche. No pueden marcar de esta manera, pero pueden frustrar a Jimin. Su turno ha terminado antes de que tuviera la oportunidad de hacer que algo suceda.