Un acto de amor.

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Después de la guerra la vida nunca volvió a ser igual. Eso todas las personas involucradas, directa o indirectamente, lo sabían desde el instante en que la primera vida fue arrebatada y solo fue confirmado cuando al amanecer de un nuevo día Tom Marvollo Riddle fue asesinado.

Todos quedaron para siempre marcados, en cuerpo alma o mente; en mayor o menor medida. Una generación entera perdida por ideas retrogadas y el miedo a actuar por parte de políticos ineptos. Hermione Granger, nacida de muggles, la bruja más brillante de su generación, era prueba viviente de ello, tanto cuerpo como mente tenían grandes y desagradables recuerdos de lo ocurrido en batalla, sintió en propias carnes el horror que las perturbadas mentes podían infligir, frente a sus ojos la vida de buenas personas desaparecer: horrores para media vida.

Aun en un escenario tan horrendo tuvo la dicha de contar con sus amigos y con la seguridad de que su familia estaba segura, un pequeño viaje a Australia se lo había confirmado, la memoria no fue retornada pues la castaña no se sentía preparada para que sus padres le vieran en tan mal estado. Volvió al colegio para su último año como una forma de intentar recuperar cierta normalidad en su vida, sus dos mejores amigos no le acompañaron, ambos buscaban dejar atrás esos tiempos, pero aún con esas dos grandes ausencias, un grupo de buenas personas le acompañarían en el proceso de volver a su vida normal.

Curioso que a pesar de todas las ayudas que recibía, cada una igual de valiosa que la otra, durante muchas noches a la castaña le fuera imposible el pegar ojo. Los terrores nocturnos eran insoportables, le obligaban a levantarse de la cama para no volver a dormir. No sabía cómo afrontarlos, siempre buscaba nuevas formas, desde contar los decimales de π, repasar libros de historia e incluso tejer; algunos resultaban más eficaces que otros, pero sin duda, de todos, con el que estaría más agradecida sería con la caminata nocturna, pues fue ese intento por calmar su mente que le permitió encontrar a su media naranja.

Durante una de las tantas noches, solitaria, Hermione caminaba en busca de tranquilizar su mente, quien había decidido era buena idea recordarle la imagen de quién le desfiguró el brazo, tatuando en la piel un insulto que tantas veces se le había lanzado. El destino le llevó hasta uno de los tantos baños, uno particular pues era muy poco transitado desde antes de la guerra.

Murmullos al otro lado de la puerta se escuchaban, fácil de identificar la que pertenecía a un fantasma, la única que en baños habitaba. Quiso entrar para saludar a la fantasma, quizás charlar un poco y, claro, recordarle las normas al alumnos que las estuviera rompiendo.

Con mucho cuidado la puerta fue empujada, por las ventanas la luz de la luna se filtraba, bañando de plateado el olvidado baño. Un cercano goteo se escuchaba, mismo que dejó de ser importante, en cuanto una voz desde la oscuridad susurro.

¿Cómo es el tiempo siendo fantasma? — Hermione conocía esa voz, tantas veces al pasar de los años la había escuchado, nunca para algo amable pronunciar.

Parece que hoy estás más interesada que de costumbre — La inconfundible voz espectral acompaño a la pregunta —. Me preocupas un poco.

Lo siento — Otra sorpresa al escuchar a quien creía conocer disculparse —. Solo quiero saber...lo que me espera.

Eres muy joven, aún puedes encontrar una buena vida — Hermione no se había quedado quieta, siguió avanzando poco a poco, escondiéndose en la oscuridad hasta conseguir llegar a dónde el fantasma flotaba, frente a una oscura esquina —. Los errores...lo que te ha pasado, no es una sentencia.

Solo...creo que estoy cansada — El corazón de leona se sentía extraño, el tono lúgubre con el cual se hablaba quien por muchos años fue su rival le hacía sentir mal, con ganas incluso de vomitar —. Estoy, muy cansada.

Pansmione [One-Shots].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora