XXIII

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Y llegaste a mi vida de golpe y asombro, revolviendo todo lo que había en mí, me hiciste reír una infinidad de veces, me apoyaste y me diste cariño todas las veces que lo necesite sin recriminarme nada, al igual que yo hice contigo, me hiciste valorar los efímeros momentos que yo ya valoraba, pero me hiciste verlos desde otra perspectiva, y te estaré agradecida, porque aunque lo nuestro no fuese un para siempre, fue un mientras dure la felicidad, y jamás podré arrepentirme de toda la que compartimos.

Historias para no dormirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora