CAPÍTULO XXII

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Zereny había levantado a Josuel lo suficiente como para sentarlo sobre una superficie elevada que se encargaba de que el arco no cayera sobre ellos, sin embargo, en ese momento lo único que podía pensar era todo lo que había salido de su boca e incluso estaba un poco sorprendida por la cantidad de sangre que había desperdiciado y aún tenía movimientos normales como para defenderse. Había quebrado todos los dedos de sus muñecas, no lo había dejado retorcerse de dolor sino hasta que destapó su embocadura, la cual había forzado a mantener cerrada con su propia arma atada detrás de su cabeza con una presión dolorosa. Zereny conocía lo suficiente a Josuel para saber que iba a vender a cualquiera para seguir con su vida llena de traiciones y trampas, algo por lo que Dux lo había felicitado, pero estaba segura de que solo eran burlas de parte de su líder Hyera. Dux no era conocido por elogiar a los Hyera, y por su crueldad sí era muy reconocido, aunque no podía imaginarse que su objetivo fuera darse a conocer entre los humanos, siempre consideró que su posición como líder era resguardar el misterio ante los ojos de quienes se creían los gobernantes de la civilización que hoy los rodeaban.

Alguna vez ella se había parado frente a Dux, cada uno de los Hyera tenía la obligación de hacerlo, saber quién era y cómo reconocer a aquel que poseía el poder de imponerles órdenes, así estuvieran o no de acuerdo. Aquella vez en su primer encuentro, ella era mucho más joven de lo que recordaba; le impresionó lo confiado que sonaba al decirle que estaba feliz de tener a alguien como ella que naciera en su sociedad, pero fue lo bastante lista como para imaginarse que no era a la única que se lo aclamaba. Después de subir su rango con un alto número de victorias y asesinatos, poseía ciertas libertades como ir al mundo humano, ya que no era algo que todos podían hacer sin permiso, no obstante, existían las excepciones que desobedecían esto, pero no duraban demasiado con el secreto.

A través de su crecimiento había conocido a Zero, uno de los pocos Hyera que no buscaban atormentar la escasa paz de otros. Pero no solo era un Hyera sonriente, sino una criatura con altos niveles de inteligencia como para crear una piel que les permitiera andar por el sol, por supuesto aquello no quedó lejos de la vista de Dux, quien habló a solas con Zero, lo único que sabía de esa conversación era simplemente que se llegó a un acuerdo, además de que su amigo siempre había deseado salir y vivir como un humano, lejos de la oscuridad y más cerca de la vida que habitaba por encima de ellos. Gracias a Zero conoció a Samael, no era de su total agrado, pero reconocía que su capacidad y experiencia superaban la de ella, no por nada estaba muy cerca de Dux y uno de los rangos más altos.

Sus vidas habían resultado ser dentro del mundo Hyera lo más monótonas, ella no era del agrado de muchos machos Hyera, mucho menos de las hembras, debido a su alta sinceridad y orgullo de no caer por debajo de la edad o del rango de nadie más. Estaba en la lista de desagrado de Aerius y Trabis, por la consecuencia de haber rescatado a Zero de uno de sus altercados, su amigo no era bien conocido por pelear, se había ganado esa categoría abiertamente. Por otro lado, Samael era el temor de muchos de los de su especie, pero su más grande sorpresa fue la amistad poco común que compartía con Zero.

Solo había sido una coincidencia el ver a Aerius y Trabis ir a una de las salidas de Sub Tenebris, su aburrimiento la había llevado a seguirlos, porque sabía que no era normal que después de una pelea quisieran aventurarse en algún lugar, o simplemente ir a asesinar y comer carne fresca, no se equivocó. Desconocía a la víctima de ambos, pues tampoco le interesaba lo que les pasara a los humanos que cayeran en manos de los Hyera, en este caso fue interesante cómo Arcadio había logrado por accidente lastimarlos con solo el flash de una cámara. Desde ese momento cuando notó su atrevimiento a hablarle de esa manera, aun sabiendo que podía ser el próximo, decidió enfrentarse verbalmente a ella e incluso insultarla, aquello se había convertido en su capricho, pero no contó con la situación que les esperaba después.

Hyera Preludio de la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora