Capítulo 30

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JUNGKOOK


Dejo caer la maleta en el pasillo, aseguro la puerta principal, y me tambaleo hacia la sala de estar sintiéndome como un hombre que ha pasado todo un año en el extranjero en vez de una mísera semana en la costa oeste. Pero, maldita sea, es bueno estar en casa. Y el apartamento huele fantástico, como a la loción de afeitar de Jimin ... ¿limpiador de pino? ¿Alguien limpió la casa mientras estaba fuera?

Mierda, alguien lo hizo. El suelo está reluciente, las encimeras de la cocina están impecables y no hay ni una mancha de polvo sobre ninguna superficie. De repente me siento como uno de los tres osos que fueron interpretados en Ricitos de Oro "Alguien ha estado limpiando mi casa..."

—¿Jimin? —lo llamo cuidadosamente.

—Dormitorio —viene la respuesta amortiguada de mi novio.

No, no mi novio. Mi... ¿prometido? Vaya. Todavía se siente irreal pensarlo.

Aparece un momento después, usando pantalones de chándal que están deliciosamente bajo en sus caderas. Admiro su pecho desnudo, su multitud de tatuajes, su piel lisa.
Es hermoso. Y parece que ha ganado algo de peso otra vez. No lo había notado la noche anterior porque estaba demasiado ocupado acariciándolo, pero sus pectorales y bíceps están notablemente más esculpidos de lo que habían estado hace unos meses.

—¿Cómo estuvo el vuelo? —Se pone una camiseta, cubriendo su espectacular pecho, luego se acerca para darme un beso.

Levanto el brazo para masajearme el cuello.

—Aburrido. Y me quedé dormido en una posición extraña, por lo que ahora mi cuello me está matando.

Jimin me quita el abrigo y lo lanza sobre uno de los taburetes de la cocina. Por una vez no lo molesto por no usar el perchero en el pasillo. Estoy muy feliz de verlo.

—Ve a tomar una ducha caliente —ordena—. Te prepararé algo de comer, y luego masajearé tu cuello... —Me hace un guiño—. Entre otras cosas.

—Eso... —digo, acercándolo—, suena —rozo mis labios sobre los suyos, y los dos nos estremecemos—, estupendo.

Sonriendo, me golpea el trasero y me da un empujón hacia el pasillo. Camino hacia nuestra habitación y me desvisto, luego entro a la ducha para lavar el olor a café rancio que ha permanecido conmigo desde que dejé el aeropuerto. Me pregunto qué está haciendo de comer Jimin. Amo a ese hombre, en serio lo hago, pero cocinar no es su fuerte. Ni siquiera puede freír un huevo sin quemarlo.

Como era de esperar, un hedor punzante asalta mi nariz cuando salgo diez minutos después. Un Jimin avergonzado me saluda en la estufa.

—Intenté hacer sándwich de queso a la parrilla —masculla.

Me quedo mirando el cadáver aplastado y ennegrecido de pan y queso solidificarse en mi mejor sartén de hierro fundido. Luego me echo a reír.

—Está bien, cariño. De todos modos, no tengo hambre. Tan solo saltemos a la parte de masajear mi cuello. —Beso su mejilla y apago el quemador de la estufa—. Pero te doy una E por el esfuerzo.

Se anima.

—Excelente. ¿Y viste que limpié? Me pase todo el día arreglando la casa para ti.

—¿De verdad?

Me da una sonrisa de listillo.

—Está bien, no. Pasé dos horas y media viendo la grabación con el equipo. Pero ese es el porqué contraté a una agradable mujer llamada Evenka para que aparezca una vez a la semana y haga la limpieza y la colada. Taehyung jura que ella tiene poderes mágicos para limpiar.—Agarra mi hombro—. ¿Podemos conservarla? ¿Por favor? —pregunta de la misma manera que un niño que trae a casa un cachorro.

US (HIM 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora