XXXV

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Te esperaré en Ítaca eternamente, jurandote lealtad, con la mano en el corazón esperando a que llegues, recordando cada facción tuya. Te esperaré en Ítaca, aquel lugar que hicimos nuestro, donde reimos tanto como lloramos, dónde te juré amor eterno sin tener en cuenta la muerte, donde evolucionamos, donde crecimos; y en caso de que Ítaca ya no exista, nuestras almas seguirán vagando a la deriva buscando un nuevo lugar dónde enamorarse, si viniesen y destruyesen Ítaca te juraría amor eterno, y rogaría por morir alli contigo a mi lado, pues sin Ítaca esto jamás hubiese pasado.

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