CAPÍTULO III

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Naira compartía un momento de descanso con Alyssa, quien tenía el cabello un poco más claro que ella, al igual que los ojos y la piel. Ambas mantenían una conversación que solo entre ellas podían entender, que incluía ropa y chicos al mismo tiempo. Naira no consideraba a Alyssa especialmente su amiga más cercana, sin embargo, era reconfortante conocer a alguien que tenía ciertos gustos en común, sobre todo en un grupo donde la mayoría eran varones.

—¿Le dijiste que yo iría? —le preguntó esperanzada de alguna manera. Pero ya comenzaba a ser una pregunta repetitiva y poco agradable. Le tomó un momento a Naira fingir su confusión para finalmente dejar que su rostro se iluminara de nuevo.

—Sí, sí, se lo dije —le respondió, mientras llevaba a su boca una papa francesa ya fría que había comprado para sobrevivir las siguientes horas. Nunca lograba comer con satisfacción.

—¿Y qué dijo? —Naira pensó que era normal que preguntara aquello. Por otro lado, frunció la boca.

—Bueno, ya sabes cómo es él, muy callado. —Trató de no desanimarla. Aunque, en su interior, quería que dejara de buscar esperanzas.

—Pero... seguro se entusiasmó un poco, ¿no?

—No lo sé, no le puse atención —respondió tomando un jugo de durazno que aún mantenía su frescura.

—Tengo la ligera sospecha de que le gusta el color rojo. —Parecía una niña entusiasmada.

—Si puedes usarlo, a los chicos les agradan los colores llamativos, sobre todo el rojo. —Su ironía no se notó, tenía cierta habilidad para sonar convincente cuando no lo era.

Hubo algunos segundos de silencio para solo concentrarse en comer y degustar lo que ya no podía saborear. Para la interrupción de ambas, la pantalla que estaba colgada en la esquina superior derecha de la cafetería daba las referencias repetidas desde la noche pasada.

—Mira —señaló Alyssa con la mirada—. Hay más gente perdida que el mes pasado.

—Claro, aún no se descubre quiénes son los responsables —dijo Naira, hacía meses habían sacado varias conclusiones, ninguna de ellas las llevó a resolver el caso, decidieron dejarlo en manos de la ley lógicamente.

—Mi padrastro se vuelve paranoico, ya casi no me deja salir —se quejó abiertamente.

—Se preocupa por ti —le dijo Naira limpiando sus manos con una servilleta ya usada por ella.

—Sí, lo sé, pero a veces cuento los días para terminar la universidad —se defendió sin sonar agresiva. Naira conocía sus razones prematuras. Contra todo pronóstico, Alyssa volvió a preguntar por la asistencia de Arcadio y sus intenciones imaginadas por su cabeza, la cual no la dejaba interpretar las miradas de su compañera.

—Oye, los chicos de ahora solo piensan con el pedazo de carne que tienen entre las piernas, ya no hay respeto —aclaró Naira como si fuera alguna noticia reciente. Tratando de generalizar el tema para sacar a Arcadio de su boca.

—Por eso me gusta Arcadio. —Alyssa no dejó ocultar su mirada soñadora—. El sí respeta a las chicas.

—Eso lo vas a saber esta noche. —Naira a veces deseaba que Arcadio fuera más directo con los rechazos, los cuales no tenía seguidamente.

—Vale, pero no me molestaría que llegara a segunda base —admitió sin pena enfrente de su compañera.

Naira comprendió entonces que la especie masculina, como ella solía decirle, no era la única que pensaba dónde tener una rápida procreación sin mucho esfuerzo que hoy no parecía tan difícil de obtener.

Hyera Preludio de la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora