XXI

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Te veo desde lejos, detrás de un árbol, una farola u otra persona, prometí dejarte pero jamás solvidarte, es por eso que te persigo en las altas y frías madrugadas y los calurosos días de julio. Te observo desde lejos, temiendo que me veas, y asegurándome de que no te pase nada malo, porque jamás me lo perdonaría, el hecho de perderte supone para mí la mayor de las torturas, y aunque te observe de lejos, veo lo feliz que eres ahora, aunque al principio no lo fueses, pero un día dejaste la tristeza y sonreiste por primera vez desde hacía mucho tiempo, conociste personas nuevas, te enamoraste, te casaste, adoptaste una mascota, y aunque yo no fui la persona con la que compartiste todos recuerdos, fui, la que los observó desde la distancia

Historias para no dormirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora