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JUNGKOOK


—Jungkook, hola —dice mi jefe Bill cuando entro a su oficina para nuestra reunión de la mañana—. Siéntate. —Sonriendo, hace un gesto hacia la única silla vacía en la habitación. La segunda silla extra está ocupada por el jefe de Bill, al que no esperaba encontrar en esta reunión.

Mi pulso se acelera ante la vista de Ron Farham. Ron es uno de los chicos en lo más alto de la Canadian Hockey League, la organización que gobierna las tres ligas que forman el hockey amateur en Canadá. Es una especie de tipo importante, y mis palmas se humedecen mientras me siento en la silla junto a él.

Detrás de su escritorio de caoba, Bill Braddock me ofrece otra sonrisa. Reconfortante.

—Relájate, Jeon. Esto es solo una revisión anual, no una ejecución.

¿Solo una revisión anual? No-oh. Esta es la reunión donde descubro que conseguí la promoción para la que apliqué.

Segundo entrenador. El gran SE. Claro, no suena como el título más glamuroso de trabajo, pero es un paso arriba de mi actual posición como entrenador asociado, y es un paso más cerca de mi meta final: primer entrenador.

No me malinterpretes, me encanta trabajar de cerca con los porteros y defensas del equipo. Y sé que mis esfuerzos definitivamente contribuyeron a que ganáramos el torneo de la Memorial Cup el año pasado. Todavía falta para eso este año, pero los chicos han estado pateando culos esta temporada, así que volver al campeonato no está fuera del alcance.

Pero solo porque yo mismo fui portero no significa que no tenga ideas sobre estrategias ofensivas, o la habilidad de entrenar a los talentosos delanteros que entran en la liga cada año. Necesito un cambio. Necesito un conjunto de responsabilidades más amplio.

Durante nuestro último viaje, Bill prácticamente confirmó que iba a recibir una promoción. Significa moverse a un equipo diferente cuyo estadio está a unos cuarenta y cinco minutos al norte de Toronto, pero no me preocupa el desplazamiento desde el centro de la ciudad. Y sí, también significa que ya no trabajaré con Bill, pero tanto como me gusta y respeto al hombre, el cambio es bueno.

Ahora, mientras me siento ahí en presencia de Bill y Ron, me pregunto si tal vez... ¿tal vez voy conseguir incluso una mejor posición?

¿Por qué si no estaría alguien de la CHL aquí?

—Vayamos directos a los negocios —dice Bill sin preámbulo—. Ron y yo hemos estado elogiándote toda la temporada. Lo que has hecho con Chambers es realmente algo grande.

Ron asiente con entusiasmo.

—¿La forma en la que cambiaste a ese chico? Muy impresionante.

—Cambió él mismo —discuto, aunque no puedo negar que Dale Chambers era una absoluta pesadilla al principio de temporada.

Resentido, por no mencionar con complejo de Dios. El niño se ganó la antipatía de sus compañeros desde el día uno, y tomó muchísimos intentos de fomentar el espíritu de equipo para crear un poco de compañerismo entre él y todos los demás. Si a un equipo no le gusta o no confía en su portero, podría fracasar toda una temporada.

Pero todo lo que tomó fueron unas pocas conversaciones con Chambers para que me diera cuenta de que estaba gritando por ayuda. Su padre abandonó a la familia cuando Dale tenía seis años, y el desfile de "referentes" masculinos cortesía del horrible gusto de su madre en novios, creó un ambiente hostil en casa que hizo que Dale se comportara mal en la escuela y en la práctica de hockey. Su talento como portero captó la atención de los entrenadores de su liga, que lo animaron a seguir jugando.

US (HIM 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora