Quiso tratar de dormir aquella noche, pero nunca pudo caer en brazos de Morfeo. Intentó no pensar en la situación, pero la sobre pensó cada hora, tanto que con el paso de estas, la situación en su cabeza empeoraba aun más.
No podía creer cómo Quackity lo tenía en esta situación. Se había encandilado de la sonrisa ajena hace meses, llevaba conociéndolo casi un año, había vivido sus mejores días a su lado, y aquí estaba, dándole el título de culpable por llevarlo a esa miseria. Nunca había tocado fondo de esa manera, al igual que nunca creyó que sería por culpa del pelinegro.
Se culpaba también a él mismo por ser tan ingenuo, por pensar que era especial en la vida de Quackity, por sentirse único por degustar sus pequeños labios, pero no lo era, tenía el título de mejor amigo que había pasado por alto hasta este día. Vaya que se hubiese ahorrado mucho tomándole peso a esas dos palabras.
Cabe aclarar que el pobre estaba adolorido físicamente, pues de sólo recordar la situación debía correr con desespero al retrete a soltar aquellas flores que rasgaban sus entrañas.
Era lo que menos le interesaba en estos momentos. Sabía que debía quedarse en casa unos días, incluso si eso significaba aislarse de todos y todo. Eso había hecho Vegetta cuando Rubius lo rechazó, ¿no? Solía ver a Willy dejarle cosas en su puerta e irse, hasta que un día, sólo se encontró al de orbes lilas caminar con alegría por el pueblo. Se había curado, incluso si en su cuello tenía cicatrices ante los tulipanes que decoraron su piel por meses.
Quizá debería hablar con Vegetta, pero ¿y si no era capaz de ayudarlo? Probablemente lo mejor era esconderse en la oscuridad.
Pero vaya que no era fuerte, pues su cuerpo siempre ganaba en esta lucha, lo supo cuando escuchó el toqueteo en la puerta y posteriormente, un cálido "Luzu" de Quackity, no tardó en dirigirse a la entrada, encontrándose a un sonriente (más de lo normal) pelinegro.
— ¡Buenos días, Luzu! — Se adentró en la casa ajena sin preguntar, algo común en él.— Te ves demacrado, escuché que Vegetta hizo una fiesta en su casa luego de la feria, ¿bebiste mucho?
No tenía ni la mínima idea de ese suceso, pero eso no fue interesante en su cabeza. La duda del chico lo hizo suponer algo: Quackity tampoco fue donde Vegetta.
Pensó lo peor, y es que la pasión que había presenciado aquella noche entre su amado y el de orejas peludas era notoria, ¿habría pasado algo más?
—No, estaba cansado. ¿Tampoco fuiste?
— La verdad es que no, Rubius me dejó en casa y luego fue a casa de Vegetta.— Se sentó en uno de los sofás del lugar, palmeando a su lado esperando a su mejor amigo, quien de malas ganas se sentó.— ¿Ocurrió algo? este lugar huele a vómito.
Luzu se avergonzó ante las palabras del chico, su aliento debía ser una cosa inimaginable, luego de una noche completa con su cabeza en el retrete.
— Algo me sintió mal, es todo.
Luzu no sabía qué decir, quería preguntarle sobre Rubius, pero siendo objetivo, si él no hubiese presenciado aquel beso, seguiría pensando que Quackity si tenía ojos para él. ¿Su amigo se lo contaría? Tenían mucha confianza, la suficiente como para hablar estos temas.
No pudo aguantar el silencio, incluso si Quackity lo sentía cómodo y algo normal entre los dos. Luzu estaba sintiendo revoltijos en su estómago otra vez por la tensión, por no tener respuestas claras de la situación.
Quería pensar que escuchó mal aquella noche, que Quackity le hizo las mismas burlas que le hacía a él. ¿Porqué Rubius recibe una confesión de amor? y él a cambio, ¿recibe chistes catalogandolo como "el más gay de Karmaland"?
─Ayer te estaba buscando para ver los fuegos artificiales, ¿dónde estabas? ─El pelinegro miró un poco sorprendido ante la interrogante de su amigo, desviando la mirada con vergüenza. ¿Qué iba a decirle? ¿Qué se había besado con Rubius?
