La tormenta había pasado. El invierno aún aullaba pero era posible salir a la calle.
Hermione había aprovechado la oportunidad que se le había dado para tener una rápida reunión mañanera con uno de sus mejores amigo: Harry Potter. Ambos amigos de tiempos de preparatoria se encontraron en una cafetería a unos cuantos minutos de la casa de la maestra. El cálido interior del local estaba a rebozar de adornos navideños, Inglaterra se encontraba a poco más de una semana para la noche buena.
La castaña, evidentemente, fue la primera en llegar al punto de encuentro y también fue la encargada de escoger la mesa: una que colindaba con la ventana que mostraba la calle nevada. Una posición de ventaja que le permitió observar a su amigo de gafas, vestido con una gabardina gris, llegar hasta el lugar. Pasado el umbral sencillo para el chico encontrase con su amiga quien ya tenía su mano levantada en el aire para tratar de capturar su atención.
Hermione, por Dios, te ves hermosa. — Elogio el chico como saludo antes de darle un abrazo a su amiga, gesto de cariño que se dilató unos minutos en el tiempo — Lamento si te hice esperar demasiado.
Tranquila Harry, llegué hace poco — Verdad absoluta, si su amigo hubiera llegado tarde se lo habría dicho.
Ambos tomaron asiento. La camarera fue rápida en llegar a recibir los pedidos del detective Potter. Un chocolate caliente fue solicitado junto con un pudin de pan. Hermione por su parte pidió un rebanada de tarta de manzana junto a un té negro.
Charlas cordiales dónde solo hablaban de las anécdotas del día a día, juntando por momentos historias que en el pasado compartieron.
¿Qué es lo que te preocupa? — Pregunto Harry tras varios minutos de plática, había conseguido captar diferentes muestras de nerviosismo en su amiga — No hay mejor confidente que un policía, Hermione, solo dime a quien mataste y ya te diré cómo ocular el cadáver.
La sonrisa que los labios de la maestra apareció fue sincera al igual que el comentario del oficial — Creo que encontró a alguien — Agachó su mirada avergonzada, su cuchara entonces se hundió en el suave trozo de tarta, se quedó observando el contenido en su utensilio, se veía igual al que ella le había preparado, mismos ingredientes, misma consistencia y un aroma casi idéntico. No le dió más vueltas al asunto y probó el postre consumiendo de un bocado la porción: profunda decepción cuando se dió cuenta de que no sabía igual al que Pansy le había cocinado.
Eso es genial. — Felicidad en las palabras y rostro del hombre de ley, una sonrisa de oreja a oreja — ¿Quien es la afortunada?
Una de mis alumnas. — No quiso darle muchas vueltas al asunto, necesitaba un consejo y dando largas no lo iba a conseguir. Su mente estaba contrariada, desde aquella charla donde Pansy le había confesado la mayoría de sus miedos y el motivo por el que había terminado en la calle, algo muy peculiar se había implantado en el pecho de la maestra, un sentimiento de calidez desbordante, feroz e insaciable, un incendio en su alma cada que veía a su alumna cocinar con una sonrisa en sus lindos labios que habían ganado brillo y volumen con el buen trato, mientras tarareaba una canción que no se animaba a preguntar el nombre. Lo mismo o más cuando escuchaba la risa de la menor cuando decidían pasar un rato viendo alguna serie, le fascinaba el como la pequeña nariz de su alumna se arrugaba al reír. Y jamás podría olvidar esos momentos de nerviosismo dónde su chica terminaba con las mejillas pintadas por pétalos de rosa, mordiendo su labio inferior y jugando con sus dedos (el único gesto que no le gustaba pues muchas veces vio a la chica terminar con su piel irritada por la fricción).
Mientras la maestra enlistaba las tantas cosas que su alumna sin intención había hecho para cautivarla sin contar con el aspecto físico dónde no se había permitido ahondar mucho por respeto a lo que le había pasado a la pelinegra. El pobre detective estaba sufriendo de un cortocircuito en su mente, un plan estaba intentando hacer para salvar a su amiga de pasar un largo rato en la sombra.
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Pansmione [One-Shots].
FanfictionPequeñas historias inconexas entre ellas, abiertas a quien se inspire en una para crear su propia historia, solo esperando que no se molesten si yo también decido desarrollar una de estas historias.