not him﹆ luckity

veinte y ocho.

—¿No tienes frío? —Preguntó angustiado, observando al chico quien tenía la nariz colorada por las bajas temperaturas. El sol estaba a nada de esconderse, por lo que disfrutarían de un agradable atardecer juntos. Eso llenaba de emoción a Luzu, quien no dejaba de sonreír, a pesar de todo.

—Estoy bien, Quacks, relájate un poco. —Mintió. Tenía frío en sus extremidades, pero estaba evitando ese detalle. No quería comenzar a temblar o sentirse más débil de lo común. Debía aguantar. —¿Podrías estar más tranquilo? Hoy podrías fingir que no estoy enfermo, necesito salir de esa cotidianidad.

El pelinegro dudó, apretando sus labios, pero simplemente aceptó, bajando su mirada a las manos del chico, las cuales estaban con sus nudillos y faringes rosadas. No quería seguir siendo un pesado insistiendo, por lo que, tomó una de las manos del castaño, entrelazando sus dedos, a la vez que escondía sus extremidades en uno de los bolsillos de la chaqueta del castaño.

Caminaron por algunos instantes hasta perderse en el lago, encontrándose con la fría brisa que chocaba en sus helados rostros, así hasta llegar al borde de este, donde el castaño notó, con bastante curiosidad, la presencia de un pequeño bote de madera.

—Oh, sí, lo que me tenía ocupado estos días era un bote. —Sintió que debía explicarle al chico por su mueca de duda. — Ya sabes, para ir de pesca o por si querías dar una vuelta para despejarte. Creí que fue el momento ideal para estrenarlo. Tranquilo, lo estuve probando hace un rato, no va a hundirse.

— Veo que trajiste algunas cosas ya. —Murmuró, siendo ayudado por el pelinegro a subir al bote. En uno de los asientos habían unas cobijas y unos cojines.

—Es para que estemos más cómodos, y por si sentías frío. —Luzu sonrió, enternecido por los detalles de Quackity, por lo que, sin dudarlo, tomó nuevamente una de sus manos, sosteniendo esta entre las suyas, a la vez que le dedicaba una mueca de agradecimiento, logrando un pequeño gesto de vergüenza por parte del chico.

Luego de acomodarse ambos en el lugar, comenzó la travesía, donde el pelinegro se encargó de remar dentro del lago, mientras que Luzu le contaba ciertas anécdotas que eran respondidas por su mejor amigo.

Era un grato momento, incluso si Luzu sentía un dolor en sus costillas cada vez que reía y sentía frío en sus extremidades. Adoraba estar junto a Quackity, oírlo reír, verlo incluso agotado por el movimiento de sus brazos al remar.

Ahora, en aquel momento, ambos se encontraban en silencio, disfrutando de un sándwich, cortesía del pelinegro, acompañados de la luz de unas velas anteriormente encendidas también por Quackity. A su vez, observaban al gran y brillante sol esconderse, dejando a la vista el dulce atardecer con matices rosados y naranjos que encandilaban a la dupla.

— El sándwich está delicioso. —Quiso romper el silencio, limpiando las comisuras de sus labios llenas de migajas. — Supongo que será el último que comeré hecho por ti...

Oh, eso último no quería decirlo. No había pensado si quiera en sus palabras, y fue evidente, pues no tardó en desviar su mirada al sentir la mueca junto a los ojos de Quackity mirándole con sorpresa como molestia.

—¿Qué te dije sobre ser pesimista, Luzu?

—Vamos, Quackity, sé que no eres tonto, no tienes por qué fingir serlo. Tú y yo sabemos que no estoy dando para más. —Murmuró en voz baja, logrando un pequeño silencio entre ambos, lo que logró un dolor en el estómago del chico. Luzu no quería arruinar el ambiente entre ambos. —Quackity, perdón pero, te pedí todo esto para despedirme de ti. En cualquier minuto voy a morir, ahora, no en una semana, no en un mes, ahora.

Su garganta picaba por la tensión que tenía, aquel nudo no lo dejaba respirar con facilidad por esperar la respuesta del chico con tantas ansias, pues el pelinegro estaba en completo silencio, sin observarle en absoluto, al contrario, mordía su inferioridad, incluso su mandíbula temblaba.