─Estuve con Rubius.
Oh, el ambiente se tensó bastante. La mirada de Luzu estaba carcomiendo a Quackity. Para el menor, su amigo estaba siendo un poco hostil, no era esa mirada llena de dulzura que siempre le regalaba.
─Luzu, ¿estás enojado conmigo?
"Sí" pensó Luzu. Estaba enfadado con Quackity por no haber sido honesto con él, por no haberle aclarado que cada beso que compartieron no era nada para él, porque para el castaño lo era todo, era la sensación de acariciar las nubes con los dedos. Estaba tan avergonzado y a su vez, se sentía tan humillado por creer cosas que no eran verdad.
Pero sólo negó con la cabeza.
─Sé que mi cercanía con Rubius ayer fue bastante, pero tú sabes que eres mi mejor amigo, de hecho, si estás enfadado por haberte dejado solo o celoso porque, no lo sé, ¿podría reemplazarte? No es así... Luzu, estoy enamorado de Rubius.
Okey, eso fue una bomba de información. Ese revoltijo que lo estaba dominando, ganó aquella batalla, pues tuvo que levantarse con rapidez y dirigirse al baño, dejando a un pobre Quackity confundido.
Se agachó como pudo, mientras las lágrimas caían de sus orbes carmín. Dolía mucho, su garganta ardía, pero el dolor en su pecho era mayor. Las lágrimas no eran si quiera por su garganta quemada ante los jugos gástricos, de hecho, ya estaba ciertamente acostumbrado a esa sensación. Se encontraba llorando porque sentía el corazón roto, como si fuese un cristal de mil pedazos.
─Luzu... ¿Puedo pasar? ─Quackity se apoyó en la puerta, preocupado al oír los ruidos y sollozos dentro del baño. No sabía qué tenía tan mal a su mejor amigo, tampoco sabía cómo ayudarlo.─ ¿Quieres que te prepare un té?
─Vete, Quackity, estoy bien.
─Pero... ─Suspiró, apoyando su frente contra la puerta. Su mano que sostenía la manilla fue quitando presión.─ ¿De verdad quieres que me vaya?
─Sí, déjame solo.
Quackity hizo un puchero, le había sentado mal las palabras de su mejor amigo. ¿Acaso le estaba ocultando algo? Estaba acostumbrado a que Luzu le pidiera su espacio cuando se enfermaba, sobre todo porque prefería el silencio y él admitía bastante bien que su compañía silenciosa no era. De todas formas, nunca lo había echado de su casa, y menos sin darle algunas palabras para que no se preocupase.
─Llámame cualquier cosa.─ Soltó la manilla luego de unos últimos segundos de duda, para así darse la vuelta y dirigirse a su hogar, dejando a un Luzu lleno de lágrimas que abrazaba sus piernas en la fría cerámica.
Su respiración estaba agitada, subía y bajaba, no sabía qué demonios hacer. Pensaba con esperar el momento ideal para hablar con Vegetta, pero no quería que alguien sospechara por su encierro inoportuno. Cuando su amigo se había enfermado, hace unos meses, recordaba las pláticas entre los individuos del pueblo, preguntándose sobre su condición. No quería que eso le suceda a él, menos que Quackity se enterara y se echara la culpa.
Luego de tirar la cadena, salió del baño y se dirigió a su habitación. Era un desastre, llena de mugre y con las cobijas en el suelo por haberse movido en la noche tratando de conciliar el sueño.
Poco le interesó, pues se sentó en el borde de la cama y tomó su teléfono, llamando a Vegetta luego de buscarlo entre sus pocos contactos.
Esperó, unos segundos, hasta escuchar la voz ajena.
─Hola, Vegetta ¿Estás ocupado? Necesito que vengas a mi casa.
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not him﹆ luckity
Fanfictionㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ✦ ㅤㅤㅤNo hay dolor más desgarrante que el ㅤㅤㅤver a tu 𝗮𝗺𝗮𝗱𝗼 en brazos ajenos, o ㅤㅤㅤmejor dicho, en labios ajenos. ㅤㅤ ㅤSobre todo cuando ese dolor que te ㅤ ㅤㅤquema vivo se convierte en dulces ㅤ...