dieciséis.

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Se estaba impacientando. El tic tac del reloj le hacía sentir más ansioso, pues Auron no llegaba.

¿Le habría pasado algo? pensó, pues lo había citado hace media hora y el chico aun no se asomaba por la puerta. Podría esperarle en otras circunstancias, pero no sabiendo que luego debía ir a casa de Rubius, quien le esperaba con algo de comer y unos buenos cómics frente a la chimenea, claro que sin nombrar los violentos besos bajo la luz de la luna que siempre recibía.

Llamó al chico en cuestión, ya por cuarta vez, pero sólo escuchó la voz de fondo enviándole a buzón de voz. Bufó con molestia, a la vez que colgaba su mochila con sus pertenencias sobre su hombro derecho, saliendo de casa.

Ya mañana hablaría con él, ¿verdad? No quería hacer esperar a Rubius, mucho menos cuando el chico estaba tan agotado reconstruyendo su tienda y él tan distante por motivos ajenos. Incluso si el rubio entendía la gravedad del asunto, incluso si Quackity le había comentado sobre el juego entre la vida y la muerte de Luzu, necesitaba recompensarle.

Sí, necesitaba demostrarle que lo quería a él, que lo ilusionaba sólo él, pero, entonces ¿ por qué sus piernas lo llevaban en dirección a casa de Luzu? ¿Por qué sentía tanta ansiedad de esperar a Auron en esos instantes?

Si tanto amaba a Rubius, si tan enamorado y endulzado bajo sus encantos se encontraba, ¿no era lógico el dirigirse donde su amado y conversar las cosas con Auron al día siguiente?

Sin notarlo, se encontraba allí, con el corazón acelerado frente al hogar de su mejor amigo. Las luces del salón se encontraban encendidas de un matiz tenue, y a pesar que sentía la culpa incrementar desde sus pies hasta su cabeza por querer observar dentro y enterarse de la verdadera ubicación de Auron, allí estaba, escabullendose entre los antiguos troncos de roble.

Solo necesitaba saber si Auron estaba allí, le haría entrar en un estado de calma el conocer si ya se había ido para tratar de alcanzarlo. Oh, solo necesitaba alzar un poco más la mirada, pisar la punta de sus pies y elevarse, colocarse de puntillas y saber la respuesta a la interrogante que rondaba juguetonamente en su pensar.

Se sostuvo de uno de los árboles y alzó su figura, pero vaya que él no esperaba encontrarse con la ancha espalda desnuda de Auron siendo acariciada por las manos de su mejor amigo.

No podía creer encontrar aquellas huesudas manos acariciando con lentitud la piel ajena, menos esperaba ver el vaivén pecaminoso de sus labios comerse, morderse, arañarse y devorarse en el sofá.

Desvió la mirada, con las mejillas rojas de pena y vergüenza ante esa situación. Le causó algo de gracia el conocer la razón del porqué Auron no respondía a sus llamadas.

Inició una, esta vez, apresurada y ansiosa caminata en dirección a casa de Rubius, incluso si la imagen rondaba su cabeza y no le dejaba estar en claridad. Todo le parecía tan divertido, sobre todo el cómo se deseaban y a su vez, el como lo había estimado.

Entonces, si le parecía tan hilarante ¿por qué estaba llorando?

¿Por qué sus piernas temblaban y se sentían débiles? ¿por qué no podía ver bien? Cuando las lágrimas saladas acariciaban su piel y se burlaban de su duda. Tocó su rostro con sus heladas y temblorosas manos, encontrando aquel resultado de la confusión y la angustia que acariciaba su pecho.

Si estaba tan necesitado y preocupado por la recuperación de Luzu, ¿por qué estaba tan desolado? ¿Por qué su pecho se oprimía en su caja torácica? tenía náuseas de la impresión, aquel beso lleno de pasión le provocó fatiga. De alguna manera, le recordó a la última vez que fundió su respiración con la del castaño en una cálida noche de primavera.

not him﹆ luckityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora